El metaverso es un ecosistema que fusiona la realidad física con la virtualidad digital. Permite a los usuarios llevar a cabo interacciones multisensoriales con entornos virtuales, objetos digitales y personas, mediante avatares representativos de sí mismos o imaginarios.

El metaverso es un concepto complejo y vivo que se está desarrollando progresivamente. Depende de múltiples factores y puede basarse en gran variedad de tecnologías: red eléctrica, WiFi, 5G/6G, Cloud Computing, IoT, IA, XR, DLTs, entre otras.

Este universo virtual es potencialmente aplicable a todo tipo de actividad social, cultural, económica o de cualquier otra índole. En 2022, la inversión mundial en metaverso ascendió a 120 mil millones de euros, y se estima que su valor supere los 5 billones de euros en 2030.

En el sector salud, apenas estamos comenzando a explorar las múltiples posibilidades que el metaverso podría tener como un valioso recurso para maximizar el acceso y prestación de servicios médicos, la formación de profesionales y la mejora en los resultados de salud.

De acuerdo con MEDLINE, base de datos de bibliografía médica más amplia que existe, desde 2021 (antes no hay trabajos registrados) hasta marzo de 2023, se han publicado 216 artículos científicos sobre posibles aplicaciones del metaverso en múltiples especialidades médicas, gestión hospitalaria, desarrollo de productos y servicios de salud, industria farmacéutica o nuevos modelos de negocio.

“El metaverso es un concepto complejo y vivo que se está desarrollando progresivamente”

A modo de ejemplo, se presentan diferentes propuestas de aplicación del metaverso enfocadas en prevención, tratamiento, formación e investigación:

1- Supervisión y cuidado del estado de salud de pacientes con enfermedades crónicas: monitorización de parámetros fisiológicos, rendimiento físico, sistema cardiovascular.

2- Planificación preoperatoria en 3D con asistencia de especialistas en tiempo real y superposición de imágenes/objetos virtuales.

3- Rehabilitación, manejo y tratamiento de dolor crónico, accidente cerebrovascular, cáncer y trastornos neurodegenerativos.

4- Intervenciones conductuales (ansiedad, depresión, miedo, adicciones).

5- Simulación y entrenamiento en técnicas quirúrgicas.

6- Programas de educación en salud y promoción de hábitos de vida saludables.

7- Creación de bases de datos mundiales y sistemas internacionales de monitorización y vigilancia epidemiológica.

A diferencia de lo anunciado en algunos medios, lo cierto es que desde un punto de vista científico-técnico, a corto plazo no es factible hablar de metaconsultas, metatratamientos o metaoperaciones, ya que es preciso solucionar las principales limitaciones actuales:

1- No tenemos legislación ni normativas regulatorias específicas.

2- Gestión y almacenamiento de gran cantidad de datos que se generaría. Necesidad de soluciones adecuadas que garanticen privacidad y ciberseguridad.

3- Barreras de acceso: falta de conectividad a Internet en determinados países y regiones, usuarios con problemas visuales.

4- Aspectos técnicos derivados del insuficiente grado de madurez de muchas de las tecnologías que pueden conformar el metaverso.

5- Necesidad de ensayos clínicos que investiguen sobre la viabilidad del metaverso en salud. Solo hay registrados 4 estudios en ClinicalTrials.gov, base de datos de ensayos clínicos más grande del mundo. Ninguno ha comenzado aún la fase de reclutamiento.

El metaverso no va a sustituir al mundo real ni reemplazará a la interacción física con un profesional sanitario. El contacto físico y visual, la expresión facial y la gesticulación son elementos esenciales en el mundo de la salud. Sin embargo, este universo virtual puede llegar a ser un poderoso instrumento alternativo y complementario a la atención sanitaria tradicional, permitiendo que ésta pueda ser personalizada y llegue de manera fácil y rápida a la población. Para lograrlo, en su construcción se necesita la cooperación cruzada de todos los stakeholders del sector salud y la colaboración con otras industrias, con el objetivo último de responder a las necesidades reales de pacientes, profesionales, sistemas y organizaciones sanitarias.