La medicina personalizada y de precisión no solo representa una revolución científica, sino también un desafío ético y jurídico de enorme complejidad. Así se puso de manifiesto durante el tercer webinar del Curso de Actualización en Medicina Personalizada y de Precisión, una iniciativa del Servicio Gallego de Salud (SERGAS) en colaboración con New Medical Economics, que cuenta con el patrocinio de Amgen, la alianza Daiichi Sankyo | AstraZeneca, GSK, Illumina y Pfizer.

El webinar, titulado “Marco ético y legal de la medicina personalizada y de precisión”, estuvo moderado por Paloma Tamayo, directora de Operaciones de New Medical Economics, y contó con la participación de Lluís Montoliu José, investigador científico del CSIC, vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) y miembro del Comité Español de Ética de la Investigación (CEEI); y Pilar Nicolás Jiménez, coordinadora de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco.

La ética como base de la medicina personalizada

El profesor Lluís Montoliu inició la sesión subrayando que toda actuación biomédica debe enmarcarse en los cuatro principios fundamentales de la bioética: no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia. “Todo lo que hagamos en biomedicina debe ser seguro, eficaz, voluntario y universal. La seguridad y la equidad son inseparables de la innovación científica”, explicó.

El experto recordó que la medicina personalizada, por su propia naturaleza, se enfrenta a dilemas éticos complejos que van desde el consentimiento informado hasta el derecho a no saber. “Hay personas que quieren conocer su predisposición genética a una enfermedad futura, pero otras prefieren no hacerlo, y están en su legítimo derecho. La autonomía del paciente implica también la libertad de decidir no saber”, recalcó.

Montoliu insistió en la importancia de equilibrar los beneficios de la innovación con la protección de los individuos. La medicina de precisión —dijo— debe evitar cualquier forma de discriminación genética o uso indebido de los datos personales. “No podemos permitir que la información genética se utilice para negar un seguro, una hipoteca o un empleo. La genética no puede convertirse en un factor de exclusión social”, advirtió.

El investigador del CNB también abordó los retos de la edición genética y las terapias avanzadas, destacando los progresos de la tecnología CRISPR y sus implicaciones éticas. “Estas herramientas han permitido tratar enfermedades antes incurables, pero debemos aplicarlas con prudencia. La medicina de precisión no puede ser solo para quienes pueden pagarla, sino para quienes la necesitan”, señaló.

Según Montoliu, la justicia bioética implica garantizar un acceso equitativo a los beneficios de la ciencia y compartir también los riesgos. “Si disfrutamos de los beneficios de una terapia, debemos estar dispuestos a asumir sus riesgos como sociedad. No se trata solo de avanzar, sino de hacerlo de manera justa”.

El derecho como garante de la equidad y la protección

Tras la intervención de Montoliu, Pilar Nicolás Jiménez centró su exposición en los aspectos legales que enmarcan la práctica de la medicina personalizada. Recordó que esta disciplina se asienta sobre un conjunto normativo complejo y en evolución constante, en el que confluyen la legislación sanitaria, la Ley de Investigación Biomédica y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).

“El derecho a la protección de datos no es solo el derecho a la intimidad, sino el derecho a controlar nuestra propia información. Es un derecho fundamental que protege la autodeterminación informativa del individuo”, explicó.

La jurista destacó que el dato genético posee una naturaleza especial: es único, sensible y potencialmente identificable, pero también compartido, porque involucra a familiares y grupos poblacionales. “Desde el punto de vista jurídico, el titular de los datos genéticos es siempre el sujeto fuente de la muestra. Los familiares pueden tener intereses legítimos, pero no derechos sobre esos datos”, puntualizó.

Durante su intervención, Nicolás subrayó la importancia de la pseudonimización y la anonimización como garantías esenciales para el tratamiento de la información genómica, así como el deber de transparencia de las instituciones que la manejan. “La pseudonimización no convierte los datos en inocuos, pero garantiza que quien los trata no pueda identificar directamente a la persona. Es una herramienta clave para compatibilizar investigación y privacidad”.

Asimismo, recordó que la ley prohíbe por defecto el tratamiento de datos de salud o genéticos, salvo bajo estrictas condiciones de consentimiento, interés público o investigación científica debidamente supervisada. “La protección jurídica de los datos biomédicos no pretende obstaculizar la ciencia, sino hacerla más responsable y socialmente aceptable”, señaló.

En la parte final de su exposición, Nicolás llamó a consolidar un marco regulatorio que acompañe los avances tecnológicos sin comprometer los derechos fundamentales. “La legislación debe evolucionar al ritmo de la ciencia, pero manteniendo un principio irrenunciable: que el progreso no puede construirse a costa de las personas”, concluyó.

Innovar sin olvidar la dimensión humana

El debate posterior evidenció la coincidencia de ambos ponentes en un punto esencial: la medicina personalizada y de precisión no puede limitarse a la dimensión científica o tecnológica, sino que debe sustentarse en valores éticos, legales y humanos que garanticen su legitimidad social. La innovación, coincidieron, no es un fin en sí misma, sino un medio al servicio del paciente y de la mejora de la atención sanitaria.

En este sentido, tanto Montoliu como Nicolás apelaron a la necesidad de un diálogo continuo entre la ciencia, el derecho y la ciudadanía. “No podemos concebir la medicina del futuro como una mera acumulación de datos y algoritmos —señaló Montoliu—. Debemos recordar que detrás de cada secuencia genómica hay una persona, una historia y una familia. Hablamos de enfermos, no de enfermedades; de personas, no de genomas”.

Por su parte, Pilar Nicolás subrayó que los avances científicos deben ir acompañados de un marco normativo sólido, capaz de generar confianza y asegurar la transparencia en el uso de los datos. “El ciudadano tiene que percibir que la tecnología biomédica está a su favor, no en su contra. Solo así podremos garantizar la participación y la cesión informada de datos, imprescindibles para el desarrollo de una medicina verdaderamente personalizada”, afirmó.

Ambos expertos coincidieron también en que la equidad en el acceso a las terapias y a las nuevas herramientas diagnósticas constituye uno de los grandes desafíos del siglo XXI. No basta con desarrollar tratamientos altamente eficaces si estos solo están disponibles para una minoría. “La justicia bioética nos recuerda que el progreso debe beneficiar a todos, y no solo a quienes pueden costearlo”, insistió Montoliu, poniendo como ejemplo el elevado precio de algunas terapias génicas y la necesidad de encontrar modelos de sostenibilidad que las hagan viables dentro de los sistemas públicos de salud.

La reflexión derivó hacia la responsabilidad colectiva de instituciones, empresas y administraciones públicas en la gobernanza de los datos genómicos y la distribución equitativa de los recursos sanitarios. Nicolás enfatizó que el reto no es únicamente legal o técnico, sino también cultural: “Necesitamos que la sociedad comprenda la importancia de compartir datos para avanzar en la investigación, pero también que confíe en que sus derechos estarán protegidos en todo momento”.

En definitiva, la mesa redonda dejó claro que el futuro de la medicina personalizada dependerá tanto de los descubrimientos científicos como de la capacidad ética y normativa para acompañarlos. “La ética y el derecho son el contrapeso necesario para que la innovación siga siendo medicina y no mera biotecnología”, concluyó Montoliu, sintetizando el espíritu del encuentro.

El Curso de Actualización en Medicina Personalizada y de Precisión, impulsado por el SERGAS y New Medical Economics, continúa consolidándose como un foro de referencia para el análisis y la divulgación de los aspectos científicos, clínicos, sociales y normativos de esta nueva forma de entender la atención sanitaria.

En este tercer módulo, la reflexión se centró en una idea de fondo: el verdadero avance de la medicina del futuro dependerá no solo de la potencia de la tecnología, sino de la madurez ética, jurídica y humana con la que las sociedades sean capaces de integrarla. Solo así la medicina de precisión podrá cumplir su propósito último: ofrecer tratamientos más eficaces, equitativos y personalizados sin renunciar a los valores que dan sentido a la práctica médica.