Uno de los efectos más importantes que ha producido la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 ha sido la variabilidad del impacto en las diferentes poblaciones afectadas. Según el informe de Michael Marmot, la distribución de la mortalidad estandarizada está muy influenciada por los niveles de desigualdad social, ambiental y económica en la sociedad.

Cuando analizamos la calidad de la atención en salud también encontramos que la variabilidad de los procesos de atención y de sus resultados está muy presente. La variabilidad que se ha puesto de manifiesto en la pandemia es un constante enemigo de la calidad de la atención en salud. Según Wennberg, existen diferencias geográficas sorprendentes en la prestación de atención en salud que no pueden explicarse por un aumento en la prevalencia de las enfermedades en las diferentes poblaciones de pacientes, fenómeno que se denominó variabilidad injustificada.

Una de las categorías de la variabilidad injustificada es la infrautilización de intervenciones sanitarias basadas en la evidencia, que es más atribuible a cómo se organiza y coordina la atención que a problemas de falta de recursos. Otra categoría es la sobreutilización, con temas de tanta actualidad como el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, que tantos problemas pueden producir en el sistema de salud y en la seguridad de los pacientes. Para algunos tipos de cirugías electivas, no es infrecuente que aparezcan diferencias entre cinco y diez veces en las tasas de utilización entre regiones que tienen poblaciones con características similares.

“En la medida en que la atención sanitaria se convierte en exponencialmente compleja, la seguridad del paciente adquiere una importancia capital”

En la medida en que la atención sanitaria se convierte en exponencialmente compleja, la seguridad del paciente adquiere una importancia capital. A mayor complejidad, más riesgos y la mortalidad y morbilidad atribuible a los efectos de la atención sanitaria tienen un impacto no menor. Una parte muy importante del daño que se produce es evitable y podría decirse que hay personas que mueren, que sufren daños, alargamiento de su estancia hospitalaria, errores diagnósticos o simplemente molestias como consecuencia de problemas de seguridad del sistema.

Debería entenderse la seguridad no solo como una dimensión de la calidad de los servicios que se proporcionan sino como un fundamento para una atención sanitaria de alta calidad. Promover la cultura de seguridad es la mejor estrategia para conseguir mejoras sostenibles en los sistemas de atención sanitaria y abandonar la cultura de la culpabilización.

En los últimos años, los profesionales sanitarios han dedicado grandes esfuerzos a mejorar la seguridad de la atención sanitaria. Se han implementado sistemas de notificación de eventos adversos, protocolos y guías para mejorar la seguridad, metodologías que permiten la detección y el análisis de los riesgos y se ha intentado medir el efecto de proyectos y actividades en la reducción de los problemas de seguridad. Pero no parece que tengamos todavía una respuesta suficientemente satisfactoria sobre la compleja problemática de la seguridad de los pacientes. Incluso hay algunos autores que plantean que no existen reducciones significativas en los eventos adversos tanto a nivel general como en los eventos adversos prevenibles. Como dicen Schiff y Shojania, desde un punto de vista cuantitativo, el campo ha producido relativamente pocos éxitos claros.

Desde un punto de vista económico, los beneficios de mejorar la seguridad de los pacientes son indiscutibles. Se ha podido demostrar que los reingresos hospitalarios, los costes de los litigios, las infecciones adquiridas en el hospital, la pérdida de ingresos por los pacientes, la posible discapacidad y los gastos sanitarios pueden representar un problema económico de gran envergadura.

Por eso necesitamos medir de forma precisa la evolución de los problemas de seguridad para poder dar confianza a los profesionales y a los ciudadanos de que nuestro sistema está trabajando para ser más robusto y afrontar la problemática de forma decidida.

Lograr mejoras en la calidad y la seguridad de los pacientes requerirá un compromiso profundo de los profesionales de primera línea, de los pacientes y de los responsables de los servicios para afrontar entre todos estos y otros retos que tiene el sistema de salud.

Bibliografía:

  1. Atsma F, Elwyn G, Westert G. Understanding unwarranted variation in clinical practice: a focus on network effects, reflective medicine and learning health systems. Int J Qual Health Care. 2020 Jun 4;32(4):271-274. doi: 10.1093/intqhc/mzaa023. PMID: 32319525; PMCID: PMC7270826.
  2. Michael Marmot, Jessica Allen, Peter Goldblatt, Eleanor Herd, Joana Morrison (2020). Build Back Fairer: The COVID-19 Marmot Review. The Pandemic, Socioeconomic and Health Inequalities in England. London: Institute of Health Equity.
  3. Wennberg J. Time to tackle unwarranted variations in practice. BMJ. 2011:342:d1513
  4. Schiff G, Shojania KGLooking back on the history of patient safety: an opportunity to reflect and ponder future challengesBMJ Quality & Safety 2022;31:148-152.