Como decíamos en el pasado número de esta revista, la OMS define la alfabetización en salud (health literacy) como “las habilidades sociales y cognitivas que determinan el nivel de motivación y la capacidad de una persona para acceder, entender y utilizar la información de forma que le permita promover y mantener una buena salud”, (Promoción de la Salud, Glosario Organización Mundial de la Salud Ginebra, 1998). Y señalábamos que su interés no es solo que la persona entienda la información que le da el profesional sanitario o que le llega, sino que implica también saber identificar la información que realmente es apropiada y veraz, interpretar y juzgar esta información y ser capaz de aplicarla en función de sus circunstancias y sus necesidades personales y que la investigación había demostrado cómo el nivel de alfabetización en salud (AS) impacta directamente sobre la salud de las personas, y por tanto puede considerarse un determinante por sí mismo (Sørensen et al., 2015) (Juvinyà-Canal et al., 2018).

Señalábamos también que como profesionales de la salud tenemos la responsabilidad de tomar conciencia e implementar aquellas medidas, que también la investigación ha demostrado que mejoran significativamente la identificación, el acceso, la comprensión, la interpretación y la aplicación de toda la información que reciben las personas sobre salud, porque la AS implica a pacientes, pero desde luego también a profesionales, instituciones y decisores en políticas de salud.

Pero en este mundo actual en el que el acceso a la información y en muchos casos la interacción pasa por el uso de las TICs, ya no podemos hablar solo de alfabetización en salud sino de la alfabetización en eSalud, definida por Norman y Skinner como “la capacidad de encontrar, comprender y evaluar información relacionada con la salud a partir de recursos electrónicos y aplicar esta información para resolver o abordar un problema de salud”, (Norman & Skinner, 2006).

El concepto de alfabetización en salud y eSalud se trata de un constructo multidimensional afectado a su vez por otros determinantes como son los determinantes sociales, culturales, las experiencias previas en otros procesos de salud o su interacción con el sistema sanitario.

La realidad es que a pesar de que un 50 por ciento de la población tiene un nivel de AS problemático, los materiales de salud que se ofrecen requieren habilidades de lectura sofisticada y en general no se adaptan al público al que van dirigidos. Existe una clara falta de correspondencia entre las características esenciales de los materiales publicados vía web y las habilidades de comprensión de la población a la que se dirigen, (Navarro-Rubio, Rudd, Rosenfeld, & Arrighi, 2016).

En una revisión sistemática realizada por King y Xie en 2017 (Kim & Xie, 2017) sobre la AS en la era de la eSalud, identificaron que de los 19 estudios que evaluaron la legibilidad de la información en salud disponible en los sitios web estaban escritos por encima del nivel de lectura recomendado para 6º grado. La información de salud de Wikipedia fue la más difícil de leer y sin embargo el sitio más buscado para las consultas de salud.

La falta de acceso a los recursos y uso de Internet, la dificultad en la legibilidad y comprensión del contenido y la dificultad en el uso de recursos eHealth aumenta las desigualdades en salud en grupos vulnerables y marginales, (Kim & Xie, 2017).

Pero siendo realistas, las empresas desarrolladoras de soluciones eHealh o mHealth lo hacen para alcanzar el mayor número de usuarios, por lo que tampoco prestan una especial atención a estos grupos más desfavorecidos, (Latulippe, Hamel, & Giroux, 2017), siendo que precisamente las personas mayores y los grupos más vulnerables serían los que más podrían beneficiarse de la eSalud, aunque la investigación ha puesto de manifiesto que, en general, no tienen las capacidades adecuadas para tratar con información de salud en línea, especialmente a distinguir si es o no de calidad, (Vicente & Madden, 2017).

La investigación también nos dice, que tenemos que adaptar los programas de educación para la salud y entrenamiento en autocuidados al nivel de alfabetización en salud de la población a la que va dirigida si realmente queremos que los pacientes sean autónomos en sus autocuidados y cumplan el régimen terapéutico. Se necesita pues reducir el lenguaje científico y utilizar un lenguaje sencillo en la comunicación con los pacientes. En materiales vía web se deben incluir gráficos o símbolos claros, diversificar los recursos incluyendo pictogramas, infografías, podcast y vídeos para aquellos usuarios con dificultades para una lectura comprensiva, utilizar fuentes legibles, iconos claros, mapa de la web para conocer la información y los recursos que incluye y poder elegir e incluir la experiencia de otros pacientes, de sus iguales, ya que mostrar también la esfera emocional impacta sobre la otra persona. Es importante también disponer de recursos web que se adapten a todo tipo de dispositivos, (Stableford & Mettger, 2007).

“Los materiales de salud que se ofrecen requieren habilidades de lectura sofisticada y en general no se adaptan al público al que van dirigidos”

Se necesita también una política de comunicación de salud efectiva para aumentar la conciencia sobre la confiabilidad de las fuentes de información en salud que se ofrecen en la red y desde luego la implicación de los profesionales recetando recursos web confiables.

Respecto a los programas de capacitación para pacientes y población en general, la oferta de servicios en línea no es suficiente, se necesitan intervenciones para mejorar la AS valorando los perfiles de la población a la que va dirigida y adaptándose a sus necesidades y su realidad. Las personas con más bajo nivel de AS necesitan más apoyo tecnológico y práctico.

Disponemos además de escalas, como la eHEALS (The eHealth Literacy Scale), que ha demostrado su confiabilidad y consistencia para evaluar las habilidades percibidas por los consumidores en el uso de tecnología de la información para la salud y que ayuda a determinar el ajuste entre los programas de eHealth y los consumidores, (Norman & Skinner, 2006).

Así mismo la figura del paciente experto, con un buen nivel de AS le posiciona como persona idónea para trabajar tanto con profesionales de la salud, aportando la visión del paciente, como para el trabajo con sus iguales en una relación de pares. El paciente experto es aquel paciente que se sabe el principal responsable de su salud, decide cuidarse, y tiene las habilidades, la motivación y la confianza para hacerlo, siempre en colaboración con el profesional sanitario.

Conscientes pues del impacto del nivel de alfabetización en salud sobre la propia salud, pongamos en marcha todas estas medidas que han demostrado buenos resultados y que, por tanto, arrojarán mejores resultados en salud para la población.

Bibliografía:

Juvinyà-Canal, D., Bertran-Noguer, C., Suñer-Soler, R., Juvinyà- Canal, D., Bertran-Noguer, C., & Suñer-Soler, R. (2018). Alfabetización para la salud, más que información. Gaceta Sanitaria, 32(1), 8–10. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2017.07.005

Kim, H., & Xie, B. (2017). Health literacy in the eHealth era: A systematic review of the literature. Patient Education and Counseling, 100(6), 1073–1082. https://doi.org/10.1016/J. PEC.2017.01.015

Latulippe, K., Hamel, C., & Giroux, D. (2017). Social Health Inequalities and eHealth: A Literature Review With Qualitative Synthesis of Theoretical and Empirical Studies. Journal of Medical Internet Research, 19(4), e136. https://doi.org/10.2196/jmir.6731

Navarro-Rubio, M. D., Rudd, R., Rosenfeld, L., & Arrighi, E. (2016). Alfabetización en salud: implicación en el sistema sanitario. Medicina Clínica, 147(4), 171–175. https://doi.org/10.1016/j. medcli.2016.02.010

Norman, C. D., & Skinner, H. A. (2006). eHEALS: The eHealth Literacy Scale. Journal of Medical Internet Research, 8(4), e27. https://doi.org/10.2196/jmir.8.4.e27

Promoción de la Salud Glosario Organización Mundial de la Salud Ginebra. (1998). Ginebra. Retrieved from http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/67246/WHO_HPR_HEP_98.1_ spa.pdf?sequence=1

Sørensen, K., Pelikan, J. M., Röthlin, F., Ganahl, K., Slonska, Z., Doyle, G., … HLS-EU Consortium. (2015). Health literacy in Europe: comparative results of the European health literacy survey (HLS-EU). The European Journal of Public Health, 25(6), 1053–1058. https://doi.org/10.1093/eurpub/ckv043

Stableford, S., & Mettger, W. (2007). Plain Language: A Strategic Response to the Health Literacy Challenge. Journal of Public Health Policy, 28(1), 71–93. https://doi.org/10.1057/palgrave. jphp.3200102

Vicente, M. R., & Madden, G. (2017). Assessing eHealth skills across Europeans. Health Policy and Technology, 6(2), 161–168. https://doi.org/10.1016/J.HLPT.2017.04.001