El Ministerio de Sanidad ha lanzado un proyecto piloto de inteligencia artificial en Atención Primaria que podría marcar un antes y un después en la consulta médica. En siete comunidades autónomas se está probando una herramienta que escucha la conversación entre médico y paciente, la transcribe automáticamente, identifica términos clínicos relevantes y genera un borrador del informe clínico, un escriba digital. El profesional revisa, modifica si lo considera necesario y valida ese informe. Una vez completado el proceso, la grabación se elimina para preservar la confidencialidad.
Esta tecnología no pretende sustituir al médico, sino permitirle hacer mejor lo que mejor sabe hacer: escuchar, observar, empatizar, diagnosticar. El verdadero valor del proyecto no está en la automatización, sino en lo que libera. Libera la atención del galeno. Le permite levantar la vista, detenerse, mirar a los ojos. Le devuelve la presencia. La intención es que se extienda a atención especializada e incorpore a otros profesionales sanitarios que también requieren el contacto visual, como enfermeras, fisioterapeutas, farmacéuticos, nutricionistas y psicólogos.
Que esta necesidad es real lo demuestra un estudio publicado en la revista Family Medicine en 2018, que revela que los médicos de atención primaria dedican hasta un 37 por ciento del tiempo cara a cara con el paciente a interactuar con la pantalla del ordenador. No es solo una carga administrativa: es una interferencia en la relación terapéutica. La consulta deja de ser un espacio de diálogo para convertirse en una lucha contra el tiempo y los formularios.
Un cambio de esta magnitud tiene impacto a varios niveles. Según un estudio publicado en 2024 en Journal of General Internal Medicine, los profesionales que utilizaron asistentes de documentación basados en inteligencia artificial redujeron su carga de trabajo burocrático, mejoraron su satisfacción y ganaron tiempo para centrarse en el paciente.
‘La consulta deja de ser un espacio de diálogo para convertirse en una lucha contra el tiempo y los formularios’
También el paciente gana. La conversación se vuelve fluida, natural, sin interrupciones artificiales. El profesional puede dedicar más atención a explicar, a escuchar dudas, a observar gestos. Y eso tiene un efecto directo sobre la comprensión, la adherencia al tratamiento y la percepción de calidad asistencial.
Esta misma filosofía impulsa la iniciativa Mírame a los Ojos, que hemos puesto en marcha desde el Instituto #SaludsinBulos, que propone usar la tecnología no para reemplazar el contacto humano, sino para protegerlo. Mediante la formación y el fomento de herramientas de transcripción inteligente, formación en comunicación clínica y análisis de emociones, esta iniciativa busca reforzar la empatía en consulta. Porque humanizar no es solo sonreír: es poder mirar sin obstáculos, hablar sin prisas, escuchar sin interrupciones.
Otra evidencia reciente, publicada en la revista Digital Medicine en 2024, muestra que incluso pequeños ahorros de tiempo —como los 1,4 minutos por consulta que permite este tipo de IA— tienen un impacto acumulado relevante y reducen la fatiga clínica al final de la jornada.
La clave está en cómo se implanta esta tecnología: de forma ética, garantizando la privacidad, respetando el consentimiento del paciente y asegurando que el médico sigue siendo quien lidera la toma de decisiones. Solo así puede convertirse en un verdadero aliado.
Porque lo que está en juego no es solo la eficiencia. Es la calidad de la consulta. Es la relación que se construye cuando alguien siente que está siendo escuchado. Si esta inteligencia artificial consigue que volvamos a mirar a los ojos del paciente sin pantallas de por medio, estaremos no ante un avance técnico, sino ante una recuperación: la del vínculo que da sentido a la medicina.