En el mundo, los trastornos mentales son una de las principales causas de discapacidad, con una carga cada vez mayor en los sistemas de salud, este hecho viene refrendado por la OMS que ha definido este entorno de la salud como una de las principales preocupaciones de salud pública.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que al menos una de cada cuatro personas en todo el mundo experimentará algún tipo de trastorno mental en algún momento de sus vidas. Los trastornos depresivos y de ansiedad son los más comunes, y se estima que afectan a cerca de 300 millones de personas en todo el mundo y en cada uno de los dos casos. Por su parte los datos que refleja la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) son más rotundos, van más allá en cuanto a incidencia puesto que, llegan a reflejar que aproximadamente la mitad de la población experimenta algún problema de salud mental a lo largo de su vida.

En España, la situación no es muy diferente. Según un estudio del Ministerio de Sanidad, el 18,1% de la población española ha sufrido algún trastorno mental en el último año y los trastornos de ansiedad son los más prevalentes, seguidos de los trastornos depresivos y los trastornos relacionados con el consumo de alcohol y otras sustancias.

La epidemiología de la salud mental en España ha sido objeto de estudio en varias investigaciones. Según apuntan diversos estudios la prevalencia de los trastornos mentales en la población española está en el entorno del 21%. Además, se observa que los trastornos mentales son más comunes en las mujeres que en los hombres.

Otro aspecto importante de la epidemiología de la salud mental es la carga económica que supone para los sistemas de salud. Según un informe de la OCDE, los trastornos mentales suponen un coste anual aproximado que supera el 4% del PIB en los países de la OCDE con un impacto a nivel individual y social que deriva en una menor empleabilidad y productividad. En España, los costes directos e indirectos de los trastornos mentales se estiman en 46.000 millones de euros al año.

En cuanto a las causas, pueden ser de lo más diversas ya que además de las cuestiones genéticas, variables en cada patología, hay otros aspectos que inciden directa o indirectamente en su avance y progresión constante.

Algunos de los factores que podrían estar contribuyendo a la alta prevalencia de enfermedades con la salud mental en Europa podrían incluir el estrés relacionado con una sociedad muy exigente, el trabajo, la inseguridad económica, la soledad y el aislamiento social, las dificultades de acceso a la atención médica y la desigualdad en la distribución de la riqueza y los recursos entre otros.

Pero estos no son los únicos factores que impactan directamente en el recrecimiento de este tipo de patologías, un elemento que es también relevante está relacionado con la búsqueda exacerbada del éxito personal y profesional a través de estereotipos y mitos que hacen que deseemos cuando menos parecernos a ellos.

En este amplio espectro nos encontramos con todos los trastornos de la alimentación, así como el culto desmedido al cuerpo con todo el cortejo de síntomas que provoca, o por ejemplo, el anhelo de llegar a ser “influencer” de alguna de las múltiples redes sociales lo que hace que en ocasiones se generen situaciones anómalas personales y sociales relacionadas con los perfiles que muestran y encarnan. Hoy en día la conquista de “likes” en algunas personas se ha convertido casi en el motivo principal de su existencia.

En el mundo actual, la ansiedad parece estar en aumento, un incremento persistente y constante por múltiples motivos relacionados con nuestro estilo y condicionantes de vida. Además, la pandemia de la COVID-19 ha exacerbado los niveles de ansiedad en todo el mundo. La incertidumbre, el miedo al contagio, el aislamiento social y el impacto económico han sido factores que han contribuido al aumento de la ansiedad en la población.

En España, la situación no es diferente. Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) reveló que, el 50% de la población ha sufrido algún tipo de problema relacionado con la salud mental durante la pandemia y, de hecho, los resultados de la Encuesta Europea de Salud en España (EESE) muestran que el 4,4% de la población ha visitado a psicólogos, psicoterapeutas o psiquiatras en los últimos 12 meses. Además, los resultados de la encuesta resaltan que el 10,9% de la población mayor de 15 años indica haber consumido medicamentos tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir en las últimas dos semanas, siendo las mujeres mayores de 65 años las que indican un mayor consumo.

Por su parte, la depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo y se estima que afecta a más de 264 millones de personas. En España, la depresión también es un problema de salud mental importante. Según la Encuesta Nacional de Salud, más del 10% de la población española manifiesta haber sufrido depresión en los últimos 12 meses. Además, se plantea que alrededor del 6% de la población española sufre depresión crónica.

La depresión puede tener un impacto significativo en la vida de las personas que la padecen y también puede tener un impacto económico significativo. Se estima que los costes indirectos de la depresión, como la pérdida de productividad y los días de trabajo perdidos, pueden ser hasta cuatro veces mayores que los costes directos del tratamiento.

En salud mental cabe incluir perfectamente el estrés patológico y sus consecuencias, de hecho, el estrés es un problema cada vez más extendido. La Organización Mundial de la Salud (OMS) apunta que el estrés afecta a alrededor del 80% de la población mundial. Además, según un estudio realizado por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el estrés laboral es el segundo problema de salud más común en Europa después del dolor de espalda, y se estima que causa la pérdida de 50-60 millones de días laborales al año.

En cuanto a España, el estrés es un problema que también afecta a una gran cantidad de personas. Según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, el 54% de los españoles siente estrés con frecuencia. Además, según datos del Instituto Nacional de Estadística, el estrés laboral es la segunda causa de baja laboral en España, después de las enfermedades musculoesqueléticas.

Entre las causas más comunes se encuentran la presión laboral, la falta de tiempo, los problemas económicos, la inseguridad en el empleo, los problemas familiares y la incertidumbre sobre el futuro. Además, la pandemia producida por el virus SARS CoV2 (COVID-19) ha aumentado los niveles de estrés en la sociedad española, especialmente entre los trabajadores esenciales y aquellos que han perdido su empleo o han visto reducidos sus ingresos.

Los efectos del estrés en la salud son diversos y pueden afectar tanto a nivel físico como psicológico. A nivel físico, el estrés puede causar problemas de índole psicosomática como pueden ser los gastrointestinales, los problemas cardiovasculares, las cefaleas y migrañas y trastornos del sueño entre otros muchos. A nivel psicológico, el estrés puede causar también ansiedad, depresión, irritabilidad, cansancio y falta de concentración que terminan por cerrar un círculo incesante que se retroalimenta.

Hay cuatro aspectos importantes a destacar en el ámbito de la salud mental, la variable género, la relacionada con la edad, la relativa a la estigmatización de este tipo de procesos y la dotación suficiente de recursos de todo tipo y la financiación.

En cuanto a la primera, a nivel mundial, hay diferencias de género en los procesos de salud mental que se han documentado. Hay que tener en cuenta que estas diferencias de género pueden deberse a una variedad de factores, incluyendo las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, así como los roles de género y las expectativas culturales y sociales.

«La epidemiología de la salud mental en España ha sido objeto de estudio en varias investigaciones»

En cuanto a la segunda variable, me voy a centrar en dos etapas de la vida, la edad infanto-juvenil y la que corresponde a las personas mayores. A nivel mundial, se estima que aproximadamente el 10-20% de los niños y adolescentes sufren algún tipo de trastorno mental. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental Infantil y Adolescente, el 14,2% de los niños y adolescentes españoles de entre 4 y 17 años tienen algún trastorno mental.  Es importante destacar que estos trastornos no solo afectan al individuo que los padece, sino que también tienen un impacto en su entorno familiar y social. Los niños y adolescentes con trastornos mentales pueden tener dificultades para relacionarse con los demás, para realizar actividades cotidianas y para cumplir con sus responsabilidades escolares.

En cuanto a la salud mental de las personas mayores es un tema cada vez más relevante en todo el mundo, y en España no es una excepción. Los ancianos a menudo experimentan una serie de desafíos que pueden afectar su salud mental, incluyendo el aislamiento social y la soledad, la pérdida de seres queridos, la disminución de la movilidad y la salud física, así como la preocupación por el futuro. En el mundo, se estima que alrededor del 15% de los adultos mayores de 60 años o más padecen algún trastorno mental. Es importante destacar que la atención a la salud mental de los ancianos no es solo responsabilidad de los profesionales de la salud, sino también de la sociedad en general. Es necesario fomentar la inclusión social de los ancianos y promover su participación en actividades comunitarias, lo que puede ayudar a prevenir la depresión y otros problemas de salud mental.

Respecto a la estigmatización referida como el estereotipo y discriminación que pueden sufrir las personas que padecen trastornos mentales, insistir en su relevancia en todos los sentidos puesto que, puede llegar a tener efectos muy negativos en las personas afectadas, incluyendo la falta de acceso a tratamiento en un momento dado y la falta de apoyo social y emocional que puede llegar a ser determinante.

Un tema sobre el que profundizar, sin duda, viene de la mano de la cuarta variable, es la aportación que la tecnología digital con sus múltiples herramientas puede realizar al abordaje, seguimiento y control de este tipo de patologías, así como la dotación adecuada de profesionales y de recursos estructurales en general y la necesidad de dotar de financiación suficiente a esta área puesto que la insuficiencia de recursos es evidente para cubrir la demanda asistencial existente que, en este momento, está desbordada con listas de espera muy abultadas como todos sabemos.

Tal y como recoge el documento “Aproximación a la salud mental en España”, impulsado por la Fundación IDIS, es importante que los gobiernos pongan en marcha políticas de salud pública, que contribuyan a mejorar la salud mental de la población y a su vez generar un impacto positivo adicional en la economía y en este sentido la colaboración privada-pública y la utilización de todos los recursos disponibles es esencial ya que no en vano el sector privado concentra el 70% de los hospitales de salud mental y adicciones, el 52% de las unidades de psicología clínica y psiquiatría se encuentran en la sanidad privada y en 2020, por ejemplo, los centros ambulatorios privados de atención especializada concentraron el 82% de las consultas en psiquiatría según refleja el referido informe.

Además, es esencial destacar la necesidad de abordar este problema con perspectiva de género, pues los estudios recientes muestran que las enfermedades de salud mental no se manifiestan igual en hombres y mujeres, debido a riesgos psicosociales asociados con determinantes socioeconómicos y de género como, por ejemplo, la sobrecarga laboral y de cuidados, el denominado techo de cristal, la brecha salarial y las desigualdades.

En conclusión, todo lo concerniente a la salud mental es un asunto importante en todo el mundo y en España. Los trastornos mentales son muy prevalentes y suponen una carga de enfermedad y económica significativa para los sistemas de salud por lo que es necesario seguir investigando en este campo para poder mejorar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de estos trastornos para alcanzar los mejores resultados sanitarios y de salud y reducir a su vez el impacto que generan en la población.