La población en los países industrializados está cada vez más envejecida, al concurrir entre otros factores, una baja natalidad y una esperanza de vida cada vez mayor, como en España donde la media ronda los 83 años (mayor para las mujeres y superando los hombres los 80); siendo, sin embargo, 73 años la media con salud. Ya hay tantos mayores de 60 años como menores de 18 y se estima que en 2030, el 35% de la población española será mayor de 65 años.

Unido a que el 60% de los mayores de 65 años sufre más de una enfermedad crónica; podemos considerar que la mayoría de las personas mayores son pacientes pluripatológicos; conviviendo con diferentes patologías crónicas simultáneamente, siendo la afectación articular una de las más frecuentes, destacando por su alta prevalencia, la artrosis, la osteoporosis y la sarcopenia.

Unido a la edad, es natural la merma de las capacidades físicas y cognitivas, lo que incrementa la vulnerabilidad y condiciona la autonomía, con una afectación emocional que en muchos casos puede llegar a ser extrema.

Estando muchas de estas personas institucionalizadas, para OAFI ha sido una prioridad proveerles de entornos adaptados a sus limitaciones físicas como pretende el programa OAFI Space; pero también el emocional, como ha sido objeto del presente trabajo de revisión bibliográfica, explorando los beneficios de la Terapia Asistida con Animales (TAA) entre las personas mayores, desarrollado como trabajo fin de grado de Enfermería el pasado año, por una voluntaria de OAFI.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) especifica que los cambios a lo largo de la vida, no solo dependen de la edad, sino mayoritariamente del estilo de vida o las vivencias de cada individuo, siendo un objetivo claro, promover el envejecimiento activo.

Por otro lado, la TAA es una intervención que trata de beneficiar física, psíquica, cognitivamente, y social a la persona, mediante la participación de animales elegidos a través de una selección específica, sanos, seguros, así como debidamente adiestrados y adaptados para llevar a cabo una actividad concreta, en función de unos programas terapéuticos específicos, siendo el objetivo último mejorar la calidad de vida del individuo; sin molestar a terceros.

No debe confundirse la TAA con la convivencia con un animal de compañía, que ha podido seleccionarse de forma inadecuada, ser mal adiestrado, etc.; pues siendo una terapia, ha de ser planificada y personalizada, ejercitarse de forma controlada en el espacio y durante cierto tiempo y determinados días por semana de la mano de un profesional experto, ya sea en el ámbito donde vive la persona o trasladando a esta.

Se identificaron 91 artículos originales de investigaciones primarias de los últimos 5 años, referidos a la población anciana; en las bases de datos Cinahl, Pubmed Scopus y WOS; y aplicados descriptores y limitadores ratificados por OAFI. Revisados abstracts, fueron seleccionados 34 de ellos y finalmente, sometidos a las herramientas CASPe y STROBE, se hizo una lectura crítica de 19.

La TAA demuestra mejorar múltiples aspectos y la calidad de vida en pacientes mayores, tanto en personas con deterioro cognitivo como sin él, si bien en los primeros, los beneficios son más aparentes, también se observaron entre quienes presentaban deterioro cognitivo. En este segundo caso, las actividades más eficientes son las que solo se centran en interactuar física y verbalmente con el animal, evitando complicaciones con ejercicios asociados, que sí resultaban útiles en el primero de los colectivos. Además, se muestra favorable en personas que viven solas, en compañía o institucionalizadas, hasta el final de la vida.

Los animales son un recurso útil, económico, sencillo de aplicar y efectivo desde la primera sesión, al funcionar como medio facilitador al estimular al sujeto, obteniendo resultados muy favorables, tanto de carácter físico como emocional y social; pero pueden generarse dependencias, haciéndose necesaria una adecuada planificación y gestión del recurso, a corto y largo plazo, de forma personalizada.

Las principales barreras se refieren al miedo, aspectos higiénicos, ruido, olor, cuidados requeridos, desorden, etc.; abordables en todo caso.

Es reseñable que los beneficios no solo se observan entre los ancianos, sino también en el personal sociosanitario, favoreciendo la relación entre sí y con las personas atendidas.

La enfermería es una de las profesiones que se vería beneficiada, ya que, la TAA puede ser un facilitador de los cuidados que realiza, incluso ante actividades que conllevan cierto estrés.

La mayoría de los estudios utilizan al perro como animal en la TAA, sin embargo, cualquier animal puede ser útil en alguna medida y para ciertas aplicaciones: animales de granja, caballos, pájaros, delfines, etc. En todo caso, la TAA es una práctica cada vez más empleada en todos los rangos de edad y diversas patologías, si bien en esta revisión queda patente la heterogeneidad con diferentes programas y variabilidad en las actividades desarrolladas, desde simplemente la presencia del animal, a su implicación activa en ejercicios más o menos complicados; y consecuentemente, aunque siempre se observó mejoría, variable la efectividad.

Podemos concluir de la revisión llevada a cabo, que la TAA ha demostrado mejorar la calidad de vida proporcionando múltiples beneficios, favoreciendo en el anciano cuatro principales áreas:

Psicológica y estimulación cognitiva: combatiendo la afectación emocional (como la sintomatología de ansiedad o depresiva), la soledad indeseada, el aburrimiento y la tristeza, desarrollar la adaptabilidad y la empatía, la responsabilización y motivación, preserva la actividad cerebral y la memoria, la sensación de satisfacción y felicidad; y potencia la autoestima, entre otras.

Analgésica y sensorial: reduciendo en cierta medida el dolor crónico, estimulando los sentidos y facilitando el sueño al mitigar el estrés, etc.

Relación y comunicación: despierta interés, facilita el contacto social al generar ocasiones de relación, mejora conductas, entrena la comunicación, la comprensión, el lenguaje verbal y no verbal, desinhibe la expresión emocional y afectiva, etc.

Psicomotora: fomenta la actividad física a través del juego, entrena la coordinación y la movilidad, entre otros.

Todo ello paralelo a la fisioterapia, psicoterapia y la terapia farmacológica, entre otras, complementándolas e incluso relacionándose con la reducción de la medicación.

Los resultados de la TAA en ancianos podrían incluso posicionarla como tratamiento no farmacológico de primera elección ante situaciones concretas como la depresión, la soledad, el deterioro cognitivo y de ciertas capacidades físicas, etc., lo que además contribuiría a mejorar la percepción de la calidad del servicio recibido y a reducir los efectos secundarios que acompañan a otras terapias como la farmacológica.

Si estás interesado en saber más sobre salud articular o necesitas nuestra ayuda como organización de pacientes, estamos a tu disposición en OAFI (Osteoarthritis Foundation Interntional) https://www.oafifoundation.com/, con sede en Barcelona, c/ Tuset, 19 · 3º 2ª; teléfono: 931 594 015 y correo electrónico: rsc@oafifoundation.com.