La cronicidad no termina. Pero tampoco debería agotarnos ni arrastrar al sistema sanitario al límite. Quizá el verdadero reto no sea el paciente crónico… sino cómo lo gestionamos.
El Ministerio de Sanidad presenta esta semana la nueva Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el SNS 2025–2028. Un documento necesario que reconoce, por fin, que el modelo actual no es sostenible: más del 70% del gasto sanitario se destina a patologías crónicas, el envejecimiento continúa, y la presión sobre atención primaria, especializada y servicios sociales crece sin tregua (1).
La pregunta que debemos hacernos es: ¿seguiremos gestionando la cronicidad como una carga inevitable… o nos atreveremos a transformarla en una palanca estratégica de valor?
Del gasto inevitable al rediseño estratégico
En el sector privado, cuando una unidad de negocio se vuelve insostenible, no se espera a que colapse. Se analiza, se reestructura y, si tiene potencial, se transforma antes de separarla (2). Esta lógica empresarial puede aplicarse con éxito a la gestión sanitaria: convertir lo que parece ineficiente en una fuente de innovación y sostenibilidad.
¿Y si aplicamos esa lógica a la cronicidad?
- Ver la cronicidad como un activo mal gestionado
Lo que hoy percibimos como coste estructural puede —con visión y coordinación— convertirse en valor. Pero eso exige:
Integrar lo sanitario con lo social (como marca la Línea Estratégica 3 del nuevo plan).
Apostar por la atención domiciliaria y comunitaria (LE1).
Fortalecer el papel de la atención primaria como eje coordinador (LE2).
Empoderar al paciente crónico no como receptor, sino como protagonista del cuidado (LE5) (1).
- Invertir en tecnología con un para qué claro
La transformación digital no es opcional. Pero debe estar orientada al impacto:
Plataformas de seguimiento remoto.
Datos interoperables entre niveles y servicios.
Alertas clínicas que reduzcan hospitalizaciones evitables.
Apps de autocuidado con acompañamiento profesional
Todo esto no solo mejora resultados clínicos. Apoya en otros aspectos que impactan y que ahora limitan: Reduce costes operativos, libera recursos y permite hacer más con menos (3).
- Liderar desde la visibilidad
Los modelos integrados no se improvisan. Requieren liderazgo, formación, equipos coordinados y, sobre todo, visibilidad estratégica.
Profesionales, directivos y responsables públicos deben dejar atrás la gestión silenciosa y apostar por mostrar lo que funciona, medir lo que transforma y compartir lo que escala.
Cada experiencia piloto exitosa, como las que ya se desarrollan en algunas comunidades autónomas, debe dejar de ser una excepción y convertirse en referente (1 y 4).
Cronicidad: riesgo o, bien, oportunidad
La Estrategia 2025–2028 marca un camino. Pero el tiempo para ejecutarlo, medirlo y reestructurarlo es limitado.
Necesitamos:
Inversión inteligente (no sólo más gasto).
Modelos híbridos público-privados bien diseñados.
Métricas de retorno clínico, económico y social.
Liderazgo transversal y valiente.
Porque si la cronicidad sigue aumentando, que también aumente nuestra capacidad de transformarla, rentabilizarla y dignificarla.
Conclusión
La cronicidad es el mayor reto del sistema sanitario. Pero también puede ser su mayor oportunidad.
Si dejamos de gestionarla como un residuo estructural y empezamos a verla como un activo de futuro, estaremos no solo cuidando mejor, sino invirtiendo mejor.
Ahora que el Ministerio abre una nueva hoja de ruta, toca pasar del documento al modelo, del plan al pilotaje, y del diagnóstico a la transformación real.
Bibliografía
- Ministerio de Sanidad (2025). Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el SNS. Documento de desarrollo 2025–2028. Gobierno de España.
- McKinsey & Company (2023). Transforming an underperforming business before separation.
- World Health Organization (2020). Digital Health: Transforming and extending the delivery of health services.
- Fundación Signo (2022). Buenas prácticas en gestión de pacientes crónicos en España.
Eli García Pérez, Fundadora y Strategic Activator en BE ON4HEALTH





