Sin duda alguna el cáncer de piel en sus diferentes formas de presentación es uno de los más frecuentes y comunes, y por ello, conocer el tipo de piel es muy importante. Es llamativo que siendo el tumor más aparente, puesto que está expuesto, tenga todavía un nivel de sensibilización por parte de la población no tan elevado como sería deseable. El desconocimiento, la falta de información y la necesidad de mayor número de campañas de sensibilización son solo algunos de los aspectos más destacados que inciden en este hecho.

Según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) un tercio de los pacientes con cáncer corresponden a cáncer cutáneo, los procesos oncológicos en este extenso órgano en España tienen un nivel de incidencia de 47 casos por 100.000 habitantes, según datos del 2020, con una tendencia al alza evidente en los últimos años (22.229 casos de cánceres de piel no melanocítico). Por su parte, el melanoma presenta al parecer una menor incidencia, 12 casos por cada 100.000 habitantes (5.489 casos diagnosticados en ese periodo de tiempo). En general, los carcinomas basocelulares o de células basales y los epidermoides o de células escamosas son los más frecuentes con 235 y 38,16 casos por cada 100.000 personas y año, respectivamente.

Sin duda, tal y como califican los expertos, los tumores basocelulares y escamosos son menos agresivos que los de tipo melanoma o los de células de Merkel. Los primeros de células basales suponen cerca del 80% de los cánceres de piel y los segundos derivados de las células epidérmicas constituyen aproximadamente el 20%; el resto, corresponden a las formas más agresivas (8,82 por cada 100.000 habitantes en el caso del melanoma y 0,28 por cada 100.000 en el de células de Merkel o neuroendocrino).

En cuanto a cifras, estas no dejan de ser significativas a nivel global, puesto que, en el mundo se producen anualmente 3 millones de casos de cáncer de piel no pigmentarios (melanoma) y 132.000 que sí lo son, en datos de la AECC cada 9 minutos se produce una muerte en el mundo por este tipo de tumores, de hecho 33.000 muertes se podrían haber evitado si los pacientes hubieran consultado con su médico a tiempo, esta cifra es reflejo de los 1,5 millones de personas en el planeta que retrasan la consulta médica una vez detectado algún signo o síntoma relacionados con el cáncer cutáneo.

Una vez que este tipo de tumores está aumentando en incidencia y prevalencia, tienen buen pronóstico si son identificados a tiempo, se hace necesario e imprescindible, incidir en todas aquellas medidas y herramientas que nos permitan un diagnóstico precoz de las lesiones, lo cual incluye por supuesto campañas de comunicación y de sensibilización continuadas a la población, como las realizadas por entidades de enorme prestigio como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), las propias organizaciones de pacientes, las sociedades científicas relacionadas, organizaciones como Euromelanoma, la propia Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) a través de su Fundación Piel Sana, la industria farmacéutica y de tecnología sanitaria que trabajan en este entorno, las instituciones y organizaciones locales, regionales o nacionales o las organizaciones asistenciales y aseguradoras, entre otras.

Tal y como informa la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y su Fundación Piel Sana, “el examen y cribado cutáneo de cada persona por parte de los dermatólogos son medidas estratégicas para detectar el melanoma en una fase temprana y realizar un tratamiento eficaz para mejorar la supervivencia de pacientes afectados por este cáncer de piel”.

En este sentido, uno de los proyectos que me ha llamado la atención últimamente es el de aplicar la tecnología espacial en la vigilancia de lesiones cutáneas pigmentarias, lo cual va a facilitar la detección precoz de posibles cánceres de piel pigmentarios a través del proyecto Dalem, una iniciativa que supone un ejemplo de transferencia tecnológica espacial a la dermatología y de colaboración público-privada entre la Fundación de Investigación Biomédica del Hospital Universitario La Paz de Madrid (FIBHULP) y la empresa de tecnología de capital eminentemente español, GMV, que ofrece soluciones de innovación tecnológica en diversos sectores.

Esto que puede parecer ciencia ficción es ya una realidad y se enmarca en la filosofía, posicionamiento y objetivos de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que en palabras de los expertos pasa por “conseguir abrir nuevos mercados para las tecnologías espaciales y aumentar el retorno de las inversiones en ellas, para ello, recientemente ha abierto nuevas convocatorias destinadas a la transferencia de tecnologías espaciales a otros sectores. Una de ellas se ha materializado en el proyecto Dalem para mejorar el diagnóstico precoz del cáncer cutáneo”.

Es a todas luces un hecho, que, una de las mejores formas de realizar un diagnóstico precoz, en primeras fases del cáncer de piel y por lo tanto reducir su morbimortalidad, pasa por la realización de un control de la propia piel y una autoexploración de esta, y para ello, es necesario una concienciación social evidente al igual que la hay ya en otro tipo de tumores de alta prevalencia e incidencia como es el caso del cáncer de mama o el cáncer colorrectal sin ir más lejos.

Bien es cierto, que, tal y como apuntan los especialistas, este hecho se complica cuando las lesiones son abundantes y cuando no existen medios versátiles, accesibles y de sencillo manejo que permitan realizar esta tarea de monitorización y control. Todo ello incide, sin duda, en una falta de adherencia y persistencia de los potenciales pacientes a la autoexploración, una técnica sin duda sencilla, pero que precisa de herramientas simples que permitan un manejo adecuado de la situación.

«En el mundo se producen anualmente 3 millones de casos de cáncer de piel no pigmentarios (melanoma) y 132.000 que sí lo son»

Sin duda, en este aspecto y en tanto otros relacionados con la medicina y la salud, el teléfono móvil se convierte en un gran aliado frente a múltiples procesos de enfermar y entre ellos el cáncer cutáneo no representa excepción alguna; es más, puede ser una herramienta de detección precoz a través de la monitorización, a la vez que, un elemento de comunicación y transmisión de información reglada de primer nivel, especialmente si el sistema sanitario cuenta con procesos y herramientas de interoperabilidad y continuidad asistencial, que permitan que, el paciente puede llevar consigo mismo sus propios datos de salud, lo cual le otorga la facultad de transitar con ellos a lo largo de todo el sistema y utilizarlos allá donde considere necesario.

La tecnología digital de este tipo de dispositivos permite que, las cámaras que llevan integradas, tengan la suficiente resolución y calidad como para registrar un mapa cutáneo a base de imágenes, en las que se puedan identificar y rastrear lesiones pigmentarias. “El rastreo de estas lesiones mediante el móvil permite a una persona sin conocimientos clínicos ni dispositivos especiales, localizar y registrar la evolución de cada lunar en su cuerpo a lo largo del tiempo, a partir de un historial de imágenes que el especialista puede revisar en el momento de un chequeo médico. De tal forma, un cribado adecuado como medida de prevención en personas especialmente susceptibles de desarrollar un melanoma, ayudaría al diagnóstico precoz disminuyendo su morbi-mortalidad” tal y como afirman los creadores e impulsores de esta iniciativa que representa un nuevo ejemplo de colaboración público-privada en materia de innovación relacionada con la salud.

En cuanto al sustrato y explicación del porqué de la tecnología espacial aplicada al sumatorio de conocimiento generado en torno a una especialidad médica clave como es la dermatología hablan sus técnicos y expertos, “los algoritmos de navegación espacial desarrollados por GMV, basados en la visión para el descenso y el aterrizaje preciso de los róveres espaciales, se aplican a la vigilancia de lesiones cutáneas pigmentarias a través del smartphone. En el contexto espacial, las denominadas estrategias de navegación son capaces de coincidir con puntos de interés como cráteres u otras características orográficas de una imagen previamente adquirida. Esto permite el seguimiento de la ubicación y la determinación de los parámetros de velocidad y alineación con el punto de aterrizaje deseado”.

De esta forma, la transferencia de la tecnología de navegación a la dermatología implica fundamentalmente cuatro beneficios inmediatos en palabras de los participantes en esta iniciativa:

“Facilita el diagnóstico precoz del melanoma y reduce la mortalidad por esta causa, gracias al autoexamen realizado por el paciente con su móvil; cierra la brecha existente entre la labor del dermatólogo en consulta y lo que el paciente necesita para un seguimiento personalizado: una forma segura y automática de discriminar los cambios en su piel antes de la próxima consulta de seguimiento; permite al paciente rastrear los lunares sin necesidad de contar con conocimientos clínicos ni dispositivos específicos, así como localizar y registrar la evolución de cada uno de ellos en su cuerpo a lo largo del tiempo y permite al paciente y al dermatólogo observar cuándo surgen nuevas lesiones pigmentadas y el ritmo de cambio de las mismas”.

Como reconoce Carlos Illana, responsable de producto de Secure e-Solutions de GMV: “el Servicio de Radiología de Emergencia del hospital Universitario La Paz de Madrid tiene una gran experiencia en exploraciones guiadas basadas en imágenes, y ayudará a nuestro equipo de software e inteligencia artificial a lograr resultados clínicos relevantes. Esta nueva forma de interacción entre pacientes y dermatólogos mejorará el actual procedimiento de seguimiento, que solo se logra en consulta, y que a partir de ahora puede integrarse en la rutina diaria de los pacientes”.

Finalmente, los especialistas en dermatología médico quirúrgica y venereología del Hospital Universitario La Paz de Madrid que participan en el proyecto, coinciden en que, “el avance que esta tecnología puede ser muy significativo respecto a sistemas existentes para la toma y seguimiento de imágenes de lesiones al detectar nuevos lunares y cambios en los existentes a lo largo del tiempo” por otro lado añaden que, “es necesario establecer una forma segura y automática de discriminar si hay cambios o no en la piel antes de la próxima cita de seguimiento, teniendo en cuenta que el registro de imágenes en diferentes momentos y con un nivel aceptable de robustez, puede ser muy útil en la monitorización y el seguimiento necesarios antes del diagnóstico de patologías como el melanoma”.