Habitualmente se hace mucho hincapié en la lista quirúrgica, pero para nosotros la más crítica es siempre la espera para la primera consulta de especialidades, sin dejar de lado a la quirúrgica, obviamente.

A nivel humano y clínico, no tener ni una valoración preliminar por parte del especialista genera inquietud y se desconoce además la gravedad y urgencia de la asistencia sanitaria que se requiera en cada caso. Y desde el punto de vista de gestión sanitaria, es la primera consulta la que determina la presión asistencial en los procesos diagnósticos y terapéuticos.

La lista de espera en su contexto

La lista de espera debe analizarse en su contexto sociodemográfico y asistencial. Evidentemente, que casi cuatro millones de pacientes esperen una primera consulta es un dato preocupante. Pero si no se analiza la capacidad de respuesta del sistema sanitario a esa presión asistencial, así como la realidad demográfica, no se puede realmente dimensionar el problema.

Se augura una continuidad del crecimiento del aseguramiento público y de la presión asistencial, fruto de la tendencia al fuerte incremento de la población en 2022 y 2023, y al progresivo aumento de la población mayor de 65 años, tanto en términos absolutos como porcentuales.

La actividad de las consultas sucesivas cada vez ocupa más recursos y capacidad asistencial, en detrimento de las primeras consultas que tienden a acumularse en espera de ser resueltas. Este hecho, tiene como consecuencia la contención de la lista de espera quirúrgica, por la disminución del número de diagnósticos y prescripción de cirugías.

El análisis de los datos de la lista de espera

El dato de junio de 2023 supone el cuarto semestre consecutivo que se supera el récord de crecimiento, y el sexto continuado.  Es el tercer mes de mayor aumento explicado en parte por el importante aumento de población. Como consecuencia, hay 1.160.441 de pacientes más que antes de la pandemia.

Ese incremento ha supuesto un incremento de 659.733 pacientes más que antes de la pandemia en espera de más de 60 días. Y cada semestre suponen más, en términos porcentuales, con respecto a la actividad que se realiza en consultas. Es decir, el incremento de actividad necesaria para reducirlos cada vez es más complicado.

Conclusión

A la vista de los datos analizados, no va a dejar aumentar la lista de espera en tanto en cuanto a la población siga aumentando, los sistemas sanitarios sigan en la dinámica de copar los recursos asistenciales ambulatorios con consultas sucesivas, y las interconsultas de la Atención Primaria no se contengan.

Propuestas

No generar falsas expectativas de acabar con la lista de espera de consultas. Hay que establecer estrategias y objetivos más racionales, cómo es el control del número de pacientes que esperan más de 60 días, con el consiguiente impacto del tiempo medio de espera.

Ese ejercicio pasa por establecer una meta previa: establecer los criterios para identificar y abordar aquellos casos que pueden ser sospecha de complicaciones y que deben ser abordados de manera inmediata.

Todo ello bajo un objetivo de utilización de todos los medios disponibles, sea cual sea su dependencia funcional, y con una visión del conjunto nacional, colaborando entre las comunidades autónomas en el abordaje de las situaciones más críticas desde punto de vista del tiempo espera.

Si el abordaje tiene que ser desde un punto de vista de suma de recursos, el análisis de la realidad no puede ceñirse al problema que tiene el sistema público con su lista de espera, sino que deberá hacerse una planificación donde se considere también la demanda que está resolviendo ya la privada, pues no hay otra manera de poder planificar las capacidades de respuesta a los problemas reales de la atención sanitaria a la población.