5G son las siglas utilizadas para referirse a la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil. Harán posibles realidades como el coche autónomo, pero necesitamos más antenas y más próximas entre sí. Se habla de un mástil cada kilómetro aproximadamente. Un sistema que nos permitirá navegar por Internet a una velocidad de transferencia muchísimo más alta, permitiendo a más dispositivos conectarse al mismo tiempo. Tecnología clave para el desarrollo de ciudades inteligentes.

En España, según el ‘Informe Cisco Visual Networking Index’, sobre el tráfico de datos móviles, dice que en 2022 habrá 41 millones de usuarios móviles (el 88 por ciento de la población), y 103 millones de dispositivos inteligentes conectados.

“La llegada de la tecnología 5G es una parte fundamental de la transición del mundo a la era de la conectividad inteligente y, junto con los desarrollos en las áreas del IoT, macrodatos (big data) y la inteligencia artificial, está destinada a convertirse en un impulsor clave del crecimiento económico durante los próximos años”, declaró Mats Granryd, director general de la GSMA, durante el pasado Mobile World Congress de Barcelona.

Sin embargo, más de 180 científicos y médicos de 36 países recomiendan un retraso en el despliegue de la tecnología 5G, hasta que los peligros potenciales para la salud humana y el medio ambiente hayan sido investigados por científicos independientes de la industria.

Suiza y Países Bajos la han bloqueado hasta que no se demuestre que no es nociva para la salud. El veto temporal de Suiza ha salido adelante con 58 votos a favor, 28 votos en contra y una abstención. Además, la moción insta al Consejo de Estado helvético a solicitar a la Organización Mundial de la Salud estudios científicos independientes, descartando como bueno informes realizados por entidades dependientes del gobierno suizo, como el que hizo la Oficina Federal del Medio Ambiente sobre las redes 5G.

En España, el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud garantiza que los niveles de radiación son inferiores a los que recomienda la Organización Mundial de la Salud. En su último informe confirma que la exposición a estas radiofrecuencias no tiene efectos adversos para nuestra salud.

En España, de momento, solo se han llevado a cabo proyectos piloto de 5G, como el de Telefónica en Talavera de la Reina y Segovia.

Hace unos años, en la cuenta de Twitter de la Policía Nacional aparecía un mensaje en el que se avisaba de que tener el móvil en la mesilla podría ser causa de insomnio. “La contaminación invisible de móviles y WiFi puede dejarte en vela”, afirmaban los responsables de comunicación de este cuerpo.

“Esta cercanía de los móviles y las tablets que dejamos en la mesilla de noche sí afecta a nuestro sueño, pero solo si están encendidos”

Esa cercanía de los móviles y las tablets que dejamos en la mesilla de noche sí afecta a nuestro sueño, pero solo si están encendidos ya que el peligro está en la llamada “luz azul” que emiten estos dispositivos: es captada por las células que se encuentran bajo los párpados, y estas se comunican con el cerebro haciéndole creer que ya es por la mañana.

Pero ¿esto tiene que ver con las radiaciones de las antenas 5G?

¿Qué es la contaminación electromagnética?

Al igual que el ser humano ha modificado, a escala global, el aire del planeta con elementos tóxicos, también ha modificado el entorno electromagnético natural. Llamamos contaminación electromagnética al conjunto de radiaciones del espectro electromagnético generadas, por el hombre, de forma artificial. La contaminación electromagnética también es conocida por su nombre en inglés electrosmog.

La influencia de campos exógenos puede alterar los procesos biológicos, llegando a producir efectos adversos en la salud. Los niveles de exposición a estas radiaciones son cada día mayores y los posibles efectos, en exposiciones a largo plazo, son aún desconocidos.

¿Tenemos que preocuparnos? La comunidad médica casi al completo ha negado que sea peligrosa a pesar de que sus síntomas, como recuerda la OMS, son muy reales (algunos individuos demuestran su hipersensibilidad electromagnética).

Por otro lado, hay una oposición al 5G en las redes sociales, similar a la oposición a los productos químicos o a las vacunas. ¿Tiene esta resistencia un factor común? Un miedo ancestral a la evolución…a lo desconocido…o es una desinformación guiada por intereses políticos… y si fuera realmente contaminación electromagnética, ¿seríamos capaz de renunciar a lo que nos ofrece?