El Consejo Interterritorial de Salud ha decidido la retirada definitiva de la obligatoriedad de las mascarillas en centros de salud, hospitales, farmacias y residencias, que ha sido aprobada recientemente en el Consejo de Ministros. Es el momento de reflexionar sobre “lo que la mascarilla legó a la comunicación interpersonal tras la pandemia”.

Ante esta situación, el experto de comunicación sanitaria de la Fundación Casaverde, Julio García Gómez, que trabajó, especialmente durante la pandemia del COVID-19, en la docencia de habilidades en comunicación para profesionales de la salud y diversos ámbitos profesionales y sociales, argumenta que:

“Con la pandemia hubo que desarrollar nuevas estrategias y habilidades de comunicación interpersonal, y a partir de ahí vivimos el auge, desarrollo e implementación de las reuniones online y videoconferencias que nos convirtieron a todos un poco en ‘presentadores’ del Telediario. Tuvimos que aprender a mirar a cámara, a no dispersar la mirada, a fijar la atención en el punto luminoso de la cámara del ordenador o del móvil, a hablar delante del micrófono con claridad y a no revolotear con las manos”.

“La mascarilla obligatoria ayudó a potenciar el lenguaje verbal de manera que había que elevar el tono de voz y vocalizar mejor para que se nos entendiera por el efecto de filtraje de la mascarilla, que en función del material de que estuviera fabricada, reducía más o menos el sonido de las palabras. Las mascarillas quirúrgicas, o las FFP2 o FFP3 tamizan el sonido de manera diferente y exigen adecuar el volumen de la voz para que el interlocutor nos entienda bien.

Todos estos aspectos y otros como el buen uso del lenguaje no verbal de manos, rostro, cuerpo y piernas han servido de apoyo para manifestar ideas, conceptos, pensamientos y establecimiento de diálogo en el ámbito personal, social y familiar entre padres e hijos, en las parejas, con nuestros mayores en casa y en residencias. Estos últimos nos han demandado especialmente hablar mejor con la mascarilla, más alto y claro, pronunciando adecuadamente, casi deletreando, por la dificultad de escucha que pudieran tener. Hasta tal punto, se crearon mascarillas con material transparente en los labios, para que pudieran leer nuestras palabras personas con dificultades auditivas”.

Estos aspectos han venido a potenciar nuestra comunicación y diálogo personal para hacer del “Decálogo de la Comunicación Personal COVID-19” un legado para hablar mejor, transmitir con más facilidad y practicar una comunicación más efectiva.

La voz

Es necesario elevar el volumen de la voz, en función de las necesidades de la situación y el lugar donde estamos, para que se nos entienda bien y proyectar el sonido.

La pronunciación

Hay que articular correctamente las palabras. Una buena vocalización facilitará que los mensajes lleguen con efectividad a nuestro receptor. Es necesario abrir la boca y articular claramente los sonidos para una buena pronunciación.

El ritmo

Debemos ajustar nuestros mensajes al ritmo adecuado de escucha para que se haga inteligible y nítido. No debemos hablar deprisa porque será más difícil que sigan nuestra alocución.

Los mensajes

Que nuestros mensajes sean cortos y con sentido de manera individual. Emitir frases breves con punto y seguido, que se separen convenientemente unas de otras y se evite tener que volver sobre las frases anteriores para entender el sentido de la conversación por haberse perdido el hilo conductor.

El énfasis

Huir de la monotonía de las frases en la conversación. Poner de relieve con énfasis determinadas palabras clave que fijen la atención del interlocutor y hagan más amena nuestra conversación. Hay que remarcar determinadas palabras para que nuestras frases sean más vivaces y vigorosas.

Los ojos

Aprender a comunicar con la mirada, con los ojos, para que complementen nuestro lenguaje verbal. Hay que practicar la mirada directa para que el interlocutor pueda leer en los ojos nuestras emociones o la intención de nuestras palabras.

Las manos

Que acompañen el lenguaje verbal y sirvan para remarcar el sentido de las frases, sean un complemento, o sirvan para dar vida a lo que queremos decir o manifestar.

La cabeza

La cabeza nos ayuda a reforzar el mensaje con el movimiento que queramos efectuar para acompañar las palabras. Mover la cabeza hacia delante, a la izquierda o a la derecha, serán claves para reforzar ideas que queremos fijar en nuestro interlocutor.

El cuerpo

El cuerpo juega un papel fundamental. En el grado de inclinación que tome para buscar la cercanía del mensaje o el afecto, siempre en los límites de la distancia establecida, contribuirá a que nuestra conversación sea más directa, efectiva y “personal”.

Ensayo, errores y aciertos

Practicar constantemente para conseguir comunicar con fluidez y eficacia. Escuchar nuestra voz grabada y ver nuestro rostro en vídeo, nos ayudará a mejorar la comunicación y disfrutar de la palabra y el diálogo con nuestros interlocutores.