“Muchas personas ven las cosas como son y se preguntan: ¿Por qué? Yo las veo como pueden ser y me pregunto: ¿Por qué no?”. R. Kennedy
No tengo la menor idea de lo que va a pasar mañana.
Acaso puedo tener algunas perspectivas en función de la información que manejo, de cómo el futuro de la sociedad va a dar un cambio absoluto tal y como la conocemos hasta ahora.
No quiero hablar de la IA, porque a nadie se le oculta que a partir de ahora va a ser la mayor transformación y avance en el mundo, o mejor dicho en el planeta Tierra, tal y como lo conocemos hasta hoy.
Efectivamente, la sociedad y la empresa van a cambiar radicalmente en transformación de empleos, de nuevos materiales, de nuevas armas de destrucción masiva para las personas, pero inocuas para la riqueza y manejadas a distancia, de nuevos asistentes virtuales y de tecnologías inimaginables que unidas a los nuevos descubrimientos aplicados a la salud nos harán olvidar enfermedades crónicas y epidemias pasadas, mientras llegan otras.
Solamente tenemos que leer los resultados de la conferencia de Desarrolladores (WWDC) celebrada el 9 de junio 2025 en Cupertino. Un mundo inimaginable hasta hoy, pero comprensible y bienvenido.
Y en todo esto ¿dónde quedan las personas?
Los jóvenes en su mayoría no quieren ser como sus padres, que han pasado la vida trabajando, preparando un futuro, ahorrando e invirtiendo para la vejez o para la jubilación. Eso lo hacían cuando la perspectiva de vida, trabajo y sociedad estaban en un entorno de más o menos estabilidad.
Pero ¿ahora?
Los jóvenes entre 25 y 35 años quieren algo distinto. Suelen buscar una combinación de factores, como tener uno o varios empleos más o menos estables a corto y medio plazo, que les proporciones estabilidad económica, salud mental, relaciones sociales significativas, y un futuro prometedor sin importarles demasiado la ubicación y descartan ser “jefes” porque les impide tener lo que estaba buscando. Y cuentan con varias herencias: la herencia económica y la herencia social.
‘Los jóvenes entre 25 y 35 años quieren algo distinto’
La herencia económica viene de parte de los padres que ahorraron o atesoraron previendo su futuro y que no les dio tiempo a gastar todo… por si acaso.
La herencia social es la que dejamos en un mundo cada vez más diverso, complicado, antagónico y sin un orden ni equilibrio que permita atisbar un futuro con sentido.
De la herencia económica, posiblemente la parte más sustancial es la herencia del patrimonio, en concreto de las viviendas, que los herederos en su mayoría optan por vender, de hecho, en el año 2024 el 15% de las viviendas en venta en España, correspondían a propiedades heredadas y el resto de la herencia económica, para sufragar aquellos gastos, necesidades o caprichos, con la parte económica que no les dio tiempo a gastar a sus progenitores.
Pero la herencia social es la que tiene más fundamento y sobre la cual se construye la sociedad del futuro.
La herencia social comprende la transmisión de conocimientos, creencias, normas, valores y prácticas de una generación a otra y que influyen en el comportamiento de las personas en la sociedad.
Pero de la misma forma que la herencia económica es tangible, la social es volátil, entrópica y poco sostenible en el tiempo. Los nuevos cambios en las formas de vida, debidos a los avances tecnológicos, de investigación y de desarrollo de la sociedad están en contraposición con la realidad del mundo actual.
La falta de liderazgo, la polarización, los desajustes económicos, políticos y sociales en países más representativos del mundo afectan al resto de comunidades del planeta, donde las herencias sociales hasta hoy van despareciendo, dando paso a incertidumbres poco mantenidas en el tiempo.
Por eso las nuevas generaciones quieren construir su futuro en base a estabilidad económica y social, sin necesidad de asumir riesgos, ni trabajar duro o pensar en un futuro de progreso y de riqueza, como en la generación de sus antecesores porque la volatilidad de la sociedad y de un mundo menos estable, cada día es más frecuente.
Pero también valoran, si fuera necesario la educación, la oportunidad de crecimiento profesional limitado y el reconocimiento por su contribución a la sociedad, siempre que no sean contrarios a sus perspectivas de vida.
La educación estará basada en una formación permanente donde solamente el 0,5% de la población mundial se especializará y pondrá las directrices de cómo debe actuar el otro 99,5%, desde las posiciones de poder de liderazgo del mundo.
Asumir posiciones de liderazgo o de crecimiento profesional es una cuestión de asumir responsabilidades, riesgos y esto es contrario a lo que demandan las nuevas generaciones, estabilidad económica y social.
Los jóvenes a los que me refería antes serán los dueños del mundo dentro de 10 o 15 años y decidirán qué tipo de mundo quieren para ellos y por ende el que quieren para los demás, porque serán ellos los que decidan por el resto de la población en función de sus necesidades, más que por las nuestras y decidirán por nosotros si las herencias económicas tendrán el valor que actualmente tienen o cambiaran tal y como a ellos les interese.
Sin embargo, las herencias sociales deberían mantenerse en las nuevas generaciones, si somos capaces en la actualidad de transmitir los valores de una sociedad global que sepa adelantarse al futuro en lugar de luchar contra él.
Amigos, cada vez queda menos tiempo.