La igualdad de género en salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), significa que las mujeres y los hombres se encuentran en igualdad de condiciones para ejercer plenamente sus derechos y su potencial para estar sanos, contribuir al desarrollo sanitario y beneficiarse de los resultados1.

Sin embargo, la realidad dista mucho de ese ideal. Existe una brecha de género en salud: es real, está documentada y tiene consecuencias. Las mujeres viven más años, sí, pero lo hacen con mayor carga de enfermedad y menor calidad de vida. Según el ‘Índice de Igualdad de Género de la UE’, las mujeres presentan mayor prevalencia de enfermedades crónicas, reciben menos diagnósticos precisos y tienen menos acceso a tratamientos específicos2.

Esto no es casual ni anecdótico. Es estructural. Y tiene un nombre: falta de perspectiva de género en la atención sanitaria.

La salud femenina sigue sin ser una prioridad política ni presupuestaria. Y es urgente que lo sea. Necesitamos soluciones concretas, diseñadas con enfoque de género. Y para ello hace falta lo de siempre: compromiso, interés e inversión.

¿Por qué seguimos mirando a otro lado cuando hablamos de salud de las mujeres?

¿Hay un sesgo de género tan profundamente arraigado que impide cambiar las dinámicas establecidas? Todo apunta a que sí.

Durante décadas, los ensayos clínicos han estado protagonizados por hombres. Se ha asumido que los resultados eran extrapolables a las mujeres. Como si los cuerpos, los ciclos, las hormonas o la farmacodinámica fueran idénticos.

El problema persiste. En muchos estudios, el número de mujeres participantes sigue siendo inferior, lo que distorsiona los resultados y, en consecuencia, la calidad de los tratamientos que reciben.

Si al hecho de que la esperanza de vida en las mujeres es mayor que en los hombres, se suman falsos mitos como el que las féminas se ‘quejan’ menos, o que ellos sufren enfermedades más graves, se puede entender en parte esta situación de discriminación.  El resultado: menos diagnósticos certeros, menos tratamiento específico y más sufrimiento silenciado.

La clave está en la investigación

No hay cambio posible sin revisar el origen. Y el origen está en la ciencia. En la forma en que se investiga, en quién lo hace, en qué se estudia y con qué enfoque. Y de nuevo volvemos a encontrar que también aquí se produce un sesgo de género importante.

La presencia de mujeres en la investigación científica y el desarrollo tecnológico sigue siendo escasa, y con cifras que se encuentran por debajo de los hombres. Según los datos de Estadística sobre actividades en I+D elaborada por el INE, en 2023 el número de mujeres investigadoras (39,6%) en equivalencia a jornada completa (EJC) era inferior al de hombres3.

Las mujeres están infrarrepresentadas en este campo, y las futuras generaciones no tienen suficientes referentes que les hagan apostar por esta vía.

Cabe mencionar la situación específica del ámbito sanitario, y en concreto, Enfermería, un sector con abrumadora mayoría femenina, pero donde los enfermeros copan la mayor parte de los puestos de investigación y de docencia.

¿Qué necesitamos?

Más mujeres investigando. Más estudios centrados en la salud femenina. Más referentes. Más presencia en órganos de decisión científica. Y menos techos de cristal.

Para la reconocida socióloga Ángeles Durán Heras, todo un referente en la investigación española, “hoy por hoy, la aportación principal que pueden hacer las mujeres es la de sus dudas, las nuevas preguntas sobre el para qué y el para quién de la ciencia. En el desarrollo de los proyectos de investigación (…) son decisivas las etapas de selección de temas, organización y valoración del interés de los resultados. Ahí es donde se producen las principales diferencias de género, que son importantes en general y muy importantes en algunos campos científicos”.

Y tiene razón. El enfoque, las preguntas, los temas importan. Y cuando faltan las voces femeninas en la ciencia, sus necesidades y su visión, la salud de las mujeres queda fuera del foco.

Es el momento

Reenfocar la salud femenina desde la investigación no es una opción. Es una necesidad urgente. Hay muchos condicionantes e incertidumbres, pero entre todos, se puede revertir esta situación y acabar con los estereotipos y prejuicios. La igualdad real no se construye sola, hace falta más compromiso, más inversión y más implicación de todos los actores del sistema, y sobre todo, seguir apostando por la igualdad, para que el talento femenino se desarrolle plenamente.

Tenemos el conocimiento, el talento y la evidencia. Solo falta voluntad. Revertir la desigualdad en salud implica tomar decisiones políticas valientes, invertir en investigación con perspectiva de género y garantizar que las mujeres estén —por fin— en el centro de las políticas de salud.

Bibliografía

  1. Consejo Internacional de Enfermeras. Informe del Día Internacional de la Enfermera 2023: Nuestro futuro. Nuestras enfermeras. Ginebra: Consejo Internacional de Enfermeras, 2023. https://www.icn.ch/sites/default/files/2023-07/ICN_IND_2023_Report_SP.pdf. Consultado el 6 de diciembre de 2023)
  2. Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE). Gender Equality Index. Disponible en: data.europa.eu.
  3. Estadística sobre actividades de I+D. INE

Mar Rocha Martínez, Tesorera del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid
mar.rocha@codem.es