No se trata solo de un acuerdo entre gobiernos o partidos políticos. Es hora de que pacientes, profesionales y todos los agentes del sector participen activamente en la transformación del sistema sanitario español.
La sanidad pública en España atraviesa un momento de tensión sostenida. Las listas de espera se alargan, los profesionales muestran señales de agotamiento, las inequidades entre territorios se profundizan, y los avances científicos tardan en traducirse en mejoras tangibles para la ciudadanía. A esto se suma la gestión de una cronicidad creciente, tecnologías que envejecen antes de implementarse y una sensación compartida de que los esfuerzos no siempre generan los resultados esperados.
Ante este panorama, ¿es posible pensar en un gran pacto por la gobernanza del sistema? No hablamos de un simple acuerdo político. Hablamos de una visión compartida que incorpore a pacientes, profesionales y al conjunto de agentes del sistema en una nueva forma de gobernar y cuidar nuestra salud colectiva y nuestro sistema sanitario público.
Un sistema abierto, con prioridades públicas
Este pacto debería partir de una concepción integral del sistema sanitario como bien público, abierto a la colaboración de todos los escenarios, pero firmemente anclado en tres pilares: prioridades públicas, transparencia y seguridad jurídica. Gobernar no es solo gestionar recursos, sino también establecer las reglas del juego, garantizar la equidad y rendir cuentas a la sociedad.
Financiación ligada a transformación, no a repetición
Cualquier aumento de financiación debe estar ligado a mejoras concretas. No se trata de “sanear” el sistema para hacer más de lo mismo, sino de apostar por escenarios transformadores: atención integrada, nuevas formas de gestión, estrategias de “no hacer” que eviten la sobreutilización de recursos, y estructuras más ágiles y eficientes. Solo así podrá hablarse de una inversión con retorno, tanto en salud como en sostenibilidad.
Una nueva gobernanza: voz para pacientes y profesionales
El modelo actual necesita una revisión profunda. Se necesita una estructura de gobernanza multinivel (macro, meso y micro) que incorpore de forma efectiva la voz de los pacientes, las asociaciones, los profesionales sanitarios y otros agentes clave del sistema. Un sistema sanitario público más participativo no solo es más democrático, también es más inteligente.
Impulsar una gestión pública eficaz
La autonomía de gestión debe dejar de ser una excepción para convertirse en norma. Los centros sanitarios necesitan menos burocracia, más capacidad operativa, y marcos estables para la toma de decisiones. Esto exige un acuerdo sobre modelos de evaluación, rendición de cuentas, incentivos por desempeño y cultura de mejora continua.
Un modelo asistencial del siglo XXI
La transformación del modelo asistencial debe abordar varios frentes al mismo tiempo:
Una atención primaria reforzada, operativa y digitalmente integrada, con más protagonismo en la comunidad.
Desburocratización de consultas, incorporación de nuevos roles profesionales y papel activo de la enfermería en todos los niveles.
Redes asistenciales por procesos y no solo por niveles jerárquicos.
Atención domiciliaria, salud digital, integración sociosanitaria.
Organización hospitalaria por procesos, con menos rigidez, con organización en función de necesidad de cuidados y mayor orientación a resultados.
Profesionales reconocidos, con autonomía y futuro
No habrá mejora sin profesionales motivados, formados y con capacidad de decisión. Se requiere un nuevo modelo de relación laboral y profesional basado en:
Reconocimiento retributivo (y no retributivo) y estabilidad laboral.
Selección por competencias, incentivos por desempeño.
Acceso a formación continuada, participación en la gestión.
Modelos de carrera profesional basados en el mérito, no solo en la antigüedad o la promoción jerárquica.
Evaluación y transparencia: el sistema debe poder explicarse
Es imprescindible desarrollar un conjunto claro de indicadores que permita evaluar recursos, actividad y resultados. La ciudadanía tiene derecho a saber cómo funciona su sistema sanitario público, y las decisiones deben estar apoyadas en datos, no en intuiciones o inercias. La comparación entre territorios debe servir para aprender, no para competir.
Sanidad como motor de conocimiento e innovación
Por último, debemos entender al sistema sanitario no solo como un servicio público, sino como un motor de innovación y desarrollo para el conjunto de la sociedad. La colaboración con el sector del conocimiento, la investigación, las universidades y las empresas debe orientarse a generar valor, mejorar la salud y potenciar nuevas formas de bienestar colectivo.
¿Es posible este pacto? Sí. Pero requiere altura de miras, capacidad de escucha y valentía política. Y, sobre todo, la certeza de que la sanidad pública no puede ser rehén de la coyuntura ni de los intereses de unos pocos. Un pacto por la gobernanza del sistema no es solo posible. Es urgente.
Joan Carles March Cerdá, Profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública





