Reducir el desperdicio es una de las acciones más importantes que podemos implementar para luchar contra la crisis climática. El desperdicio tiene un impacto ambiental, social y económico en todos los países y regiones. Vivimos en un mundo de sobreconsumo y solo con el ahorro, la reutilización o la economía circular podremos garantizar el futuro de las próximas generaciones.

En Japón existe un concepto “Mottainai” palabra de difícil traducción al español, aunque su significado se aproxima al arrepentimiento por desperdiciar. El concepto tiene un origen budista y surgió hace varios siglos en Edo (Tokio). La palabra Mottainai está compuesta por mottai y nai. Mottai se refiere al valor intrínseco de un objeto material, mientras que nai indica ausencia o carencia. En este concepto filosófico se basa la amplia campaña de reciclaje japonesa de las 4R: «Reducir, Reutilizar, Reciclar, Respetar».

Distintos escritores, cantautores y gurús nos han hablado del término Mottainai. La ecologista keniana Wangari Maathai, galardonada en 2004 con el Premio Nobel de la Paz, ha promovido el uso del concepto mottainai como sinónimo de la expresión «reduce, reutiliza, recicla». Se dice que la ecologista aprendió esta palabra en un evento relacionado con el Protocolo de Kioto en 2005, aunque ya había oído hablar del concepto en el periódico Mainichi Shinbun y quedó impresionada por la profunda similitud entre el significado de la palabra japonesa y algunos conceptos equivalentes en suajili relacionados con la responsabilidad de las personas de respetar el planeta a través de la frugalidad (cualidad de ser prudente, ahorrativo y económico en el uso de recursos consumibles, como la comida o el agua, así como optimizar el uso del tiempo y el dinero para evitar el desperdicio y el derroche).

El cantautor Masashi Sada, compuso una canción «Mottanai» para promover la sensibilización y concienciación de los niños para preservar los recursos.

Mariko Shinju escribió un libro para niños llamado Mottainai Grandma recordando la tradición de no derrochar. Y Marie Kondo, gurú de la orden japonesa propone buscar nuevos hogares para las cosas que ya no necesitamos, una forma de evitar que se conviertan en mottanai.

«En este concepto filosófico se basa la amplia campaña de reciclaje japonesa de las 4R: Reducir, Reutilizar, Reciclar, Respetar»

Como vemos, el concepto mottainai se ha hecho popular aprovechando la cultura de la reutilización o los sistemas, cada vez más avanzados, de reciclaje de plásticos, aceites o aparatos eléctricos. De mottainai saben mucho en Kamikatsu, una pequeña comunidad de 2.000 habitantes en las montañas de la isla de Shikoku. Esta localidad es un referente mundial de sostenibilidad y aprovechamiento de recursos con unas tasas de reciclaje superiores al 80%. Otra muestra de mottainai lo tenemos en los recientes juegos olímpicos celebrados en Tokio, camas de la villa olímpica, fabricadas en cartón, los podios impresos en 3D a partir de plásticos recuperados en el mar o las medallas olímpicas fabricadas a partir de metales preciosos extraídos de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

El espíritu ecológico y la práctica de la sostenibilidad, así como el consumo responsable y sostenible son buenas formas de adoptar el espíritu del mottainai como una filosofía de vida.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) en su programa para el medioambiente lanzó un objetivo para el 2030, reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita. Es un desafío importante, pero a la vez una oportunidad para asegurar que los alimentos lleguen a quienes los necesitan y, de paso, reducir el impacto ambiental.

La Comisión Europea (2018) adoptó la Directiva sobre residuos, que vincula a los estados miembros de la UE a comenzar a medir y reportar su desperdicio de alimentos desde el año 2020. Sin embargo, la Directiva retrasó la revisión de los objetivos hasta el año 2023.

Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, las organizaciones sanitarias, las empresas, los gobiernos y la ciudadanía en general deben reducir los desperdicios de alimentos.

Una de las mayores acciones que se pueden realizar para llegar al Hambre Cero, es acabar con el desperdicio y evitar la contaminación que se genera a partir de los residuos.

Un mundo sin hambre es posible, e invita a las personas a llevar a cabo iniciativas para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ODS 1, Fin de la pobreza, ODS 2, Hambre Cero, ODS 12, Producción y consumo responsables.

Cada uno de nosotros podemos trabajar por un futuro inclusivo y sostenible, “Nuestras acciones son nuestro futuro” el hambre sigue aumentando en el mundo y estamos volviendo a los niveles de hace una década, es hora de sumar esfuerzos si queremos lograr las metas de los ODS.

Nuestro mundo globalizado es uno en el que nuestras economías, culturas y poblaciones están cada vez más interconectadas. Hoy más que nunca necesitamos soluciones mundiales ante las crisis mundiales. Apuntando a mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y una vida mejor podemos avanzar mediante la implementación de soluciones sostenibles y holísticas que consideren el desarrollo a medio y largo plazo.

Una de las mayores acciones que se pueden realizar para llegar al Hambre Cero, es acabar con el desperdicio “Mottainai”.

El próximo 2 de enero de 2023 entrará en vigor la Ley de Prevención de las pérdidas y el Desperdicio Alimentario que afectará a todos los agentes de la cadena alimentaria.