El día de 2 febrero se conmemora este hecho, al parecer es porque en esa fecha es cuando la marmota se despierta de su hibernación. Si la marmota ve su sombra cuando sale de su madriguera, habrá seis semanas más de invierno dice la tradición.

El Día de la Marmota es una festividad que se celebra principalmente en Estados Unidos y Canadá en la fecha indicada año tras año. En esta fecha, se observa si una marmota emerge de su madriguera o agujero. La creencia popular es que, si la marmota ve su sombra debido a un día soleado, se asustará y volverá a su madriguera, lo que indica que el invierno durará seis semanas más. Por otro lado, si la marmota no ve su sombra debido a un día nublado, se quedará fuera, lo que se interpreta como un pronóstico de que la primavera llegará temprano.

Esta tradición está relacionada con la predicción del clima y se ha popularizado gracias a la película Groundhog Day (El Día de la Marmota) protagonizada por Bill Murray que asume el papel de Phil Connors y Andie MacDowell como Rita, en la que un hombre vive el mismo día una y otra vez, es el eje argumental del film.

Las dos alegorías me sirven perfectamente para dar pie a esta reflexión, porque al parecer la sombra de la insuficiencia del Sistema Nacional de Salud se ve prolongada de forma constante, con lo cual su invierno, y por lo tanto, su hibernación respecto a la búsqueda estratégica de soluciones a los graves problemas que padece se prolonga en beneficio de otros temas que no son ni de lejos tan relevantes como todo aquello que compete a la salud de las personas.

Respecto a la segunda, que hace referencia a la repetición reiterada de un día en la vida de una persona, podríamos decir que lo mismo sucede con nuestro sistema, se repiten los mensajes, los análisis y advertencias por parte de expertos acerca de los diferentes males que le aquejan, pero poco o nada cambia, es más, de tanto repetir conceptos como gobernanza, eficiencia, colaboración, acceso, equidad, cohesión, pacto y sustantivos como paciente o profesional, entre otros, terminan siendo terminología reiterativa, y por lo tanto, carente de buena parte del importante significado que tienen.

Acabo de ver en la red profesional por antonomasia, Linkedin, un post que hace referencia a una fábula que me ha hecho reflexionar, habla sobre un asno que dice que la hierba es azul, un tigre que dice que es verde y un rey de la selva que le da la razón al burro y castiga al felino por el hecho de perder el tiempo en estas diatribas a pesar de su sagacidad, valentía e inteligencia con quien ni sabe, ni está dispuesto a aceptar la verdad.

La moraleja, la mejor forma de malgastar el tiempo es discutir con quien no le importa la verdad, no estando dispuesto a cambiar de opinión, a quien solo le preocupa tener razón. Hay personas que están ciegas por culpa del ego, de la rabia o del resentimiento y lo único que quieren es tener razón, aunque no la tengan, por muchas evidencias y pruebas que se les presenten, no están en la tesitura de tratar de comprender y lo único que desean es estar en posesión de su verdad.

Dicen quienes saben de esto que, “cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla”, la paz, la tranquilidad y la aportación de datos objetivos, rigurosos y contrastados valen mucho más que el ruido y la notoriedad. El problema es que a quien más chilla, más se le suele oír e incluso escuchar, especialmente en los tiempos que corren, no porque tenga la razón, sino por la cicatería e ímpetu que suele utilizar en sus mensajes.

Hoy, desgraciadamente, no estamos carentes de vehemencia y terquedad y además ante la “infoxicación” a la que asistimos, también en sanidad, una información solapa inmediatamente a la anterior, y la velocidad y ritmo de los acontecimientos impiden profundizar y contrastar los temas que siguen un curso en tantas ocasiones proselitista. La sanidad y su politización ahonda en este tipo de males que en nada ayudan a plantear estrategias y acciones conjuntas y eficaces que tengan como base la implicación de todos los agentes en la búsqueda y aportación de soluciones a los diversos y graves problemas que afronta.

La necesidad de un modelo que asiente sus raíces en la realidad actual

Es a todas luces evidente que la sanidad atraviesa momentos difíciles no solo por las circunstancias y hechos que nos afectan tales como el aumento de la esperanza de vida, lo que conlleva un mayor envejecimiento de la población, el incremento consiguiente de la cronicidad y por lo tanto, de las comorbilidades y la mayor demanda de servicios de salud y de asistencia de todo tipo; el impresionante desarrollo de la ciencia en forma de numerosas innovaciones tecnológicas, farmacéuticas y de todo tipo que conllevan la necesidad de su incorporación a la práctica clínica diaria, lo cual supone un incremento en los recursos destinados a inversiones que sufraguen las novedades que la ciencia nos ofrece de una forma casi exponencial; las consecuencias del cambio climático y las nuevas formas de enfermar junto a agentes patológicos emergentes que hacen que la carga de enfermedad se vea notablemente incrementada y una derivada más, los constantes movimientos migratorios con todo lo que ello conlleva en términos de salud y sanidad.

Estos hechos y otros más coincidentes en el tiempo aportan un factor incremental a un sistema nacional de salud diseñado en el siglo pasado, enfocado fundamentalmente al control de la enfermedad aguda una vez que está se ha declarado y no tanto a la enfermedad crónica, a la fragilidad y vulnerabilidad asociadas a la edad y a la dependencia, con un escaso margen en cuanto a recursos de todo tipo para desarrollar una medicina más preventiva, predictiva, participativa y poblacional que evite enfermar, o al menos que, una vez instaurado el proceso patológico no adquiera ni la gravedad ni las consecuencias que de otra manera pudiera tener.

Pero para que este cambio de paradigma entre lo que es la forma de abordar la salud del individuo y de la comunidad se produzca es necesario despejar múltiples incógnitas y diseñar un plan estratégico consensuado mediante un Pacto de Estado entre todos los agentes implicados públicos y privados.

Esta nueva era que está afrontando no solo una evolución, sino toda una revolución de la mano de la innovación digital, tomando como sustrato el análisis del dato elevado a la exponencial precisa de nuevas capacidades, conocimientos y experiencia en aquellos que han de diseñar y construir los mimbres de la nueva gestión y administración sanitaria, el nuevo modelo que se adapte y aporte soluciones a las necesidades de la población en materia de salud y sanidad, que genere un continuo asistencial y que nos conecte con el mundo en materia sanitaria. Una salud y una sanidad sin fronteras, interconectada y por lo tanto, sin barreras requiere de una profesionalización de la gestión y de una despolitización urgente en aras al bien común.

Por otro lado, como sociedad hemos de ser capaces de discernir el grano de la paja y exigir cuenta de resultados a quienes tienen en su mano dirigir y dirimir los destinos de un sistema público de salud que sufragamos entre todos a través de nuestros impuestos.

Tener futuro significa contribuir a su diseño

El futuro se hace presente mediante iniciativas de gran trascendencia que suponen el primer paso hacia ese porvenir sanitario del que estoy hablando. Aunque estamos en la antesala de lo que está por llegar, y probablemente como dicen algunos expertos, en la prehistoria de lo que va a suponer la revolución tecnológica y científica a todos los niveles, el diseño y normalización de un espacio europeo de datos sanitarios sin duda que va a suponer un primer paso importante hacia una sanidad conectada e interoperable que tantos beneficios puede aportar no solo al hecho asistencial mediante el uso primario de los datos, sino también y muy especialmente, a los procesos de investigación e innovación junto a los de formación y mejora de la gestión a través del uso secundario de los mismos.

Aunque se empeñan algunos en dividir y poner barreras y fronteras entre lo público y lo privado, cuando se habla de sanidad con argumentos de toda índole y condición, lo que es evidente es que tras el proceso globalizador del planeta en el que estamos inmersos, con su más y con sus menos, la eclosión sin límites de las herramientas que permiten disponer de información al instante, que son capaces de realizar análisis con una infinidad de datos y fuentes y que no solo eso, sino que tienen la capacidad de establecer conclusiones y recomendaciones de acción por sí mismas, abren una ventana inmensa hacia una civilización cada vez más colaborativa, interdependiente, interconectada y uniforme.

Navegamos en un océano cargado de oportunidades y retos y a la vez pleno de incertidumbres que no nos pueden impeler al estupor y a la inacción, abrazando la idea de dejar hacer y esperar que el propio temporal y las circunstancias que nos rodean terminen por corregir nuestro rumbo y derivarnos hacia aguas tranquilas, calmas y prósperas. Hemos de abrazar la idea de integración y cooperación sin límites y a la vez ser especialmente proactivos y diligentes en impulsar de forma eficaz y decidida la implantación y desarrollo de todo tipo de iniciativas, proyectos y herramientas que nos hagan mucho más competitivos en el ámbito de la innovación disruptiva digital, muy especialmente en sectores altamente estratégicos como es el de la salud y la sanidad.

En nuestro sector sanitario rara vez leemos u oímos acerca de la relevancia estratégica que supone el sector salud, pero es así, imaginemos qué podría ocurrir ante una gran pandemia como la que sufrimos recientemente si previamente no somos capaces de preverla en cuanto a su llegada y a sus consecuencias, si llegado el caso no estuviéramos en un contexto geopolítico integrador como es la Unión Europea, solos con nuestros recursos y nuestras posibilidades.

Los principios sobre los que articular la estrategia de futuro quedaron marcados

Llegados a este punto no puedo dejar de referirme a lo que está ocurriendo con el denominado Plan Estratégico de Recuperación, Transformación y Resiliencia en Sanidad, con la Comisión que se creó al efecto y que tuvo sus reuniones en sede parlamentaria, en el Congreso de los Diputados y que rubricó sus conclusiones en un documento publicado al efecto y para conocimiento de todos los españoles.

La hemeroteca lo que nos ofrece al respecto es que el consenso en cuanto a los principios que deberían regir el futuro de nuestra sanidad se estructuró de una forma multilateral en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica en el Congreso de los Diputados, cuyas conclusiones fueron plasmadas a modo de dictamen publicado por el Parlamento Español el 3 de julio de 2020, cuyo primer capítulo está dedicado a “Sanidad y Salud Pública” con 10 temas clave, entre los cuales, el punto 1.3, habla expresamente de la necesidad de “Impulsar un nuevo pacto social en pro de la sanidad pública para dotar a España de un SNS que, como símbolo de la solidaridad colectiva, implique a todas las fuerzas políticas y a todos los sectores de la sociedad (agentes económicos y sociales, organizaciones profesionales y sociales)”.

Por otro lado, el Congreso de los Diputados aprobó el Real Decreto-Ley 25/2020, de 3 de julio, de Medidas Urgentes para apoyar la Reactivación Económica y el Empleo y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) financiado por la Unión Europea mediante los Fondos NextGenerationEU. Presidencia de Gobierno bautizó dicho Plan bajo el epígrafe “España Puede” con diez políticas palanca de reforma estructural para un crecimiento sostenible e inclusivo, la número 6 habla de otro nuevo “pacto por la ciencia y la innovación y refuerzo a las capacidades del Sistema Nacional de Salud” que incluye la renovación y ampliación de las capacidades del Sistema Nacional de Salud y su rediseño para responder a las necesidades de la ciudadanía y anticipar retos futuros.

En este clima reformista, el 10 de noviembre del 2020, la Fundación IDIS lanzó el Manifiesto por una Mejor Sanidad con 10 puntos clave con una magnífica aceptación social, y el 30 de noviembre el Consejo de Ministros aprueba el PERTE “Salud de Vanguardia” cuyo fin es “crear un círculo virtuoso entre los actores que configuran el sector salud con el objetivo de desplegar las capacidades tecnológicas e industriales necesarias que permitan la generación de un sistema sanitario de altas prestaciones orientado a la protección de la salud, dando respuesta inmediata y flexible a los retos sanitarios y favoreciendo la sostenibilidad, fomentando la generación sostenible de tejido industrial rejuvenecido, resiliente y próspero, y la creación de empleo de calidad transgeneracional a través de la colaboración público-privada bidireccional y cohesionada, orientado a la protección de la salud colectiva e individual mediante un sistema de salud de altas prestaciones transformado digitalmente”, con cuatro objetivos específicos y cinco líneas transversales estratégicas para lograrlo.

En definitiva, en la actualidad, pacto, consenso, círculo virtuoso, colaboración, etc., son palabras impresas decenas de veces en los principales documentos oficiales que recogen los planes de modernización del SNS, ya va siendo hora de hacerlos realidad, sin dilación, de forma urgente, para que no queden en papel mojado, enterrados en el torrente dialéctico político actual en el que la vertiente sanitaria vuelve a quedar oculta desgraciadamente.

No podemos olvidar que no poner en marcha los pactos expresados y no acometer las reformas ya planteadas por activa y por pasiva se traducirá en incertidumbre y años perdidos de vida. La enfermedad nos afecta a todos y no admite demoras, debe ser la prioridad número uno para cualquier gobierno que se precie.