«Con que haya una persona en el mundo mutilada, es una lucha de todos y de todas»
– Hayat Traspas Ismailm cofundadora de ‘Save a girl, save a generation’ –

En este instante en el que la pandemia por el coronavirus golpea fuertemente a todo el planeta, hay otros acontecimientos que se suceden y que por su trascendencia histórica no se deberían dejar de mencionar y desaprovechar la oportunidad de ponerlo de relieve. Es el caso de la mutilación genital femenina. Desde hace décadas se está luchando por los Derechos Humanos, especialmente de miles de mujeres y niñas, y por supuesto por la defensa de su dignidad de manera más íntegra. Y uno de los más importantes pasos que se han dado en este aspecto ha sucedido el pasado 22 de abril en Sudán. Este país africano anunció el establecimiento de una nueva ley que prohibirá y penará la ablación. Esta decisión abre un camino hacia la igualdad y libertad de la mujer en estas sociedades. Ley que ha sido recibida en el mundo como el «comienzo de una nueva era».

Se habla que, a escala global, en torno a 200 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilación genital femenina (MGF), al menos en 27 países de África, así como en zonas de Asia y Oriente Medio. Es una cifra escalofriante que ha hecho al gobierno sudanés plantear esta modificación legislativa a través de una enmienda en su artículo 141 del Código Penal, ya que la ablación en este país afectaba a la práctica totalidad de la población femenina: 90% de las mujeres y niñas con edades comprendidas entre los 14 y los 49 años, según datos ofrecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En la reforma de este artículo se recoge la supresión total de la mutilación genital femenina y, además, se establece que la realización de esta actividad es un grave atentado a la integridad de las mujeres que la sufren, constituyendo una de las formas de violencia de género más extremas que se conocen. Esta tradición, a partir de ahora, se convierte en delito siendo perseguida y penada incluso con 3 años de cárcel, y acompañada de severas multas económicas.

Si se analizan minuciosamente los procedimientos de mutilación genital desde el punto de vista sanitario, el beneficio para la salud es nulo

En esta línea, el portavoz del primer ministro Abdalá Hamdok, Al Barag al Nazir, ha confirmado la firme intención de trabajar para el control, contención y vigilancia de estas actividades, evitando que se continúe de manera clandestina por lo ilegal de esta práctica. Para ello la primera iniciativa que se ha tomado ha sido la retirada de todas las licencias concedidas a los hospitales y centros médicos en los que se estaba realizando esta aberración, aunque su origen sea ancestral y muy arraigado.

Los motivos de dicha costumbre pueden diferir entre regiones, tribus o pueblos, y entre épocas, pero el motivo principal suele estar centrado en una mezcla de distintos factores socioculturales que denotan una gran desigualdad entre géneros y que plantea a la mujer como sumisa de la familia y el matrimonio. Siendo una de las principales, y más extendidas, ideas que esta mutilación es la mejor manera de preparar a la mujer para la vida adulta, concretamente para el matrimonio (aspecto que posee una especial importancia para el «honor» familiar), entregada a la fidelidad sin fisuras dentro del mismo por parte de la fémina, al disminuir, o inclusive, desaparecer instintos tan naturales como el deseo y el placer sexual.

Si se analizan minuciosamente los procedimientos de mutilación genital desde el punto de vista sanitario, el beneficio para la salud es nulo. Por contrapartida, todo son contras, pues acarrean importantes riesgos físicos y psíquicos, además de serios problemas médicos, que llevan a las mujeres a una situación de vulnerabilidad extrema, pudiendo llegar a provocar su muerte. Por lo general, la «técnica» se practica sin anestesia y sin las mínimas medidas de higiene. Y sus efectos inmediatos suelen ser, entre otros muchos: hemorragias masivas, fiebre, tétanos, shock, padecimiento de fuertes e insoportables dolores, infecciones del tracto urinario… Sin contar los que surgen con el tiempo y que las dejan marcadas de por vida como las secuelas psicológicas, infertilidad, dolor crónico durante las relaciones sexuales, contagio por VIH y hasta la posibilidad de analfabetización al dejar la escuela para casarse.

Organizaciones en defensa de los Derechos de las Mujeres han declarado que esta reforma del Código Penal ayudará a detener la mutilación genital femenina en Sudán, y puede que sirva como referencia a otros países. No obstante, el camino es largo y arduo, y no ha hecho nada más que empezar. Para ello, deben estar acompañados de medidas que impliquen una educación integradora, fuertes cambios culturales e intensificación en iniciativas de sensibilización.

Pero lo importante es este primer paso que pone la semilla para un nuevo futuro de la mujer en estos países con el final a esta abominable práctica. La esperanza siempre es posible.