“La prevención de riesgos laborales es una acción transversal que debe impregnar todos los procesos de la organización”

Ignacio Sánchez-Arcilla cuenta con una amplia trayectoria en Medicina del Trabajo. Desde el 2016 es el Jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, un Servicio que ha evolucionado mucho en los últimos años, “desarrollando cada vez más funciones con la colaboración y el excelente trabajo de un gran equipo humano y altamente cualificado”.

¿Qué labor desempeña el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales (PRL) del Hospital General Universitario Gregorio Marañón?

El Servicio de Prevención se constituye en el hospital a partir de la publicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en el año 1995, la Ley 31/1995 de 8 noviembre y el Real Decreto 39/1997 de 17 de enero por el que se aprueba el Reglamento de los servicios de prevención. La Ley de Prevención supone un antes y un después en la gestión de los riesgos presentes en el puesto de trabajo y ha sido un gran avance para la seguridad y salud de los trabajadores.

El Servicio de Prevención es el servicio técnico asesor de la Dirección del Hospital, para el cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Es un servicio especializado para una organización sanitaria compleja.

El sector sanitario es el que más trabajadores emplea, y además donde están presentes la mayoría de los riesgos en el ámbito laboral, en las áreas de Seguridad, Higiene, Ergonomía y Psicosociología.

Las actuaciones de un hospital como el Gregorio Marañón están guiadas por la vocación de prestar servicios de excelencia a la población.

Para lograrlo, el factor esencial son las personas, los trabajadores, que integran el Hospital Gregorio Marañón, ya que de ellos depende el desarrollo de la institución y finalmente la calidad de los servicios. El Servicio de Prevención es un servicio para los trabajadores y de su buen hacer dependerá finalmente facilitar la prestación de servicios excelentes y de la máxima calidad.

La misión final es gestionar las actividades preventivas tendentes a la eliminación o reducción en su origen de las causas de los riesgos inherentes al medio ambiente de trabajo.

¿Cómo ha evolucionado el Servicio de Prevención de Riesgos?

Yo llegué al Servicio de Prevención del Hospital Gregorio Marañón en el año 2016 después de una amplia trayectoria en el Servicio de Prevención del Hospital Ramón y Cajal, durante 11 años, como especialista en Medicina del Trabajo.  Previamente había desempeñado también responsabilidades de gestión de programas de salud y calidad en la Dirección de Servicios de Higiene y Salud Pública en el Ayuntamiento de Madrid.

El Servicio ha evolucionado mucho en los últimos años, desarrollando cada vez más funciones con la colaboración y el excelente trabajo de un gran equipo humano y altamente cualificado.

Su desarrollo se ha estructurado en torno a cinco grandes ejes de actuación: orientado al trabajador, la prevención efectiva y eficiente, evaluar nuestras actividades, innovación basada en la evidencia y la excelencia técnica y sanitaria.

Quiero destacar que el Servicio con el apoyo de todos los compañeros y con el de la Dirección, intenta estar en una línea de mejora continua, buscando ser un lugar de excelencia y de la máxima calidad en la consecución de sus objetivos y competencias.

Las líneas de actuación que se están gestionando en este Servicio son: estrategias de aplicación al contenido del Programa de Actividades Sanitarias de los Servicios de Prevención para los trabajadores asignados a este Servicio; el desarrollo organizativo y de gestión dirigido a la implantación de un sistema de gestión de la prevención que propicie la mejora de la seguridad, higiene y salud laboral, así como la reducción de la siniestralidad laboral; el desarrollo de los objetivos contenidos en el Programa de Actividades dirigido a adecuar el sistema de gestión preventiva a la actividad de la población trabajadora asignada e impulsar el principio de responsabilidad preventiva en todos los niveles de la organización; la implantación y desarrollo de un sistema de calidad; y la gestión del conocimiento.

¿Cómo se gestiona la seguridad y salud de los trabajadores en una institución sanitaria?

Los servicios de Prevención de Riesgos Laborales están formados por cuatro especialidades de nivel superior como son la Medicina del Trabajo, la Seguridad, la Higiene y la Ergonomía y la Psicosociología.

Estas cuatro disciplinas deben trabajar de manera coordinada e integrada, ya que inexorablemente, la prevención de los riesgos laborales a los que pudieran estar expuestos los trabajadores, requiere el concurso de todas ellas.

En base a esta premisa se gestionan todas las áreas, procedimientos, normas y protocolos contemplados en la cartera de servicios del Servicio de Prevención del hospital, además de las normativas vigentes de aplicación a un Servicio de Prevención.

Actualmente este hospital está trabajando para acreditar el sistema de prevención del hospital en la ISO 45001, un sistema de calidad en prevención que permite ir más allá del cumplimiento de la legalidad, aportar un plus por encima de las obligaciones normativas.

La prevención de riesgos laborales es una acción transversal que debe impregnar todos los procesos de la organización.

El aspecto clave es integrar las actuaciones de prevención de riesgos laborales dentro del sistema de gestión general de la empresa, al mismo nivel que la actividad asistencial, de calidad o medioambiental.

¿Cuáles son los principales riesgos, también psicosociales, a los que se enfrenta el personal?

En los hospitales existen multitud de riesgos en todas las áreas preventivas, estamos en una ciudad sanitaria donde diariamente trabajan más de 9000 personas que realizan todo tipo de actividades, no solo de asistencia sanitaria sino de múltiples servicios: limpieza, cocina, hostelería, fontanería, electricidad, trasportes… El riesgo clásicamente asociado al trabajo hospitalario es el biológico, pero también existen riesgos físicos, ergonómicos, químicos, mecánicos, ambientales y psicosociales.

Los riesgos psicosociales son las condiciones presentes en una situación de trabajo, relacionados con la organización, el contenido y la realización del trabajo susceptibles de afectar tanto al bienestar y la salud (física, psíquica o social) de los trabajadores como al desarrollo del trabajo.

Los factores psicosociales pueden generar estrés dependiendo de la percepción que el trabajador tenga de ellos y de sus capacidades para hacerles frente o darles respuesta.

El síndrome del profesional quemado, la ansiedad y la insatisfacción laboral pueden generar un problema a medio plazo para la seguridad de los profesionales y de los pacientes.

La prevalencia del burnout en las profesiones sanitarias se establece según la bibliografía en torno al 40%, sin diferencias significativas entre medicina y enfermería.

El porcentaje de profesionales sanitarios que se encuentran en elevados niveles de agotamiento emocional se agravó notablemente en la crisis de la COVID-19. La OMS lo reconoció en 2019 en la CIE 11 como resultado del estrés crónico en el lugar del trabajo que no se ha manejado con éxito. El burnout tiene un origen multifactorial, cuyo mecanismo es el estrés crónico, lo que implica un abordaje que implique la introducción de cambios organizativos y el aumento de la resiliencia de los profesionales.

Es urgente abordar esta situación y generar las herramientas emocionales que permitan planificar una adecuada y efectiva prevención frente a estos riesgos.

¿En qué medida invertir en PRL puede resultar rentable? ¿Repercute en una mejora de la productividad?

La prevención de riesgos laborales es una obligación de la empresa, pero además es una estrategia clave para la buena marcha de una organización, incluyendo, como no puede ser de otra manera, una mejora de la productividad.

La adecuada inversión en recursos de prevención es necesario no solo para cumplir la legislación vigente en materia de seguridad y salud laboral y evitar las consecuencias legales de los incumplimientos de la misma, sino también produce una disminución de accidentes, incidentes y daños derivados del trabajo, así como de sus consecuencias humanas, económicas y legales.

La planificación preventiva tiene como objetivo conseguir lugares de trabajo seguros y saludables.

Conseguir unos trabajadores más satisfechos e implicados con la empresa al final mejora el clima laboral. Eso produce un aumento de la productividad y en su caso un aumento de la competitividad e imagen de la organización para prestar un servicio de calidad.

¿Ayudó la pandemia a impulsar una cultura preventiva?

La pandemia ha supuesto un punto de inflexión para los servicios de prevención y para la Medicina del Trabajo.

La pandemia ha tenido un enorme impacto en la labor de los servicios de prevención, que tuvieron que afrontar inicialmente la prevención y el control de la infección en el medio laboral para asegurar la continuidad de los servicios esenciales y posteriormente, el seguimiento de las secuelas físicas y psicosociales de los trabajadores españoles.

Los servicios de prevención, insuficientemente dotados históricamente en recursos humanos y materiales, han realizado una labor ingente de colaboración en la gestión de la crisis, trabajando estrechamente con las autoridades sanitarias, con las organizaciones y con los propios trabajadores.

La pandemia ha demostrado sobradamente la necesidad de estar preparados para riesgos emergentes, la cultura preventiva y la planificación de la actividad preventiva han demostrado su necesidad.

La lección que con todo su dramatismo ha visibilizado la pandemia es que las organizaciones y la sociedad entiendan y asumen que los recursos en prevención son una inversión y no un gasto.

¿Cómo se podría motivar o incentivar al personal del hospital para su vacunación?

Desgraciadamente la tasa de vacunación en los trabajadores sanitarios está muy por debajo de lo que recomienda la evidencia científica y las autoridades sanitarias.

Es difícil entender las razones por las que un colectivo profesional que debería estar bien informado de los beneficios y la seguridad de las vacunas continúa en tasas tan bajas de vacunación.

En un entorno de voluntariedad de la vacunación, las estrategias de motivación deben pasar por la información científica reiterada que permita eliminar bulos y mitos.

A pesar de que la ejemplaridad y la ética de proteger no solo a uno mismo sino especialmente a los pacientes debería ser una motivación suficiente, la experiencia lo desmiente.

La pandemia nos ha enseñado que la percepción del riesgo para uno mismo y para la colectividad es el factor principal que ha motivado a los sanitarios a vacunarse masivamente.

Considero que en algún momento se debería plantear la necesidad de estar vacunado para la asistencia sanitaria, especialmente en colectivos que atienden a pacientes vulnerables, debería exigirse.