El pasado 14 de mayo de 2025, el Salón de Actos Gómez Durán del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander) fue el escenario del Encuentro de Expertos “Retos del siglo XXI: Programas de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA) Hospitalarios”. El evento, presencial y con emisión en directo vía streaming, fue organizado por New Medical Economics en colaboración con la Consejería de Salud del Gobierno de Cantabria, el Servicio Cántabro de Salud y el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, con el objetivo de ofrecer un espacio de análisis riguroso sobre la situación actual de los programas PROA en Cantabria, promoviendo iniciativas que optimicen su funcionamiento y contribuyan a alcanzar un mayor nivel de cumplimiento de sus procesos de certificación.
La jornada contó además con el patrocinio de Advanz, MundiPharma y Pfizer, laboratorios que han demostrado su compromiso con la mejora de la calidad asistencial y el uso racional de los antimicrobianos. Su apoyo permitió reunir a un elenco multidisciplinar de expertos en farmacia hospitalaria, microbiología, salud pública y gestión clínica, creando una sinergia fundamental para abordar una de las amenazas sanitarias más críticas de nuestro tiempo: la resistencia antimicrobiana.
El encuentro fue inaugurado por César Pascual Fernández, consejero de Salud del Gobierno de Cantabria, quien ofreció un mensaje directo y profundamente comprometido con la necesidad de reforzar los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos (PROA) como herramienta clave frente a una de las mayores amenazas sanitarias del siglo XXI: la resistencia antimicrobiana.
“El incremento de las infecciones resistentes es exponencial, pero además viene acompañado de una mayor severidad y mortalidad”, advirtió Pascual, alertando sobre la gravedad de un fenómeno que ya compromete la eficacia de tratamientos convencionales. En su intervención, apeló a una “responsabilidad colectiva” que debe ser asumida tanto por las administraciones públicas como por los profesionales clínicos, gestores y la propia industria farmacéutica. Asimismo, subrayó que el enfoque debe ser eminentemente multidisciplinar e intersectorial, incorporando no solo a los responsables sanitarios y clínicos, sino también a los ámbitos de salud pública, farmacia, seguridad del paciente y salud ambiental.
A continuación, José María Martínez García, presidente de New Medical Economics, puso en valor el alto nivel del panel reunido y reafirmó el compromiso de la publicación con el conocimiento útil y transformador: “estamos aquí para escuchar, aprender y dar impulso a quienes desde la práctica clínica están enfrentando uno de los desafíos sanitarios más complejos del siglo XXI”.
Primera mesa: visión institucional y estrategia sanitaria
Moderada por Mª Isabel Priede Díaz, directora general de Farmacia, Humanización y Coordinación Sociosanitaria del Gobierno de Cantabria, la primera mesa del encuentro reunió a representantes clave de la administración sanitaria para analizar el marco regulador, las barreras estructurales y las oportunidades de mejora de los equipos PROA desde una perspectiva institucional, estratégica y transversal.
Participaron en esta mesa: Francisco Arnaiz de las Revillas Almajano, coordinador del PROA en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla e investigador del IDIVAL; Flora Pérez Hernández, jefa del Servicio de Gestión Farmacéutica de la Consejería de Salud de Cantabria; José Luis Teja Barbero, coordinador de Seguridad del Paciente del Servicio Cántabro de Salud; y Luis Javier Viloria Raymundo, jefe de Servicio de Salud Pública de la Dirección General de Salud Pública de Cantabria
Francisco Arnaiz abrió el debate señalando la evolución del PROA en Cantabria desde 2010 y reivindicando su institucionalización más allá del cumplimiento normativo: “no se trata de un formalismo para lograr la certificación. Los PROA deben integrarse en la estructura operativa de los hospitales con liderazgo clínico claro y apoyo institucional real”.
Arnaiz valoró positivamente las nuevas directrices del Ministerio como un marco común que permite comparar indicadores y avanzar hacia una estrategia nacional coherente, pero también advirtió que aún existen centros en los que los recursos humanos asignados al PROA son insuficientes para un desarrollo completo.
Desde la gestión farmacéutica, Flora Pérez Hernández aportó una visión amplia y estructurada del papel que juega su departamento en el despliegue autonómico de los PROA. Señaló que su trabajo se articula en cuatro ejes: monitorización y análisis del consumo de antibióticos; coordinación institucional con Salud Pública, comisiones clínicas y hospitales; intervención reguladora, colaborando en comisiones ministeriales que evalúan la comercialización y financiación de antimicrobianos; y sensibilización y comunicación, apoyándose en asociaciones de pacientes y oficinas de farmacia para extender el impacto del PROA más allá del entorno clínico.
José Luis Teja Barbero, desde su experiencia en seguridad del paciente, situó el PROA como una herramienta indispensable para reducir riesgos clínicos derivados del uso inadecuado de antimicrobianos. “Cuando optimizamos un tratamiento, reducimos toxicidad, acortamos la estancia y evitamos resistencias. Es decir, estamos protegiendo directamente al paciente”.
Teja incidió en dos obstáculos fundamentales: la resistencia cultural al cambio por parte de algunos clínicos, y la falta de continuidad asistencial entre niveles (hospital, atención primaria, sociosanitario), que limita la trazabilidad y la eficacia de las intervenciones.
Por su parte, Luis Javier Viloria Raymundo ofreció una panorámica desde Salud Pública, destacando el papel coordinador que su dirección ha asumido desde 2015 en el desarrollo del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). “Los PROA han sido el elemento más visible, más eficaz y más replicable del PRAN. Lo que empezó con iniciativas individuales hoy se ha consolidado como una red estructurada y en expansión”, afirmó.
Viloria propuso intensificar el enfoque “One Health” en la comunidad, incorporando al comité autonómico a sectores como la sanidad animal y el ámbito medioambiental, con el objetivo de ampliar la vigilancia y las acciones preventivas. También abogó por extender el PROA a centros privados y residencias de mayores.
Mª Isabel Priede, en su papel de moderadora, resumió el debate enfatizando que el verdadero valor del PROA no reside en su obligatoriedad, sino en su impacto clínico y organizativo:
“no se trata de que haya un equipo PROA en cada hospital, sino de que ese equipo funcione, se coordine, evalúe y genere cambios reales. Esa es nuestra misión institucional”.
Segunda mesa: experiencias desde el terreno asistencial
Moderada por Ramón Herrería Laherrán, director médico del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, la segunda mesa del encuentro ofreció una aproximación práctica al funcionamiento diario de los equipos PROA desde múltiples perspectivas asistenciales: hospitales comarcales, atención primaria, microbiología y farmacia hospitalaria. El objetivo fue explorar las oportunidades, dificultades y aprendizajes reales que implica aplicar el PROA desde el terreno.
Los participantes en la mesa fueron: Carlos Armiñanzas Castillo, médico especialista en enfermedades infecciosas y miembro del equipo PROA del HUMV; Ana Arnaiz García, médico internista y coordinadora PROA del Hospital Sierrallana; Ana Campo Ruiz, internista y coordinadora PROA del Hospital de Laredo; Yolanda Borrego Izquierdo, farmacéutica de atención primaria de la Gerencia del SCS; Aitziber Illaro Uranga, farmacéutica hospitalaria del Servicio de Farmacia del HUMV; y Mª Pía Roiz Mesones, jefa del Servicio de Microbiología del HUMV
Abrió el turno Carlos Armiñanzas Castillo, quien compartió que el equipo PROA del HUMV se formó por demanda explícita de los propios prescriptores: “fueron los servicios clínicos los que nos pidieron venir a revisar antibióticos. Esa aceptación desde el inicio ha sido la clave”. El enfoque del equipo consiste en revisar paciente a paciente y dialogar directamente con los profesionales, un elemento que Armiñanzas considera esencial para lograr adhesión: “no es lo mismo dejar una nota clínica que conversar con el médico, entender su lógica y aportar formación. Así se construye confianza mutua”, señaló.
Desde el Hospital Sierrallana, Ana Arnaiz García compartió un modelo de trabajo basado en reuniones clínicas diarias entre el equipo PROA (microbiología, farmacia hospitalaria y medicina interna) y destacó la buena receptividad de los servicios quirúrgicos: “los facultativos no solo aceptan nuestras recomendaciones, sino que cada vez más demandan formación. El PROA ha sido un catalizador docente en el hospital”.
Para Ana Campo Ruiz, del Hospital de Laredo, uno de los principales retos sigue siendo el tiempo y los recursos: “compaginamos el PROA con la carga asistencial diaria. Revisamos lo que podemos y nos repartimos entre internistas. No somos un servicio específico de infecciosas”.
Aun así, señaló que la comunicación con otros servicios clínicos es muy fluida, gracias al tamaño reducido del hospital: “podemos ir directamente a hablar con el prescriptor, aclarar dudas, consensuar cambios. La cercanía facilita la adherencia”, aseguró.
Yolanda Borrego Izquierdo aportó la mirada desde la atención primaria, donde, pese a tratar infecciones más leves, el volumen de prescripciones es mucho mayor. “la falta de herramientas en receta electrónica es una gran limitación. Necesitamos integrar las guías en el sistema, definir patologías, dosis, ajustes…”.
Borrego explicó que los farmacéuticos de atención primaria solo son cuatro para toda la comunidad, lo que hace inviable realizar asesoramiento individualizado como en hospitalaria. “Hacemos sesiones, enviamos indicadores, promovemos cambios… pero necesitamos más referentes en los centros de salud. El impacto es real, pero no se mantiene sin continuidad”.
Desde farmacia hospitalaria, Aitziber Illaro Uranga puso el foco en el uso de los datos como herramienta de mejora: “tenemos datos de consumo, pero no los explotamos como deberíamos. Nos falta capacidad para cruzarlos con resistencias, por unidad clínica, por patología…”. Se mostró optimista con los avances logrados, pero también crítica con las limitaciones del sistema: “es frustrante tener los datos y no poder analizarlos con el nivel de profundidad que requiere una intervención efectiva”.
Mª Pía Roiz Mesones fue rotunda: “no puede haber un buen PROA sin un buen programa de optimización del diagnóstico microbiológico. Es un error pensar que el PROA empieza en el antibiótico. Empieza en la muestra”. Roiz explicó que la labor del laboratorio no se limita a emitir resultados, sino a diseñar algoritmos diagnósticos, actualizar protocolos y colaborar estrechamente con los servicios clínicos: “interactuamos con infecciosas, pediatría, intensivos… y, sobre todo, estamos disponibles 24/7. Esa inmediatez cambia radicalmente la eficacia terapéutica”. También subrayó la importancia de la toma correcta de muestras por parte del personal de enfermería: “la extracción bien hecha es un acto clínico crítico. Un hemocultivo contaminado o mal recogido puede suponer un ingreso innecesario o una antibioterapia inadecuada”.
Las diferencias entre hospitales grandes y comarcales también centraron parte del debate. Mientras Valdecilla cuenta con un equipo especializado y multidisciplinar, en Sierrallana y Laredo, el PROA depende de internistas que compatibilizan esta labor con su actividad clínica habitual.
Ana Campo remarcó: “no tenemos ni la misma estructura, ni la misma formación ni el mismo tiempo. Pero tenemos muchas ganas. Y con el apoyo de microbiología y farmacia hospitalaria, salimos adelante”. Ana Arnaiz añadió que la relación personal entre servicios es un activo diferencial de los hospitales pequeños
La segunda mesa evidenció que el PROA no es una política homogénea, sino una práctica adaptada a cada entorno, equipo y contexto. Que su éxito depende más del compromiso y la cooperación diaria que de las estructuras formales. Y que, más allá de los protocolos, lo que marca la diferencia es la capacidad de cada equipo para dialogar, formar y convencer.
Como resumió Ramón Herrería al cerrar la sesión: “pensar globalmente y actuar localmente. Esa es la clave. Y vosotros, los que estáis en el día a día, sois quienes hacéis posible que esta estrategia funcione”.
La clausura del encuentro se llevó a cabo por parte de tres voces autorizadas de la sanidad, que recogieron las principales ideas del encuentro y proyectaron los pasos a seguir.
Félix Rubial Bernárdez, director gerente del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, sintetizó con rigor las conclusiones de ambas mesas, apuntando las barreras y palancas identificadas. Señaló que la interoperabilidad, la resistencia al cambio y la cultura del checklist siguen lastrando el impacto del PROA en muchos centros, pero también reconoció el valor del liderazgo clínico y la coordinación institucional: “tenemos plan, tenemos personas y tenemos dirección. Ahora toca avanzar con datos accesibles y decisiones acertadas. Porque no basta con tener herramientas; hay que saber usarlas bien”.
Rubial celebró la riqueza del debate generado, la pluralidad de visiones y la voluntad común de “dejar atrás el modelo de intervención puntual” para dar paso a una cultura organizativa donde la optimización antibiótica sea parte natural del proceso asistencial.
Por su parte, Luis Carretero Alcántara, gerente del Servicio Cántabro de Salud, ofreció una mirada desde la planificación del sistema. Valoró especialmente el enfoque sistémico del evento y recordó que el desafío de las resistencias es una cuestión de supervivencia, no de modas sanitarias: “estamos ante una guerra evolutiva, donde los microorganismos mutan más rápido que nuestras defensas. Y eso exige inteligencia colectiva. No hay estrategia más costo-efectiva que utilizar bien lo que ya tenemos”. Carretero se comprometió a seguir fortaleciendo la red PROA regional y a fomentar entornos que favorezcan la innovación, el trabajo en equipo y la evaluación rigurosa.
El cierre institucional lo realizó José María Martínez García, presidente de New Medical Economics, quien expresó su satisfacción por el alto nivel del encuentro y reiteró el compromiso del medio con la mejora de la gestión sanitaria: “en New Medical Economics creemos en estos espacios de debate como auténticos catalizadores del cambio. Hemos estado en otras comunidades, pero lo vivido hoy en Cantabria ha sido ejemplar”.