Una persona muy cercana lleva meses con problemas digestivos.

Con vistas a encontrar una explicación e, idealmente, una solución, decide acudir al sistema sanitario. Esta es la ruta que ha seguido (el famoso patient journey):

Tras meses de malestar pide cita en Atención Primaria.

Diez días más tarde consigue ver al médico en el centro de salud, el cual pide una primera analítica general.

Tres días más tarde tiene la cita para dicha analítica, y cinco días después llegan los resultados

Al analizarlos, compruebo que el médico no había solicitado extraer variables como la calprotectina, las relacionadas con celiaquía o algunas intolerancias. Aspectos que eran fundamentales.

Esto obliga a repetir los pasos dos y tres: solicitud de cita en Atención Primaria, descripción de sintomatología, derivación a extracciones, repetición de la analítica pidiendo los parámetros correctos… Como resultado, medio mes invertidos en repetir movimientos.

‘La transformación digital de la sanidad es absolutamente fundamental para hacer que se adapte a las necesidades de los ciudadanos’

Tras valorar los resultados de esta segunda analítica, se deriva a Digestivo. Y a esperar cinco meses para la cita.

Esta semana el paciente verá a su médico especialista en digestivo. Para acudir a la cita tendrá que trasladarse a otra ciudad, por lo que ha necesitado reorganizar su agenda y liberar toda la mañana para asegurarse de que le dé tiempo.

Casi con total seguridad, en esta consulta (que durará tan solo unos diez minutos) el digestivo investigará la historia previa, completará la anamnesis y terminará pautando algún tratamiento empírico (como omeprazol) o una prueba como una endoscopia, para lo cual tendrá que esperar unas semanas (si no algún mes) y luego volver a Atención Primaria o volver al mismo médico especialista en digestivo para valorar siguientes pasos.

Lo que te acabo de contar es una situación totalmente habitual, no creo que a nadie le pille de lejos. Y, por otro lado, podemos estar de acuerdo en que este escenario se aleja mucho de una situación ideal.

¿Por qué te cuento todo esto?

Porque quiero demostrarte cómo pequeños avances gracias a la innovación y la tecnología podrían mejorar radicalmente la situación actual.

La transformación digital de la sanidad es absolutamente fundamental para hacer que esta se adapte a las necesidades de los ciudadanos.

El problema es que esa misma transformación digital no se limita a digitalizar las historias clínicas, sino que implica un cambio integral y transversal que rediseñe y mejore el sistema con ayuda de la tecnología. De algún modo, esta transformación necesitaría tirar lo que tenemos y empezar a construir desde abajo, pero esto, evidentemente, no es posible.

¿Qué sí es posible mejorar con la tecnología que existe actualmente?

Estandarizar procesos (para evitar cosas como tener que repetir una analítica). Es brutal la cantidad de variabilidad que existe en los procesos clínicos. Esto podría lograrse con una herramienta de Inteligencia Artificial que ayude, por medio de protocolos y guías clínicas, a tomar mejores decisiones.

Hacer la primera consulta de digestivo por videollamada, salvo que sea estrictamente necesaria la presencialidad. Esto es lo que conocemos como modelo Digital First.

Implementar la gestión inteligente de citas y listas de espera. Por ejemplo, integrando un asistente de voz para la gestión telefónica, usando algoritmos que identifiquen automáticamente huecos libres para ofrecerlos a los pacientes en la lista de espera o hacer recordatorios y confirmaciones de citas con agentes de voz telefónicos y por Whatsapp.

Completar la anamnesis digital previa a las consultas. Con un formulario digital estructurado o un agente conversacional para recopilar la historia clínica detallada antes de las citas con los profesionales. Estos lo recibirían de forma estructurada, lo que permitiría que los 10 minutos de consulta se dediquen a cosas de más valor que el recolectar datos.

Implementar la monitorización remota. Por ejemplo, con una app móvil para registrar los síntomas durante semanas y que esto se integre con la historia clínica.

Permitir que el paciente acceda a los resultados de sus pruebas acompañados de un contexto y un indicador claro del siguiente paso esperado. Esto incluso podría eliminar la necesidad de tener consultas extra.

Promover una educación sanitaria personalizada. Por ejemplo, tras la consulta de digestivo, el paciente recibe en su móvil indicaciones de tratamiento junto con material educativo multimedia.

Y esto son solo unas pinceladas.

Sé que, en muchas ocasiones, desmoraliza el sistema que tenemos, tanto a ciudadanos de a pie como a los profesionales y gestores. Pero, como ves, es totalmente factible optimizar nuestro sistema actual gracias a la tecnología mejorando, no solo los resultados en salud, sino también la experiencia de las personas y la sostenibilidad financiera.

Esto no va de echar culpas, sino de obtener resultados. Si el patient journey parece una gymkhana, la culpa desde luego no es del paciente; y esto, más que de tecnología, va de tomar decisiones. Porque las herramientas, como has visto, están disponibles. Falta que queramos usarlas.