Según la última encuesta sobre el estado de la Experiencia de Paciente, del Beryl Institute, un 56% de los centros hospitalarios encuestados a nivel mundial está avanzando en la implantación de esta materia y un 26% cuenta ya con un desarrollo estratégico sólido asentado en la propia cultura de la organización.

En la mejora de la experiencia vivida por el paciente, sin duda, influyen muchos factores, comenzando por la propia cultura de la organización en la que es tratado o la capacidad de comunicación emocional de los profesionales sanitarios en su relación con el paciente y su entorno, y especialmente la relación entre resultados esperados y resultados obtenidos en todos los ámbitos del proceso asistencial pre, durante y post hospitalización y pre, durante y post consulta en dependencia del caso.

Un aspecto en el que se ha de profundizar en su relación con la mejora de la experiencia de paciente es el de la innovación tecnológica en su más amplio sentido. Cuando hablamos de tecnología e innovación en el ámbito de la Sanidad hemos de diferenciar tres ámbitos que a pesar de ser complementarios es muy importante tratarlos de forma individualizada, aunque ambos confluyen en un apartado clave: la obtención de los mejores resultados de salud posibles en base a la evidencia científica disponible y la mayor confortabilidad para cada persona y su entorno. Ello radica en una experiencia de paciente positiva una vez que lo fundamental, sin duda, es el resultado y el pronóstico en términos de vida, calidad y bienestar; pero eso sí, sin dejar atrás la importancia que tienen todos los momentos en los que el paciente ha estado en contacto con el sistema, desde sus inicios hasta que es dado de alta y aún más allá, es decir, una vez se encuentra en su domicilio.

La tecnología de vanguardia diagnóstica, terapéutica o rehabilitadora utilizada para la mejora del pronóstico, calidad de vida y bienestar del paciente permite alcanzar un nivel de especificidad y sensibilidad cada vez mayores en términos del diagnóstico, así como una mayor personalización y precisión también en el contexto del tratamiento, lo que redunda en una mejor experiencia del paciente. Pongamos como ejemplo la revolución que ha supuesto el planificador Radiance de radioterapia intraoperatoria (RIO) que permite una visualización simulada del resultado del tratamiento radioterápico; la navegación, simulación física e imagen en procedimientos intraoperatorios Naviphy que mediante algoritmos de simulación quirúrgica y explorando el uso de imagen intraoperatoria aporta mayor precisión en cirugías de mama, de cerebro y maxilofacial; las tecnologías híbridas de diagnóstico (PET-TAC o PET-RM); la cirugía robótica como el robot Da Vinci; la protonterapia en el tratamiento del cáncer, un tratamiento muy preciso que minimiza el daño en los órganos y estructuras vecinas sanas que rodean el tumor; o la cirugía estereotáxica en procesos neuroquirúrgicos fundamentalmente, una intervención mínimamente invasiva que utiliza un sistema de coordenadas tridimensional para localizar pequeñas estructuras dentro del cuerpo y para realizar acciones tales como ablación, biopsia, estimulación, implantación de dispositivos, radiocirugía, etcétera.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) también mejoran la experiencia de paciente a la vez que permiten desarrollar una medicina más personalizada, predictiva, preventiva, poblacional y participativa, además de incidir en la precisión a la hora del abordaje de un paciente. Un ejemplo en este contexto es el de la monitorización y control a través de dispositivos y herramientas digitales que dotan de seguridad, confortabilidad y exactitud en el manejo de variables y constantes que cada paciente manifiesta en el control de su enfermedad.

En este sentido qué duda cabe que la medicina no presencial, es decir, aquella que se realiza a distancia (pensemos en la España despoblada o en pacientes con dificultades de desplazamiento a sus centros de referencia) como la plataforma Antari que supone un avance de primer nivel una vez que permite ya conectar cualquier aparato diagnóstico a un ordenador, compartir imágenes y ofrecer datos, signos y detalles del paciente y su proceso con calidad diagnóstica además de tener la capacidad de ofrecer atención y monitorización de pacientes crónicos, aportar sistemas de control epidemiológico, rehabilitación a distancia, etcétera o los diferentes dispositivos de control y seguimiento de constantes en remoto, las herramientas de realidad aumentada, las múltiples aplicaciones derivadas de Internet de las cosas y de los cuerpos (IOB),… todos ellos pueden influir de forma muy positiva en la mejora experiencial del paciente y su entorno.

Otro ámbito que no podemos dejar atrás hablando de experiencia de paciente y mejora del pronóstico y resultados en el contexto de TIC es el de la inteligencia artificial y la ciencia de los datos, es decir, el análisis masivo de información que permite establecer escenarios predictivos y por lo tanto modelos de actuación en estadíos preliminares mediante técnicas personalizadas y securizadas adecuadas a cada paciente, o la selección más específica y sensible de las técnicas y protocolos de actuación más óptimos en cada caso.

Una derivada de este apartado que tiene un impacto muy notable en la experiencia de paciente es el de los proyectos de interoperabilidad como el acometido por la Fundación IDIS (Mi eSalud) el cual plantea grandes beneficios como la accesibilidad a la información clínica en cualquier lugar a criterio y con el consentimiento del propio paciente, la mejora de la continuidad asistencial y la facilidad de movilidad del paciente en el sistema sanitario. Con la interoperabilidad el paciente adquiere un papel activo en el cuidado de su salud y es dueño de su información (autogestión), además tiene la posibilidad de acceder, desde un único punto, a la información asociada a su historial de salud desde distintas organizaciones sanitarias, de forma remota y desde cualquier dispositivo. El paciente cuenta, asimismo, con una atención basada en la evidencia, simplificación del proceso de atención, mayor control sobre su historial de salud, satisfacción por los servicios prestados y la posibilidad de compartir información con otro profesional médico con el objetivo de obtener una segunda opinión sobre un caso terapéutico concreto. Por último, ve reconocido su derecho a consultar su historial clínico y la consulta de informes se realiza de forma segura.

Otro ámbito de desarrollo que impacta muy positivamente en la experiencia de paciente es el de cita online implantada ampliamente en España y el de receta electrónica, un proyecto puesto en marcha recientemente, que en su vertiente pública ya está funcionando en buena parte de los territorios y que en el ámbito privado verá la luz este 2020. Esta es una importante iniciativa en el que están involucrados los Consejos de Colegios Profesionales, las Mutualidades de funcionarios de la administración central, las mutuas de accidentes de trabajo y las principales aseguradoras sanitarias, además de la Fundación IDIS (Instituto para el desarrollo e integración de la sanidad) entre otras organizaciones e instituciones. Esta iniciativa permitirá recoger la medicación en cualquier farmacia de nuestro país además de tener el medicamento, la trazabilidad y control indispensables.

Para finalizar y no por ello menos importante, en términos de innovación se encuentra el enorme capítulo de la mejora constante de la calidad y la seguridad, es decir, la preocupación permanente por la revisión y adaptación de los procesos y procedimientos a los nuevos escenarios que plantea la medicina y a las necesidades y exigencias que tienen los pacientes y su entorno. Integrar la provisión pública y privada en torno al paciente es clave para mejorar la percepción subjetiva y la experiencia de paciente, y una buena forma de hacerlo es desarrollando una asistencia más eficiente y confortable para el individuo impulsando la implantación de sistemas y modelos de calidad y seguridad, avanzando de forma decidida en esta senda que elimina la incertidumbre, aporta previsibilidad y dota de seguridad y resultados al propio paciente.

Finalmente, innovar es también medir para mejorar la percepción en las distintas fases vividas una vez que constituye la mejor forma de medir la calidad de los sistemas sanitarios y reconocer al paciente como protagonista de toda actividad asistencial. Trabajar en esta área para que el paciente tenga una mejor experiencia en su contacto con el sistema tiene un beneficio añadido en término de resultados: hace que su percepción sobre su propio estado de salud y bienestar mejore, y ello impacta muy positivamente en el pronóstico de su enfermedad y en su recuperación. En esto tiene mucho que ver además de los profesionales sanitarios y de la adecuada comunicación emocional y personalizada, la innovación tecnológica y la desarrollada en las áreas de gestión, que también son elementos indispensables de diferenciación.