Habitualmente, cuando analizamos la situación de la lista de espera quirúrgica, utilizamos siete parámetros: pacientes que hay en lista de espera, tiempo medio de espera, pacientes por 1.000 habitantes en espera, pacientes que esperan más de 180 días, porcentaje de pacientes que esperan más de 180 días, número de entradas en lista de espera y salidas por intervención quirúrgica.

Estos parámetros por sí mismos nos aportan una información relevante. Pero si los relacionamos entre sí los datos obtenidos son mucho más enriquecedores. Y si además los relacionamos con la actividad y con la demanda, la foto de la situación es mucho más completa.

De todos ellos, el tiempo medio de espera es el que más importa y preocupa a los ciudadanos, pues es el dato que realmente percibe en su realidad asistencial. Controlar adecuadamente estos tiempos debe ser prioritario para los actores sanitarios, el cual debe partir de un profundo entendimiento de los factores que van a determinar su comportamiento.

El tiempo medio de espera. Buen dato, pero insuficiente

Conocer el tiempo de medio de espera tiene un valor importante para conocer la realidad a la que se enfrentan tanto los ciudadanos como los profesionales. Sin embargo, es del todo insuficiente para conocer la realidad: si no se conoce el grado de dispersión entre los valores más altos y bajos, o en qué tiempos se concentran la mayor parte de los pacientes que esperan, u otros datos de distribución, y sin una categorización de los pacientes en función de sus necesidades de priorización, la interpretación que podemos hacer está bastante limitada.

En cualquier caso, estamos obligados a “hacer el mejor cesto con los mimbres que tenemos”. En este contexto, analizando los datos disponibles del Ministerio de Sanidad, que llegan hasta junio del 2023, podemos extraer las siguientes conclusiones:

Existe un efecto “dientes de sierra” como consecuencia del componente estacional en la evolución de los tiempos medios

En un primer análisis de una gráfica sobre los tiempos medios de espera quirúrgica, y a vista de pájaro, es fácil concluir que el tiempo de espera ha disminuido en el primer semestre del 2023. Si ampliamos un poco más el histórico también es fácil ver como esa bajada responde a un típico efecto “diente de sierra”, que es consustancial a nuestro sistema sanitario, más productivo en los primeros semestres del año que los segundos, posiblemente por el efecto vacaciones de verano. Si bien en el segundo semestre también se produce el efecto vacaciones navidades se contrarresta pues el efecto vacaciones de Semana Santa del primero. Esta última reflexión es una hipótesis que intentaremos validar (o no) con datos en algún momento.

Control de tiempos medios, en un escenario de crecimiento de la lista de espera

Las políticas y actuaciones que se vienen realizando para gestionar la demanda están consiguiendo, en el periodo post pandemia, controlar los tiempos medios, aunque el escenario sigue siendo de un crecimiento sostenido de personas en espera.

Tendencia a la estabilidad, con la disminución de las oscilaciones, una vez pasado el primer impacto de la pandemia

De hecho, las oscilaciones entre el corte de mediados de año y el de final se han reducido notablemente, dato que se refleja también en la desviación estándar post pandemia.

Aunque existe una tendencia al alza en la evolución de los tiempos medios, suprimimos los puntos atípicos entre junio 2020 y junio 2021, ambos incluidos. Estaríamos ante un escenario de tendencia a la baja de los tiempos medios. Incluso una tendencia a una estabilidad de evolución media que deberá confirmarse, o no, en los próximos semestres.

Las entradas en lista de espera y los tiempos medios: tendencias similares, pero con escasa correlación

Razonablemente, a mayor número de pacientes que entran en lista de espera, menor tiempo medio, y viceversa. Salvo en diciembre de 2016, este axioma se cumple.

Después de la pandemia, el comportamiento similar (aunque inversamente proporcional) se incrementa, a la par que las oscilaciones intersemestrales van disminuyendo en ambos factores.

Las salidas por intervención quirúrgica, evolución muy similar a los tiempos medios (en términos relativos)

Las oscilaciones de las salidas por intervención quirúrgica siempre son mayores que las entradas, y van casi en paralelo. Sin embargo, las salidas de lista de espera por la intervención quirúrgica tienen una mayor relación con los tiempos medios de espera que las entradas en todo el periodo estudiado.

En los escenarios analizados, normalizando esta anomalía, la correlación en el período prepandemia es exactamente igual a la post pandemia. Es decir, la salida de intervención quirúrgica nos explica el comportamiento que hay en los tiempos medios mucho mejor que las entradas en lista.

La evolución de pacientes de más de 180 días: en paralelo con los tiempos medios

Razonablemente también, ante crecimientos más moderados, incluso disminución de los tiempos medios de espera, el número de pacientes que esperan más de 180 días, fluctúan de manera similar. Sin llegar a serlo, la relación entre estos indicadores puede ser utilizada como una aproximación a una medida de dispersión. Siendo positivo que se controle el crecimiento de pacientes que esperan más de 180 días, ya sea en términos relativos o términos del número de ellos, surgen otros interrogantes que no tenemos información para responderlos. Fundamentalmente, sería interesante conocer si esa disminución se produce como consecuencia de salida de lista por intervención quirúrgica o por otros motivos.

Cabe preguntarse además qué criterios están aplicando para priorizar la salida: mayor tiempo de espera, preferentes o urgentes (tendría menos impacto en este indicador), una combinación de ambos, u otros criterios.

En definitiva, con la información disponible se pueden sacar muchas conclusiones que ayuden a gestionar de la mejor manera posible el grave problema de la lista de espera quirúrgica, asumiendo la paradoja que, a mayor número de respuestas, mayor número de nuevos interrogantes surgen. Es decir, en este caso estamos ante una relación directamente proporcional.