Hemos terminado marzo, y con él dejamos atrás el día de la mujer trabajadora, la semana de la mujer…

El mes de marzo se puede considerar el mes de la mujer, aunque los doce meses del año son el mes de la mujer. De la mujer luchadora, trabajadora, madre, esposa y sobre todo persona, cosa que parece ser muchos hombres no entienden y se piensan que la mujer es un objeto de su propiedad. Cada día vemos en la televisión un caso más de violencia machista. Parece mentira que en la sociedad en la que vivimos y en pleno 2019, tengamos que seguir aguantando a los que se vienen a llamar o considerar machitos, se burlan y se pavonean de lo supuestamente hombres que son.

Cuando lo que deberían es dar gracias a la mujer porque gracias a una mujer están en este mundo. Es triste que tengamos que salir mirando hacia todos los lados por si alguien nos sigue y si se da el caso, tener que hacer de tripas corazón y hacer como que no pasa nada para que no huelan el miedo o la ansiedad que nos provoca su presencia.

Cada vez hay más estudios que intentan explicar el origen de las conductas abusivas y los procesos psicológicos que forman la mente de un maltratador. Detrás de estos comportamientos existen desde problemas psicológicos, patologías hasta problemas en la educación.

Una vez escuché que, una persona que haya sido hijo de maltratador tenía más posibilidades de salir él también maltratador. Parece contradictoria pero realmente es así, puesto que se les ha educado de esa manera y consideran que esa es la manera correcta de actuar frente a una mujer.

Hoy en día se considera que hay muchos más casos de los que se denuncian, puesto que se considera que la mujer no quiere denunciar por estos tres motivos principalmente:

Se le da poca importancia a la violencia sufrida.

Miedo a las posibles represalias que puedan venir.

Vergüenza al qué dirán o a ser señalada.

Realmente, ¿sabemos lo que hay dentro de la mente de un maltratador?

Se considera que un maltratador es, controlador, se cree con derecho a todo lo que quiera, distorsiona la realidad a su antojo, el respeto por su pareja no existe y se suele considerar superior. Estas personas son manipuladoras confundiendo el amor con el abuso y suelen ser también posesivos, aunque no todos los maltratadores suelen tener el mismo perfil.

Existen una serie de fases o ciclo, denominado ciclo del maltratado, el cual se repite siempre que existe una agresión. Este ciclo está constituido por fases:

  1. Fase de acumulación: se caracteriza por que la tensión es provocada por los actos realizados de una forma discreta, mediante insultos o abusos físicos. En esta fase la victima intenta que el enfado de su agresor sea lo más leve posible, terminado por llegar a la conclusión de que haga lo que haga no podrá evitar el abuso, siendo en este momento. cuando la mujer instaura lo que se llama como indefensión aprendida.
  2. Fase de explosión: al seguir aumentando la tensión, llega el momento de la explosión mediante agresiones tanto verbales como físicas, dejando a la mujer lesionada.
  3. Fase “luna de miel”: momento en el cual el abusador se vuelve “dulce”, “amable”, pide perdón a su víctima, la alaga con regalos y promesas de que va a cambiar y conseguirá controlar su agresividad. Se llega a vivir ausencias de tensión y ansiedad, aunque esta fase dura poco y en breve se vuelve a vivir episodios de maltrato, los cuales se cronifican desapareciendo así esta fase supuestamente “agradable”.

Existen tres variables sobre las tipologías de los maltratadores que son:

  1. Según el funcionamiento psicológico.
  2. Según la agresión de la violencia.
  3. Según la gravedad de las conductas del agresor.

A estas tipologías de se asocian tres categorías generales:

A) Abusadores sobre controlados: son personas violentas en el ámbito familiar, con su pareja y con sus hijos. En este caso, la violencia se da con menor gravedad y frecuencia. Las agresiones sexuales en este caso son poco probables y tampoco suele haber psicopatología asociada.

B) Abusadores impulsivos: se caracterizan por ser violentos tanto con su pareja como con sus hijos y según en qué ocasiones también con otras personas. La violencia que utilizan es tanto la física, como la sexual y psicológica. Son personas con problemas psicológicos y frecuentemente presentan trastornos de personalidad límite asociado a depresión e ira crónica. Su manera de justificar esa violencia es excusarse en que la utilizan como vía de escape ante la tensión interna que tienen acumulada.

C) Abusadores instrumentales: en este caso son violentos tanto con la familia como en otros ambientes. El tipo de violencia que ejercen es una violencia de tipo instrumental. Su finalidad es conseguir un objetivo claro. La actitud de estas personas es una actitud fría, narcisista y con manipulación psicopática asociadas a un trastorno de personalidad antisocial y un posible consumo de drogas.

Son muchos los estudios que intentan averiguar cuál es el verdadero origen del problema. Lo que sí se sabe es que los hombres abusivos o maltratadores, son personas que muestran tipos de personalidad muy diversas independientemente de cómo haya sido su infancia. Se puede decir que para que el abuso se dé, juega un papel importante la formación cultural temprana, los modelos a seguir y la educación que se haya recibido. Las conductas que realizan son totalmente conscientes y debe responsabilizarse en todo momento de ella. Desde que somos pequeños aprendemos todo lo que sabemos a través de la observación. Nos fijarnos en los principales modelos que tenemos a nuestro lado y de ahí poco a poco vamos integrando determinadas conductas.

Tanto el maltrato físico como el maltrato psicológico no se debería de dar en ningún caso, pero si hay un tipo de maltrato que deja una huella imborrable y se realiza, por parte del maltratador, de una manera muy sutil, ese es el maltrato psicológico. El maltratador actúa de una manera muy sutil y en apariencia hasta inocente. Poco a poco, va privando de libertad a su víctima, aislándola de las personas que la rodean o incluso de su propia familia, abusa de su poder tanto económico como físico y consigue que la mujer se sienta mal y culpable de todo lo que hace, habla o piensa.

La culpabilidad es un sentimiento que se vuelve un problema muy frecuentemente cuando se da el maltrato psicológico. En ocasiones este problema suele llevar a que se dé el llamado “síndrome de Estocolmo”. En este caso la victima intenta evitar situaciones que deriven en conflictos y así evitar peleas que pueden llevar a una separación.

Los maltratadores psicológicos son personas que en su infancia han tenido vivencias similares o han vivido en ambientes de violencia tanto física como verbal, llegando a pasar miedo y sufrir algún tipo de abandono.

Si nos paramos a analizar cómo sería el perfil de un maltratador podríamos decir que se caracteriza por ser:

Personas posesivas dominantes y exigentes: considera que su pareja solo puede estar con él. La considera de su propiedad y de ahí que la separe de todas las personas que la rodean. Su estrategia para conseguirlo es hablar mal de las personas del entorno de la mujer.

Son egocéntricos: el mundo tiene que girar en torno a ellos, aunque nunca son capaces de reconocerlo. Siempre se tiene que hacer lo que ellos quieren y les gusta. Deben tener todo bajo control, mostrando su lado más violento si la mujer en algún momento quiere disfrutar de su independencia.

Tienen mal temperamento: cogen lo que se llama pataleta de niño pequeño, mediante enfados, amenazas, discusiones. Siempre en todo momento justificadas por la conducta de la otra persona.

Ridiculizan y humillan en público: se dedican a mostrar los defectos de la otra persona. Nunca felicitarán o se alegrarán por los éxitos de su pareja, sino todo lo contrario. La finalidad de esta actitud es, una vez más, controlar la situación y mantener bajo control a la mujer.

Son controladores y paranoicos: controlan en todo momento los movimientos. Tienen que saber dónde está su pareja, con quien está, lo que hace, la hora a la cual vuelve a casa o sale del trabajo. Consideran a su pareja su posesión.

Son violentos y agresivos: empiezan poco a poco, con rotura de platos hasta llegar un punto en el cual ya golpean la pared o tiran cosas contra la otra persona.

Raramente cuando se está envuelta en una situación de estas, es muy difícil salir. Desde fuera la gente lo ve relativamente fácil, piensan que con denunciar y marcharte del lugar donde convives con el maltratar está solucionado, pero detrás, hay un lastre que te impide en muchas ocasiones tomar este tipo de decisiones. El daño psicológico que deja es importante.

El miedo es la emoción principal que siente la víctima. Esta emoción, al igual que otras emociones, es una emoción adaptativa y al mismo tiempo es una emoción que te paraliza para poder tomar cualquier tipo de decisión. Se necesita de mucho tiempo para poder tomar la decisión de denunciar y poner punto final a la situación. El enganche y dependencia emocional que ha creado el maltratador, hacen más difícil tomar la decisión. Para eso hay que sumar también, la baja autoestima que el maltratador se ha encargado de que tengas para así minar o anular la toma de decisiones haciendo más fácil ejercer control sobre ti…

Una vez que se toma la decisión de poner punto final, es inevitable que no aparezca el sentimiento de culpa. La víctima se siente culpable de la situación que está pasando el maltratador, sintiéndose también responsable de lo que le pase. Es necesario tener muy claro y estar muy segura de la decisión de poner punto final. El maltratador va a intentar por todos los medios que la víctima cambie de opinión mediante halagos, regalos, promesas…que en ningún momento se verán cumplidas. La finalidad de esta forma de actuar del maltratador es la de volver a tener bajo su control a la mujer.

Vivir bajo el yugo de un maltratador es una auténtica tortura de la cual muchas, no consiguen salir. Las secuelas psicológicas te acompañan toda la vida, la confianza se ve muy dañada, hasta el punto de no ser capaz de volver a confiar plenamente en otra persona. Siempre habrá un resquicio de desconfianza que hará, que no se baje la guardia, por mucho que consigas rehacer tu vida en el terreno sentimental. Las mujeres que consiguen salir adelante después de una vivencia así son mujeres fuertes, valientes y dispuestas a luchar por sobrevivir y por vivir.

Muchos de los maltratadores han sido previamente víctimas, pero eso no les excusa para justificar su comportamiento.