Beatriz Domínguez Gil, Directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)

Durante casi dos años como Directora de la Organización Nacional de Trasplantes, Beatriz Domínguez-Gil hace un balance muy positivo. En esta entrevista para New Medical Economics ha contado los principales riesgos que corre el Organismo, las medidas innovadoras que está implantando y datos actuales de trasplantes y donaciones, entre otras cuestiones.

¿Qué balance hace tras casi dos años al frente de la ONT?

Un balance muy positivo, porque hemos logrado nuestro objetivo de dar una continuidad al Organismo, pero incorporando aspectos novedosos, y ya estamos viendo resultados y con expectativas de mejora a medio y largo plazo. Suceder al Dr. Rafael Matesanz al cargo de la ONT era un reto y una enorme responsabilidad. En cualquier caso, siempre me he guiado por la filosofía del organismo: mirar hacia adelante e innovar, buscando la excelencia y la mejora continua.

¿Qué medidas innovadoras ha puesto en marcha la ONT en los últimos años?

En el ámbito de la donación y el trasplante de órganos seguimos trabajando con objetivos cuantitativos, de seguir aumentando la disponibilidad de órganos para trasplante. Nuestra última estrategia, el denominado Plan 50×22, persigue que en España se alcancen los 50 donantes por millón de habitantes y se superen los 5.500 trasplantes en el año 2022.

Este Plan incluye diferentes acciones, como la de promover la colaboración de las coordinaciones hospitalarias de trasplante con los servicios de urgencias y con otras áreas del hospital en las que sabemos que todos los días fallecen personas que podrían ser donantes de órganos. Esta colaboración permite extender la donación de órganos desde la UCI, que es donde tiene que producirse, a todo el hospital e inculcar en el centro la cultura de la donación. La donación de órganos es responsabilidad de todos los profesionales y, cuando una persona fallece en condiciones de ser donante, se le debe ofrecer esta opción, por los pacientes que necesitan un trasplante, pero también porque es una ocasión de expresar los valores y principios que han regido la vida de la persona hasta ese momento.

Otra iniciativa es la de continuar con el trasplante exitoso de órganos de personas de edad avanzada o muy avanzada, que viene determinada por la realidad de nuestro país. Afortunadamente, la mortalidad infantil y de personas jóvenes es reducida en España. Las personas que fallecen en condiciones de ser donantes de órganos son personas de edad avanzada. Nos hemos adaptado a esta realidad aprendiendo a utilizar los órganos de los que disponemos, los órganos de personas mayores. Algo innovador, en lo que llevamos ventaja a muchos países de nuestro entorno. No hay un límite cronológico para donar, sino un límite biológico.

La donación en asistolia ha sido otro de los aciertos del sistema español de trasplantes, a tenor de sus buenos resultados. ¿Qué destacaría de ella?

La donación en asistolia ha sido un revulsivo en la donación de órganos en España. Es la donación que se produce a partir de personas que fallecen tras una parada cardiorrespiratoria, que es la forma más habitual de fallecimiento, pero en el momento en que los órganos se quedan sin flujo sanguíneo empiezan a deteriorarse. Por tanto, se activa un proceso en el que tenemos que luchar contra el tiempo y en el que hemos tenido que incorporar nuevas formas de preservación para poder trasplantar esos órganos con la seguridad de que van a funcionar adecuadamente en los receptores.

¿Hay algún otro aspecto innovador que le gustaría destacar?

Sí. Por ejemplo, gracias a los nuevos fármacos frente al virus de la Hepatitis C, los antivirales de acción directa, ahora estamos trasplantando con éxito órganos de donantes infectados por el virus de la hepatitis C en receptores no infectados. Antes podíamos usarlos en receptores también infectados, pero en la actualidad podemos ofrecer esta opción a pacientes no infectados, por ejemplo, a pacientes en urgencia cero, cuando surge un órgano adecuado a sus necesidades pero que resulta estar infectado por este virus.

Otra línea de trabajo es la incorporación de la sanidad privada a la donación de órganos y tejidos, que es uno de los proyectos estrella de este año de la ONT. Hemos establecido un convenio de colaboración con la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE) con quien estamos desarrollando un protocolo para la progresiva incorporación de estos centros a la actividad. Queremos garantizar a todos los ciudadanos su derecho a la donación de órganos al final de su vida, con independencia del tipo de aseguramiento que tengan y de que se sean atendidos en un hospital público o privado. Todo bajo la supervisión de un centro público. Los centros privados que se incorporen a este proyecto tendrán que ser autorizados para la donación de órganos y deberán cumplir con los mismos requisitos que se les exige a los centros públicos.

Al Plan 50×22, con las 5 líneas mencionadas, se suman iniciativas con objetivos cualitativos. El Plan ONT Digital, de optimización de todos nuestros sistemas de información, pretende evaluar de manera cada vez más precisa los resultados pos-trasplante, algo imprescindible para la mejora continua. Recientemente hemos presentado nuestra Estrategia Nacional en Trasplantes de Progenitores Hematopoyéticos, que incluye líneas de trabajo en el ámbito del trasplante de médula ósea y de sangre de cordón umbilical. La ONT también participa en la Estrategia Nacional en Terapias Avanzadas sobre células Car-T, que lidera el Ministerio de Sanidad.

¿Cuál es la principal amenaza de la ONT?

El principal riesgo de la ONT es el morir de éxito. Hemos alcanzado una enorme actividad sin que nuestra estructura de coordinación y de equipos de trasplantes se haya reforzado en consonancia. Un ejemplo, la ONT no ha visto modificado su presupuesto en 15 años, haciendo muchísimo más de lo que hacía antes. Estamos desarrollando una actividad muy superior con los mismos recursos humanos y materiales, incluso con menos, pues con la crisis económica la estructura se vio afectaba por los recortes. Pese a ello y gracias a la profesionalidad del sistema, la actividad no solo no se redujo durante la crisis, sino que se incrementó. Fue entonces cuando se pusieron en marcha líneas de trabajo que nos han permitido seguir creciendo estos años. Pero mantener todo esto y seguir mejorando necesita una estructura que ahora mismo está al límite. Estamos en riesgo de quiebra y ya lo empezamos a notar.

También nos encontramos con una limitada capacidad para atraer y retener a profesionales de talento en un ámbito que ya no tiene el glamour de tiempos pasados – trasplantar se ha transformado en un procedimiento tan habitual que ya no tiene el carácter pseudomágico que tenía hace unos años, y además es una actividad muy sacrificada. Nos estamos encontrando con dificultades para el relevo de profesionales tanto en las coordinaciones como en los equipos de trasplante. Y cada vez es más difícil captar a profesionales de talento. Creo que es importante invertir en investigación y desarrollo. No solamente por la necesidad intrínseca de estas actividades, sino porque indirectamente puede contribuir a hacer más atractiva esta área para los profesionales sanitarios.

Es fundamental cuidar nuestro sistema de trasplantes, un sistema que salva vidas, mejora la calidad de vida de muchos pacientes y supone un ahorro para nuestro sistema sanitario. Mantener nuestro nivel de actividad, seguir creciendo y mejorando nuestros procesos necesita una infraestructura adecuada que hoy en día se ha quedado escasa y obsoleta. Necesita infundir energía con talento nuevo y ser protegidos de ataques perversos que se producen sistemáticamente porque ser algo que funciona bien.

¿Cómo influye la realización de campañas publicitarias y los medios de comunicación para aumentar el número de donantes?

En el ámbito de la donación de órganos es muy habitual la creencia de que la escasez se soluciona convenciendo a la ciudadanía a través de campañas publicitarias. Aquí se parte de dos errores: pensar que los ciudadanos son los responsables de esa escasez de órganos y que las campañas publicitarias pueden cambiar su actitud hacia la donación. Existen muchos ejemplos en la literatura que muestran que las campañas no son capaces de modular de forma sostenida en el tiempo la predisposición de la ciudadanía a donar, y además son muy costosas. La ONT tuvo claro desde sus inicios la importancia de llegar a los ciudadanos a través de los medios de comunicación, con los que se puede lograr una buena simbiosis. De hecho, los medios de comunicación en España se han transformado en verdaderos aliados a la hora de promover la donación y el trasplante, y la ONT ha mantenido una política de total transparencia y colaboración con los profesionales de la comunicación.

Caso bien distinto es el de la donación de médula ósea. Se trata de una donación en vida que sí necesita campañas específicas que podrían entrar dentro del concepto de campaña promocional. Estas campañas se tienen que regir por una serie de criterios recogidos en nuestra legislación para asegurar una información adecuada a aquellas personas que están valorando su inclusión en el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (REDMO).

¿Hay muchos bulos en el mundo de la comunicación sobre donación?

Yo diría que lo que hay a veces son interpretaciones no acertadas de determinados aspectos. Los bulos o mitos, en términos generales, los hemos controlado bien. Por ejemplo, existen muchos mitos en relación con el tráfico de órganos que a veces se hacen eco en la prensa de otros países, pero es difícil que esto ocurra en España.

¿Se ha reducido en los últimos años las diferencias del número de donaciones entre las comunidades autónomas?

Siempre hay diferencias en donación entre comunidades autónomas, lo que pone de manifiesto que sigue existiendo espacio para la mejora. Las comunidades autónomas con mayor nivel de donación de órganos suelen estar en la cornisa cantábrica, aunque en los últimos años han destacado comunidades como Valencia, Murcia o Extremadura. Hay motivos epidemiológicos que justifican estas diferencias, puesto que hay variaciones en la mortalidad relevante para la donación entre comunidades autónomas. Nuestros potenciales donantes habitualmente son personas de edad avanzada que fallecen por accidentes cerebrovasculares y las poblaciones más envejecidas, como las de la zona norte, cuentan con un potencial de donación mayor. Pero también sabemos que hay factores organizativos, iniciativas que en determinadas comunidades autónomas están funcionando bien y que, a través de nuestras estrategias nacionales, tratamos de transferir al resto del país. En cualquier caso, todas nuestras comunidades autónomas ocuparían los primeros puestos en un ranking internacional de donación de órganos.

¿Podría ser la colaboración público-privada una estrategia para aumentar la disponibilidad de órganos en nuestro país?

Sí. Hemos calculado que con esta colaboración aumentaría la donación de órganos entre un 5 y un 10 por ciento. Existe una corresponsabilidad del sistema público y privado en cubrir las necesidades de trasplante de sus pacientes, que es un motivo para esta colaboración. Pero, sobre todo, la iniciativa de incorporar a los centros privados a la donación de órganos nos ayuda a garantizar a todos los ciudadanos su derecho a donar, con independencia del tipo de aseguramiento que tengan. Otro aspecto importante: la donación de órganos es, en sí misma, un indicador de calidad. Si un hospital es bueno en donación, es un hospital que necesariamente funciona bien en otras áreas, porque la donación requiere la participación de diferentes profesionales, servicios y unidades. La propia Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) reconoce la donación entre sus indicadores de calidad de atención al paciente crítico, lo que viene a significar que una buena unidad de cuidados intensivos ha de ser también buena en donación. De alguna forma, la sanidad privada también quiere cumplir con ese estándar de calidad.

¿Qué cifras de donación y trasplantes manejan?

El año pasado alcanzamos en España 114 trasplantes por millón de población y 48 donantes por millón de habitantes, esto en números absolutos son más de 5.300 trasplantes y 3.241 donantes. En 2017, la media de donación de la Unión Europea fue de 22,3, en EEUU de 31,7 y en un país como Alemania de 9,7 donantes por millón de población. El nivel de donación que se ha registrado en España y la actividad trasplantadora que hemos alcanzado, sobre todo en los últimos años, jamás se ha registrado en ningún país del mundo. El sistema de trasplantes español es un éxito colectivo, del sistema sanitario y sus profesionales, pero también de la ciudadanía porque sin su contribución es imposible que esta actividad tenga lugar.

Durante el primer trimestre de 2019 hemos aumentado en un 8% la actividad de donación y en un 7% el total de trasplantes realizados, en comparación con el primer trimestre del año anterior. Los trasplantes que más crecen son el hepático, que ha crecido un 9%, y el pulmonar, que lo ha hecho en un 11%.

Mantenernos en este nivel de actividad ya es un logro, sobre todo atendiendo al perfil envejecido de nuestros potenciales donantes. En España no existe una mortalidad por tráfico, armas o adicción a drogas por vía parenteral similar a la registrada en otros países. Por ejemplo, EEUU se ha visto azotado en los últimos años por un escándalo en salud pública de adicción a drogas por vía parenteral que se ha cebado con los más jóvenes. En este país se han registrado alrededor de 1.000 donantes de órganos anuales fallecidos por este motivo, personas jóvenes. En España, afortunadamente no tenemos potenciales donantes jóvenes. Lo que hace más grandioso al sistema español de trasplantes es que, con un entorno epidemiológico nada favorable a la donación, sea líder en este ámbito.

¿Cuál es el trasplante que más se realiza?

En órganos, el renal es el trasplante que más se realiza, el año pasado se hicieron más de 3.300 trasplantes renales en España y el segundo trasplante que con más frecuencia se realiza es el hepático, con algo más de 1.200 procedimientos. En tejidos y células, el trasplante de córnea y el de progenitores hematopoyéticos (de médula ósea), que supera los 3.000 procedimientos anuales, son los más frecuentes.

¿Qué opina de la realización del trasplante de útero?

El trasplante de útero ya se está realizando con carácter experimental en algunos países, como Suecia y Estados Unidos. Creo que este trasplante es un malabarismo técnico que quieren realizar algunos equipos en España, pero es el típico procedimiento en el que uno se plantea si todo lo que se puede hacer debe hacerse. Personalmente, tengo dudas de si es proporcionado realizar un trasplante de útero para cumplir con el deseo de maternidad. Exige realizar una histerectomía en una donante viva, salvo que se recurra a una donante fallecida, lo que se ha hecho con éxito en una ocasión en todo el mundo, concretamente en Brasil. Por otra parte, hay que hacer una cirugía a la receptora para implantarle el útero, someterle a una inmunosupresión con todos sus efectos secundarios que no necesita por un problema de salud con riesgo para la vida, y luego tiene que culminar el embarazo con éxito que tampoco tiene una efectividad del 100 por cien. Posteriormente, hay que realizar una segunda cirugía para retirar el útero. Finalmente, el feto crece en un entorno medicalizado, que puede tener efectos en su desarrollo.

En definitiva, se confronta el daño potencial que se puede generar a la donante, a la receptora y al futuro bebé con la autonomía de la mujer que desea ser madre. A mí, hoy en día, me parece algo desproporcionado, pero es una valoración personal. Sé que nos va a llegar la solicitud para autorizar o no esta intervención, puesto que se trata de una cirugía experimental que requiere ser aprobada caso por caso.