El virus de la influenza aviar altamente patógena H5N1 se detectó por primera vez en 1997 cuando empezó a afectar a las granjas de aves de corral en el sudeste asiático con una mortalidad prácticamente de 100% en unas 48h, pero la expansión global que ha ocurrido en los últimos 3-4 años, con alta afectación a mamíferos terrestres y marinos no tiene precedentes y representa un riesgo claro y creciente de propagación zoonótica a los humanos.

Se está extendiendo globalmente a través de las aves silvestres, llegando a infectar a más de 350 especies de aves y a más de 50 especies de mamíferos marinos y terrestres, produciendo un gran impacto económico en la producción animal y un efecto devastador a nivel ecológico, matando cientos de millones de aves en todos los continentes, poniendo en serio riesgo la supervivencia de varias especies y reduciendo en un 70% la población de elefantes marinos en el continente Sudamericano.

A finales de marzo de 2024 se produjo un gran cambio detectándose numerosas infecciones por este virus en el ganado lechero en Estados Unidos, un reservorio inesperado del virus ya que es por primera vez que una gripe aviar se detecta en un rumiante doméstico (el clado H5N1 2.3.4.4b).

Este hecho está generando un gran problema de seguridad alimentaria ya que produce una gran infección de la ubre con una alta concentración de virus en la leche, siendo demostrada la capacidad infectiva por consumo de leche cruda incluso a los 5 días de refrigeración, ocurriendo esto en un país donde hay un 2% de la población que tiene el hábito de consumir leche cruda al menos una vez al mes. Por tratamiento térmico, el virus se inactiva.

A la vez, es un problema de salud pública porque se está detectando el salto del virus de las vacas lecheras a los trabajadores de estas granjas, siendo una situación nueva y desconocida. Con anterioridad, todos los contagios a humanos se produjeron por contacto con aves de corral (reportados más de 900 casos en 24 países), pero nunca antes por un contacto directo con un mamífero infectado por la gripe aviar.

‘Todos los contagios a humanos se produjeron por contacto con aves de corral»

Desde entonces, este patógeno se ha detectado en más de 900 granjas de vacas lecheras en 16 estados, con una rápida transmisión entre los bovinos y afectando a más de 60 trabajadores de estas granjas, afortunadamente casos leves. Es muy probable que la cifra de trabajadores infectados sea mayor, pero siendo un sector social que evita usar los servicios sanitarios por no tener seguros médicos o residencia legal, quedan sin diagnosticar.

Al menos de momento, no se ha registrado la transmisión de este virus entre los humanos y por los datos recopilados de las secuenciaciones genómicas realizadas parece que no se ha producido esta adaptación, pero la aparición a finales de 2024 de un caso muy grave de una adolescente en Canadá, sin previo contacto conocido con animales silvestres, aves de corral o vacas lecheras infectadas, han encendido todas las alarmas de una posible transmisión de humano a humano que esté pasando desapercibida.

La gran preocupación es la política sanitaria, preventiva y de vigilancia epidemiológica que se está realizando en Estados Unidos, preocupación que aumenta por el inminente cambio político en este país.

Actualmente, el control de las granjas lecheras y avícolas no se hace todo lo bien que se debería, no se han impuesto restricciones de movimiento de los animales entre los estados, no hay transparencia en la transmisión de los datos epidemiológicos, ni suficiente información, ni en tiempo real sobre la secuenciación genómica del virus y la evolución de sus mutaciones, y no se hace una vacunación ni de los animales de granja susceptibles a infección, ni de la gripe estacional a los trabajadores de las granjas para evitar los riesgos de recombinación.

Si a esto añadimos el factor social de que la mayoría de los trabajadores agropecuarios son inmigrantes ilegales, que se esconden de las autoridades, que no usa los servicios sanitarios, tanto por falta de seguros, como por miedo a ser descubiertos, con barreras idiomáticas para entender las medidas de salud pública, prevención laboral, higiene, de uso de EPI, si tienen, el caldo de cultivo para aumentar aún más los riesgos está servido. En este contexto, es posible que la magnitud del problema de infección a los humanos sea mayor y hace muy difícil adelantarse a un posible riesgo de adaptación del virus para empezar a transmitirse entre los humanos.

Además, hay una preocupación más: la detección de gripe aviar en los gatos domésticos, siendo reportados casos muy graves y alta mortalidad a esta especie en varios sitos del mundo, la mayoría en contacto con granjas de aves, y en Texas también relacionado con las granjas de vacas lecheras.

Saltaron las alarmas en el verano de 2023 cuando en Polonia se detectaron veinte brotes de enfermedad de esta especie, en principio, inconexas, sin haberse podido demostrar el origen del problema. La principal sospecha fue el consumo de carne cruda de ave infectado, pero sin poder demostrarse.

En verano de 2024, se investigó más a fondo un brote en Dakota del Sur que afectó gravemente a diez gatos y que finalmente fue relacionado con un lote comercial de comida cruda que contenía carne de ave infectada. Pero, esta semana, se ha reportado el primer caso demostrado de gato doméstico infectado por contacto con las aves silvestres. De momento, no se ha detectado la libre transmisión del virus entre los felinos.

Esta especie preocupa enormemente por la posibilidad de transformarse en un reservorio y vector de enfermedad para los humanos, siendo un animal que vive en contacto estrecho con las personas en los núcleos urbanos, pero a la vez con un comportamiento exploratorio libre en el entorno y de caza y consumo de aves silvestres. Además, en la última década hay una tendencia cultural en auge de alimentar a los carnívoros domésticos con una dieta a base de carne cruda.

Es evidente que estamos delante un desafío muy complejo que sin demora necesita una gestión colaborativa multisectorial entre los sectores animal, ambiental, social, de seguridad alimentaria y de salud pública.

La preparación ante las pandemias sigue siendo débil porque las acciones de salud pública se desencadenan al detectar casos humanos y no se trabaja todo lo que se debería en la prevención primaria que necesita de un alto compromiso político, una financiación sostenible y una gestión colaborativa One Health, que se aplique desde la prevención y vigilancia primaria en los animales domésticos y salvajes, centrándose en los factores desencadenantes de los brotes para garantizar unas respuestas rápidas y más eficientes.

Seguir con un sistema sanitario antropocéntrico y con compartimentalización administrativa de las distintas áreas implicadas significa llegar muy tarde, una pérdida de eficiencia, gastos desmesurados y tensiones innecesarias en el sistema asistencial. Y desgraciadamente, la realidad es muy tozuda y la resistencia al cambio demasiado instaurada. Seguimos abonando el gran abismo entre la sanidad humana y la sanidad animal y continuamos con una paupérrima financiación de la salud pública y de la salud animal.