La sanidad española, al igual que la del resto del mundo, está en un momento muy complejo. Va entrando en una fase de inviabilidad si no se abordan decisiones de transformación contundentes. El problema es tanto la capacidad de resolución de los problemas asistenciales de la población ya sea para curación o para gestión de su proceso crónico, como la de capacidad de financiación de dicha asistencia.

Los informes que venimos publicando desde el Proyecto Venturi desde hace ya tres años pretenden arrojar luz objetiva a través de los datos, dimensionando con ello el problema asistencial, contextualizándolo en la compleja realidad estructural y organizativa, para traducirlo finalmente en propuestas que aminoren en lo posible en el impacto económico del mismo.
Y digo Sanidad en su conjunto, pensando en todos los actores empresariales y de dependencia pública que hacen posible tener unos servicios que de respuesta a tiempo y de calidad a las necesidades asistenciales de la población.

Estamos ante un problema social y, por tanto, es la sociedad quien debe abordar la solución. Con los actores políticos, por supuesto, pues no dejan de ser parte y representantes de dicha sociedad. Porque es el conjunto de profesionales e instituciones, así como las decisiones de los propios pacientes, quienes hacen posible el abordaje de los problemas de salud y la resolución de los mismos. No cabe ni en lo conceptual ni en lo operativo una visión dicotómica entre lo público y lo privado, afortunadamente.

«Solucionar el problema sanitario de una nación es mucho más que un problema complejo»

Solucionar el problema sanitario de una nación es mucho más que un problema complejo. Ideas y propuestas proliferan a diario, pero lamentablemente se quedan en una infinidad de debates e informes estériles que mueren al poco de nacer dilapidados por los nuevos debates de cada día.

En defensa de una Sanidad para todos (insisto en un huir de dicotomías que no responden a la realidad social), tamaña empresa solo puede ser liderada y abordada por quienes arriesgan su patrimonio y su cuenta de resultados, y que son parte actora y activa de la sociedad civil: los empresarios. Es además una cuestión de responsabilidad social, empresarial y personal.

Son el conjunto de las empresas (y cada una de ellas) las que conocen muy bien los pormenores de la compleja realidad de la sanidad y la de su abordaje diario, así como sus coste y su compleja operatividad. También en la prestación de servicios sanitarios en centros de dependencia publica, para cuyo funcionamiento son vitales. Por otra parte es una falacia hablar de sanidad pública y focalizarla sólo en los centros públicos. Nuestros estudios, recogidos e impulsados también por este medio, demuestran que cada vez más sanidad pública se hace en centros privados: a título de ejemplo, más del 11% de las consultas de especialidades en el año 2020, y creciendo año a año al menos desde el 2010.

Entre estos empresarios se encuentran también los mal llamados prestadores de asistencia privada. No me gusta hablar de privados. el concepto privativo es excluyente. Sin embargo las connotaciones de concepto empresa lleva por detrás visión, estrategia, riesgo y generación de riqueza. Concepto que incluye también, por su valor aportado, por su tarea diaria y por definición conceptual ,a los profesionales independientes.

Pero además hay infinidad de empresas de todos los tamaños que todos los días prestan servicios y desarrollan soluciones y mejoras de todo tipo que son tremendamente interesantes si se encauzan adecuadamente. “Ríos de tinta” se escribe sobre la importancia de las empresas emergentes (lo que los ingleses denominan “start up”), las cuales ingenian soluciones tremendamente interesantes y, en el mejor de los caso, mueren tras algún que otro proyecto piloto.

Esas propuestas deben estar enfocadas a responder la pregunta cuánto dinero hace falta para mantener la sanidad realmente (que no es cuánto se está gastando). La respuesta solo puede provenir de un profundo conocimiento la demanda y su comportamiento, los procesos asistenciales y las estructuras organizativas, los sistemas de producción y de interrelación en el ámbito y empresarial, los modelos de gestión de los recursos humanos, la actividad que se realiza, entre otras múltiples aristas.

Un complejo problema que no admite soluciones simples ni decisiones aisladas que no consideren el impacto en el sistema sanitario. Solo así podrá llegarse a provocar el efecto venturi, que se me antoja imprescindible para poder seguir disfrutando de un sistema sanitario viable, y cada día más optimizado y eficiente.