El término empoderamiento del paciente, del inglés empowerment, ha venido cobrando notable relevancia en los últimos tiempos en el campo de la salud y la asistencia. Este concepto tiene ya un largo recorrido, ya que nació en los años 70, asociado al hecho de reforzar los derechos y las capacidades de las personas para convertirlas en participantes activas de sus decisiones y, por tanto, hacerles ganar mayor confianza y protagonismo.

Sin embargo, pese a los esfuerzos de instituciones y entes públicos en elaborar políticas para crear un sistema con pacientes empoderados, esta metodología ha ido evolucionando de forma lenta y discontinua en el tiempo. Sin lugar a dudas, aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo en lo que concierne a la parte estratégica, donde otros países han avanzado en este aspecto y nos llevan décadas de ventaja. Y, en este sentido, en la actualidad, cada vez son más las voces en el ámbito sanitario que hablan de la necesidad de un nuevo enfoque en los sistemas de salud, en consonancia con los cambios globales que presentan las sociedades actuales.

Desde las entidades de pacientes, se cree firmemente, en el empoderamiento del paciente”

Desde las entidades de pacientes, se cree firmemente, en el empoderamiento del paciente, y en que este se consigue, en primer lugar, con la información. Si la información significa poder, un paciente empoderado tiene que ser un paciente siempre informado: ha de disponer de las nociones suficientes para entender la patología, sus cuidados y su correspondiente tratamiento. Asimismo, en esta visión global, también se tiene que tener en cuenta a los familiares, creando una metodología que permita que estén informados de todo. De esta manera, corresponde a las asociaciones de pacientes y a los profesionales de la salud, transferir los conocimientos y las habilidades para que el paciente sea capaz de escoger y actuar en consecuencia.

Ahora bien, ¿cómo saber si estamos o no empoderados? ¿qué características esenciales definen al paciente empoderado? A continuación se recogen cuatro áreas que muestran si se es o no un paciente de este tipo. A saber:

  1. El paciente empoderado asume parte del protagonismo en el ámbito sanitario.Ya no se trata de esa persona que se limita a escuchar un diagnóstico y a intentar cumplir una prescripción médica. El paciente empoderado toma parte activa durante todo el proceso que tiene lugar desde el diagnóstico de una patología.
  2. El paciente empoderado es un paciente informado. Según los últimos datos, la salud es uno de los temas más buscados en Internet. Hoy en día, el paciente que llega a la consulta ya tiene información previa sobre sus síntomas y busca al profesional sanitario como la persona cualificada que puede confirmar o desmentir esos datos consultados.
  3. El paciente empoderado “se moviliza”. Cada vez está más normalizado el uso de smartphones, tablets, o cualquier otro dispositivo electrónico que, con conexión a Internet, permite obtener datos en tiempo real. Destaca aquí la preferencia, cada vez más común, de los pacientes por monitorizarse a sí mismos, gracias a las numerosas apps de salud existentes en el mercado.

4. El paciente empoderado es un paciente implicado. Se preocupa de cómo mejorar las pautas de su tratamiento, consulta blogs de profesionales sanitarios y participa de forma activa en comunidades digitales, aportando valor a personas que sufren la misma dolencia y a profesionales que están especializados en tratarla.