En un mundo cada vez más interconectado, aupado por el efecto de la globalización, la salud ha dejado de ser una cuestión meramente local, con amenazas sanitarias que no comprenden de fronteras. Los continuos flujos migratorios, los efectos del cambio climático, la revolución tecnológica, y las amenazas sanitarias emergentes, confirman que ahora más que nunca, es necesario llevar a cabo respuestas globales, coordinadas, y solidarias.
En este contexto, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación junto al Ministerio de Sanidad, han diseñado la Estrategia Española de Salud Global 2025-2030, mediante la cual nuestro país se convierte en el quinto país de la Unión Europea en proponer una estrategia de salud global, para enfrentarse a los posibles desafíos sanitarios a los que la sociedad mundial puede enfrentarse en el próximo lustro.
Una Estrategia, que se alinea con las prioridades establecidas por la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo, cuyos objetivos principales persiguen fortalecer la cooperación internacional en la salud, y colaborar en la construcción de un sistema de gobernanza de salud global, con el objetivo de articular una respuesta a los retos sanitarios que la sociedad española y mundial va a enfrentarse en los próximos años. Todo ello, articulado con 6 objetivos estratégicos, que se sitúan como pilares sustentadores, y 28 líneas de acción enfocadas a los principales desafíos de la salud global.
Estos seis objetivos estratégicos fundamentales pretenden:
Fortalecer los sistemas sanitarios públicos, para hacerlos resilientes. Buscando la promoción de sistemas de salud robustos, participativos y eficientes, que sean accesibles y universales para la ciudadanía. Especialmente apostando por una calidad asistencial en la Atención Primaria y en la salud comunitaria, que garantice los cuidados en salud, mejore las condiciones laborales de los sanitarios, y pueda enfrentarse mejor a futuras crisis sanitarias.
Promoviendo la salud, el bienestar y las condiciones de vida de las personas, sustentados estos ejes en el fomento de la prevención y el control de las enfermedades, y teniendo presente las determinaciones sociales y demográficas de los territorios, desde una visión orientada en los derechos humanos, la equidad, y la reducción de las desigualdades.
Abordando, asimismo, los efectos del cambio climático, desde dos vertientes: la promoción de sistemas sanitarios sostenibles y eficientes, que reduzcan su impacto medioambiental; y la preparación ante las eventuales condiciones climáticas adversas y a las enfermedades y crisis derivadas de las mismas.
Fomentando la prevención, la preparación y la respuesta ante emergencias sanitarias y amenazas transfronterizas graves para la salud, apostando por reforzar la vigilancia epidemiológica, la detección temprana y la coordinación multilateral.
Reforzando la gobernanza y la arquitectura de la salud global en organismos multilaterales como la OMS, en busca de una cooperación transfronteriza más eficaz, transparente y basada en valores compartidos.
Y todo ello, bajo el impulso de la investigación, la innovación y la digitalización en la salud, persiguiendo la equidad, el impulso de las tecnologías sanitarias sostenibles, el acceso equitativo a medicamentos y vacunas y las herramientas de diagnóstico.
Unos objetivos claves en un contexto sociopolítico en el que nos encontramos, viendo difícil que podamos materializar algunos de estos resultados a corto plazo.
Con independencia de ello, dicha Estrategia será gestionada a través de un sistema de gobernanza articulado que pretende asegurar tanto la dirección política, como la implementación técnica de los sectores implicados, así como la participación de la sociedad.
Requiriendo un apoyo institucional necesario, máxime con objetivos tan transversales, previendo a tal efecto la creación de un Comité Interministerial, compuesto por cinco carteras ministeriales claves como son los Ministerios de Asuntos Exteriores, Sanidad, Ciencia e Innovación, Industria y Derechos Sociales.
A su vez, se contempla un Comité Ejecutivo que asumirá las funciones operativas de seguimiento y evaluación, y un interesante Consejo Asesor, donde habrá representación de la comunidad académica, de los expertos en la salud pública, así como de las organizaciones de la sociedad civil. Ello puede garantizar la pluralidad de visiones, y compartir visiones desde diferentes planos, desde enfoques técnicos, políticos y sociales.
Más allá del diseño estructural, la Estrategia se sustenta sobre un conjunto de principios rectores que marcan una clara orientación ética y metodológica, como:
Un enfoque vinculado a los derechos humanos, con atención especial a los derechos sexuales y reproductivos de las sociedades.
Una perspectiva feminista, que reconoce y combate las desigualdades estructurales de género, para superarlas.
La alineación con la Agenda 2030, en particular su Objetivo de Desarrollo Sostenible tercero, de garantizar una vida sana y promover el bienestar social.
El abordaje de los determinantes sociales y la equidad en salud, como elementos clave para reducir brechas y desigualdades existentes.
La integración del enfoque de salud en todas las políticas, promoviendo coherencia intersectorial.
El principio de precaución y «primero no hacer daño», guiado por la evidencia científica, la evaluación continua y la responsabilidad institucional.
La incorporación del enfoque One Health y de salud planetaria, que reconoce la interdependencia entre salud humana, animal y ambiental, ante los desafíos derivados del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Y un compromiso firme con el multilateralismo, la cooperación internacional y la coordinación efectiva en el ámbito de la salud global.
Un documento ambicioso, cuya implementación requiere el impulso gubernamental y una correspondiente, y cuantiosa, partida presupuestaria, que permita materializar las ideas en la práctica real. Suponiendo una apuesta por el liderazgo ético, informado y solidario, y que nos recuerda, al menos desde un punto de vista sociológico, que la salud no es solo una reivindicación humanista, ni tampoco se trata de un privilegio de clase, sino de una necesidad que trasciende lo social, y que afecta a la economía global.
Inmersos en un contexto geopolítico global cada vez más complejo, con continuos conflictos bélicos que se prolongan en el tiempo, amenazas cibernéticas, y una corriente social e ideológica reaccionaria con discursos anticientíficos, y de desconfianza hacia la comunidad científica, que en algunos casos encuentra de su lado al poder político, se hace difícil concebir que esta Estrategia pueda llegar a buen puerto.
Máxime, cuando estamos viviendo unos tiempos en los que cargos gubernamentales, de importantes naciones, cuentan con competencias en sanidad, siendo abiertamente y autodeclarados por ellos mismos como antivacunas. Encontrando llamativo, la paradoja que causan algunos de los mensajes que estas autoridades emiten, aconsejando a su población que se vacunen, cuando los brotes epidemiológicos llaman a la puerta.
En un mundo dominado por la incertidumbre, donde las crisis sanitarias pueden golpear sin aviso, mírese la situación pandémica del coronavirus, nuestro país vuelve a ser pionero en algo. Que esta estrategia no quede solo en un papel, depende del poder legislativo, siendo relevante que vean en este instrumento un impulso no solo de los aspectos sociales y éticos, sí solo les preocupa la salud humana, sino también del impacto socioeconómico que podemos sufrir si pasamos por otro brote epidemiológico grave. Porque si algo ha demostrado la historia reciente es que nadie estará a salvo hasta que todos lo estén.
Bibliografía
- Prensa y Comunicación del Ministerio de Sanidad. El Gobierno aprueba la Estrategia Española de Salud Global 2025-2030. 28 de mayo de 2025. https://www.sanidad.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=6685.
- Ministerio de Sanidad. Estrategia Española de Salud Global 2025-2030. Madrid: Ministerio de Sanidad, 2025. https://www.sanidad.gob.es/gabinetePrensa/notaPrensa/pdf/Estra280525214025771.pdf.