Queridos lectores de New Medical Economics después de más de cuatro años escribiendo columnas con cierta frecuencia sobre diversos temas actuales y relevantes en salud quería despedirme de vosotros dándoos las gracias por la acogida tan formidable que han tenido siempre mis publicaciones y tomándome el atrevimiento de compartir con todos vosotros uno de los momentos más emocionantes que he vivido a lo largo de mi carrera profesional.

Desde hace algunos años desempeño mi labor enfermera en una pequeña residencia pública para personas mayores ubicada en el corazón de la Mancha. Como todos conocéis desde el inicio de la pandemia, las residencias de ancianos se convirtieron en uno de los principales focos de la crisis sanitaria. Su personal se sintió sobrepasado, se vivieron situaciones muy duras y se inició una lucha sin precedentes y sin los recursos necesarios mínimos para la atención médica en los centros durante los primeros momentos. Mi residencia fue una de las tantas que se vio fuertemente azotada en la primera ola, falleciendo en un espacio corto de tiempo casi la mitad de sus mayores. Y es que, hasta donde conocemos, el SARS-CoV-2 afecta de forma más grave a mayores de 65 años con patología cardiovascular previa (sobre todo hipertensión e insuficiencia cardíaca) y en menor medida con patología respiratoria crónica y diabetes. Por lo tanto, los residentes y usuarios de los centros sociosanitarios se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad al presentar patologías de base, edad avanzada, permanecer en contacto estrecho con otras personas (sus cuidadores) y pasar mucho tiempo en entornos cerrados y con población igualmente frágil.

A día de hoy, ningún residente ni trabajador ha presentado alguna reacción a la vacuna, salvo ligera molestia en la zona de punción

Ante estas premisas, la dirección del centro junto con los diferentes departamentos que la componen, entre los que me incluyo, hemos ido desarrollando un plan de contingencia y aplicando todos los cortafuegos necesarios a medida que obteníamos más información acerca de la transmisibilidad de la enfermedad para evitar cualquier rebrote en nuestro centro. Gracias a ello, podemos constatar que desde el pasado mes de junio no se ha vuelto a registrar ningún contagio de COVID-19 en ella. Esta excelente noticia es fruto del resultado de un incansable trabajo en equipo del que nos sentimos plenamente orgullosos y que nos da fuerzas para seguir adelante.
El 7 de enero de 2021 pasará a la historia en nuestra residencia. El Plan de Vacunación contra la COVID-19, que está desarrollando la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha llegó ese día a nuestro centro, sosteniendo un propósito muy específico; el de salvar vidas llegando a las poblaciones de más riesgo y a sus cuidadores, con una vacunación masiva en residencias para mayores. La primera en recibir la vacuna fue la centenaria y decana de la residencia que este mismo mes cumplirá 105 años, siguiendo su ejemplo de valentía y responsabilidad se vacunaron el resto de residentes y trabajadores, tan solo cuatro residentes, por distintos motivos justificados, no dieron su consentimiento para vacunarse. A día de hoy, y siguiendo un control estricto de farmacovigilancia, ningún residente ni trabajador ha presentado alguna reacción a la misma, salvo ligera molestia en la zona de punción.

Fue una jornada de trabajo muy emocionante la que viví aquel día, se me ponen los pelos de punta al recordar la conmoción y felicidad que se respiraba en el ambiente, todos estábamos convencidos que era el principio del fin y con la memoria puesta en los que nos dejaron. Atrás quedaban muchos meses de duro trabajo y de sufrimiento. Personalmente me siento muy afortunada al haber tenido la oportunidad de inmunizar y proteger a una comunidad tan vulnerable y ser testigo del optimismo con el que la recibían.
Pero esta noticia tan alentadora no nos debe hacer olvidar que los riesgos del virus siguen estando muy presentes y que, hasta que no se consiga una inmunización general, con la colaboración de toda la sociedad seguiremos con las espadas en alto. De hecho, las cifras actuales nos hablan de una situación muy complicada en estos momentos, con una incidencia del virus muy elevada que hace temer que nos adentremos en una «tercera ola».

Con el deseo que mi testimonio os inunde de esperanza y con la mirada puesta en un prometedor año 2021 me despido de vosotros.