Cuando un matrimonio se disuelve, algunos padres se hacen preguntas como: «¿Deberíamos quedarnos juntos por los niños?». Otros padres encuentran que el divorcio es su única opción.

Y aunque todos los padres pueden tener muchas preocupaciones en mente, desde el futuro de su vivienda hasta la incertidumbre del acuerdo de custodia, es posible que lo que más les preocupe sea cómo los niños lidiarán con el divorcio.

Cuando los padres ya no se aman y deciden vivir separados, un niño puede sentir que su mundo se ha puesto patas arriba. El nivel de malestar que siente el niño puede variar según cómo se separen sus padres, la edad del niño, cuánto entiende y el apoyo que recibe de sus padres, familiares y amigos.

La buena noticia es que los padres pueden tomar medidas para reducir los efectos psicológicos del divorcio en los niños. Algunas estrategias de apoyo en la crianza pueden ser de gran ayuda para que los niños se adapten a los cambios provocados por la separación.

¿Por qué el primer año es el más difícil?

Diversas investigaciones han encontrado que los niños tienen más dificultades durante el primer o segundo año después del divorcio. Es probable que experimenten angustia, ira, ansiedad e incredulidad.

Pero muchos niños se recuperan. Se acostumbran a los cambios en sus rutinas diarias y se adaptan a la nueva situación. Otros, sin embargo, nunca parecen volver a la “normalidad”. Este pequeño porcentaje de niños puede experimentar problemas continuos, posiblemente incluso de por vida, después del divorcio de sus padres.

¿Cómo se ven afectados los niños?

Un niño puede sentir:

  • Una sensación de pérdida: la separación de uno de los padres puede significar que pierde no solo su hogar, sino toda su forma de vida.
    Diferente, con una familia desconocida.
  • Temeroso de quedarse solo: si uno de los padres puede irse, tal vez el otro haga lo mismo.
    Culpable de provocar la separación de sus padres.
  • Rechazado e inseguridad.
  • Sensación de corazón partido entre ambos padres.

Estos sentimientos a menudo empeoran por el hecho de que muchos niños tienen que mudarse de casa y, a veces, de la escuela cuando los padres se separan, y la mayoría de las familias en esta situación se encuentran bajo alguna presión financiera.

Incluso si la relación de los padres fue muy tensa o violenta, los niños aún pueden aferrarse al deseo de que sus padres vuelvan a estar juntos.
Los niños pequeños a menudo luchan por entender por qué deben ir a dos hogares. Es posible que les preocupe que, si sus padres pueden dejar de amarse, algún día sus padres dejarán de amarlos.

Los niños de la escuela primaria pueden preocuparse de que el divorcio sea su culpa. Pueden temer haberse portado mal o pueden asumir que hicieron algo mal.

Los adolescentes pueden enojarse mucho por la ruptura y los cambios que genera. Pueden culpar a uno de los padres por la disolución del matrimonio o pueden estar resentidos con uno o ambos padres por la perturbación en la familia.

Por supuesto, cada situación es única. En circunstancias extremas, un niño puede sentirse aliviado por la separación, si un divorcio significa menos discusiones y menos estrés.

¿Cómo afecta a la salud de los niños?

El divorcio puede aumentar el riesgo de problemas de salud mental. Independientemente de la edad, el sexo y la cultura, los hijos de padres divorciados experimentan un aumento de problemas psicológicos.

La separación puede desencadenar un trastorno de adaptación en los niños que se resuelve en unos meses. Pero, los estudios también han encontrado que las tasas de depresión y ansiedad son más altas en los niños de padres divorciados.

Pueden experimentar problemas de conducta, delincuencia y comportamiento impulsivo.

Existen comportamientos de riesgo en los adolescentes con padres divorciados; son más propensos al uso de sustancias (consumo de alcohol, marihuana, tabaco o drogas) y la actividad sexual temprana.

Estrategias para reducir el impacto psicológico de la separación

Separación pacifica: Se ha demostrado que el conflicto intenso entre los padres aumenta la angustia de los niños. La hostilidad manifestada, como gritar y amenazarse unos a otros, se ha relacionado con problemas de conducta en los menores.

Evitar ponerlos en medio: No es apropiado pedirles a los niños que elijan qué padre les gusta más o darles mensajes para que se los den al otro padre/madre. Los niños que se encuentran atrapados en el medio tienen más probabilidades de experimentar depresión y ansiedad.

Mantener una relación saludable con los hijos: La comunicación positiva, la calidez de los padres y los bajos niveles de conflicto pueden ayudar a los niños a adaptarse mejor al divorcio. Se ha demostrado que una relación saludable entre padres e hijos ayuda a los niños a desarrollar una mayor autoestima y un mejor rendimiento académico después del divorcio.

Disciplina constante: Establecer unas reglas adecuadas a la edad y cumplir con las consecuencias cuando sea necesario. Una disciplina efectiva reduce la delincuencia y mejora el rendimiento académico.

Atención continua: los padres deben prestan mucha atención a lo que hacen los adolescentes y con quién pasan el tiempo. Esto reduce los problemas de comportamiento y minimiza la probabilidad de usar sustancias y reduce los problemas académicos.

Empoderar a los hijos: Los niños que dudan de su capacidad para lidiar con los cambios y los que se ven a sí mismos como víctimas indefensas tienen más probabilidades de experimentar problemas de salud mental. Debemos enseñarles que lidiar con el divorcio es difícil, pero que tienen la fortaleza mental para manejarlo.

Enseñar a afrontar las situaciones: Los niños con estrategias de afrontamiento activas, como habilidades para resolver problemas y habilidades de reestructuración cognitiva, se adaptan mejor a la situación. Aprenden a manejar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos de manera saludable.

Ayudar a que se sientan seguros: El miedo al abandono y las preocupaciones sobre el futuro pueden causar mucha ansiedad. Debemos ayudarlo a sentirse amado, seguro y protegido, disminuyendo el riesgo de problemas de salud mental.

Conclusión

Los padres juegan un papel fundamental en la forma en que los niños se adaptan a un divorcio.

Es necesario pensar en todo momento en el bienestar del menor y no en los intereses de los adultos.

Si los padres no consiguen ayudar a su hijo a sobrellevar la situación, es necesario que busquen ayuda en profesionales especializados en salud mental en niños y adolescentes. Una terapia a tiempo puede ayudar a ordenar las emociones y afrontar la situación, evitando problemas de salud a corto y largo plazo.