La pandemia de COVID-19 ha intensificado las emociones colectivas de las personas debido a:

  • Cambios sociales dramáticos.
  • Pérdida de seres queridos.
  • El aislamiento y la soledad por el distanciamiento social.
  • Las inquietudes sobre el manejo de la pandemia.
  • El miedo a contraer el virus.
  • Los miedos sobre la seguridad de las vacunas.
  • Las dificultades financieras.

Las respuestas emocionales negativas intensificadas a la pandemia han tomado la forma de innumerables emociones como el miedo, la ansiedad y la ira que se combinan con una sensación de incertidumbre y actitudes negativas.

Por el contrario, las actualizaciones constantes de noticias y la politización de la pandemia también pueden haber contribuido al desapego y amortiguar las respuestas emocionales a la crisis, haciendo que algunos subestimen el riesgo y la gravedad del COVID-19.
Por todo ello, un gran grupo de personas se han distanciado emocionalmente debido a la fatiga y la pasividad asociadas con la naturaleza adversa e incontrolable de esta crisis y su incertidumbre prolongada.

Estas respuestas emocionales afectan a los comportamientos y los resultados son:

“Niveles elevados o reducidos de emociones que interfieren con la motivación y la voluntad de participar en comportamientos de salud preventivos”.
La situación en la que vivimos, las respuestas emocionales a la pandemia son inevitables, por ello debemos aprovecharlas para fomentar la educación sobre la vacuna.

Antes de que la pandemia de COVID-19 se estableciera, la vacunación siempre ha sido un tema cargado de emociones en mucha gente.

Por ejemplo, uno de los principales contribuyentes al aumento de las emociones en torno a la vacunación son los grupos coordinados contra la vacunación que manipulan las emociones para promover la desinformación y las teorías de conspiración, sembrar confusión y crear división.
Los esfuerzos para abordar las dudas y aumentar la confianza en las vacunas deben prestar atención a las tácticas de desinformación dominantes.
Se manifiesta nuevamente que el compromiso emocional juega un papel muy importante en la investigación y en el comportamiento de salud de las personas.

Las apelaciones emocionales si se utilizan de manera eficaz en el diseño de mensajes de salud para el cambio de comportamiento, pueden conseguir emociones muy positivas en la comunidad. Teniendo siempre presente la complejidad que ello supone.

Un mensaje con la intención de activar un tipo de emoción puede, en cambio, activar otras emociones que aumentan las conductas de riesgo para la salud o disminuyen la voluntad de realizar conductas preventivas.

Estas complejidades pueden acentuarse durante la pandemia, ya que la naturaleza cargada de emociones del COVID-19, junto con la retórica anti-vacunación, pueden causar confusión, nerviosismo, apatía y otras emociones que afectan a la decisión de vacunarse.

Además, se suma:

  • La novedad y la evolución de la ciencia sobre el virus.
  • El proceso de desarrollo de vacunas acelerado.
  • La discordia política más amplia.
  • Los estándares de calidad y seguridad que requiere la aprobación de una vacuna.

Las preocupaciones sobre la seguridad y eficacia de las vacunas contra COVID-19 se han exacerbado. Poniendo de manifiesto que las emociones influyen en las percepciones e intenciones de la vacuna con más fuerza que nunca.  La información y formación de las vacunas debe abordar las emociones que rodea al COVID-19.

Contrarrestar las emociones negativas

La ansiedad, la pérdida y la fatiga psicológica generalizada, causada por la pandemia, ha afectado al comportamiento de salud y a las intenciones de vacunación.

Enmarcar la vacunación como una estrategia concreta y viable para reducir el riesgo de COVID-19 puede ayudar a abordar las emociones negativas y aumentar la autoeficacia y destacar los sentimientos de control sobre la reducción del riesgo de COVID-19.

Siendo posible «vacunar» al público contra la información errónea con contraargumentos y creando conciencia sobre los llamamientos emocionales negativos aprovechados por las campañas contra las vacunas.

Activación de emociones positivas

Debemos considerar contrarrestar las emociones negativas con apelaciones emocionales positivas para reducir la desconfianza, la exposición y el respaldo a la desinformación.

Una estrategia para aprovechar las apelaciones emocionales positivas es enmarcar los mensajes de la vacuna para apelar al altruismo y a los impactos positivos de la vacunación en la comunidad en general “motivaciones prosociales”.

Se ha demostrado que el encuadre prosocial del mensaje provoca emociones positivas como la esperanza o la alegría.

Lo que puede contrarrestar algunas de las emociones negativas colectivas y la consecuente pasividad y evitación de mensajes.

Además, puede haber oportunidades para apelar a las emociones positivas al resaltar la importancia de las conexiones familiares y el deseo colectivo de regresar a interacciones más cercanas después de un período prolongado de distanciamiento social y aislamiento.

Conclusión

Para aumentar la confianza en la vacuna, debemos reconocer nuestro miedo, sentimiento de ira y emociones negativas.

Al mismo tiempo debemos confiar en los estrictos estándares de seguridad y eficacia del proceso de desarrollo de la vacuna COVID-19.

Como estrategia potencial se debe provocar emociones positivas para ayudar a restaurar la salud y bienestar emocional y, en consecuencia, decidir vacunarse contra la enfermedad más importante de nuestro tiempo.

La información y educación de las vacunas debe adaptarse al estado emocional existente de toda la comunidad, en lugar de un enfoque “talla única”.
A medida que la investigación continúa identificando barreras para la vacunación, la necesidad urgente de lograr protección comunitaria e inmunidad colectiva contra COVID-19, requiere que desarrollemos y se despliegue rápidamente estrategias de comunicación ágiles y adaptables en tiempo real.

Considerando el papel de la emoción como un papel fundamental.

“Vacuna emocional”