“Si no sabes dónde vas, acabarás en otra parte”

Laurence J. Peter

Ya los tenemos aquí. Apuntan maneras ya diferentes proyectos para la creación de hospitales en el metaverso. Planteados como nuevas formas de experimentar la atención médica, surgen como ciudades de la salud, ecosistemas virtuales que permitirán a los pacientes el acceso a consultas médicas, seguir tratamientos, rehabilitaciones o diferentes terapias sin necesidad de desplazarse a lugar alguno. Para los profesionales sanitarios serán espacios virtuales de intercambio de conocimientos donde poder interactuar con  pacientes y con otros colegas.

Hay que reconocer que el metaverso presenta ventajas en el ámbito de la salud. Permite aprovechar las ventajas del internet de las cosas, descongestiona el sistema sanitario y lo hace más accesible. Pero también plantea retos jurídicos y organizacionales que apenas estamos empezando a intuir, por ejemplo, en materia de seguridad de la información o en el de las relaciones laborales, ¿cómo vamos a digerir esto en el ámbito profesional? Urge empezar a pensar en una reformulación de actuaciones en materia de relaciones laborales, de organización y control del trabajo.

Las organizaciones sindicales apuntan que todo esto puede ser un foco de precarización del empleo y muestran su preocupación por la necesidad de regular las relaciones laborales en estos entornos virtuales. Se plantea la posibilidad de empezar a pensar en crear una legislación ad hoc para el trabajo en ellos o, directamente, incorporar el concepto como espacio laboral en el nuevo Estatuto de los Trabajadores del Siglo XXI. Entretanto, se siguen negociando convenios colectivos, marcos de relaciones laborales, que pivotan en torno a los tres clásicos conceptos fundamentales desde la época de la revolución industrial: cuándo y cuánto se trabaja (jornada, control de presencia), dónde se trabaja (centros de trabajo o teletrabajo) y cuánto se remunera lo que se trabaja.

¿Tenemos que considerar centro de trabajo el lugar desde el que el profesional sanitario interactúa con el paciente? y, ¿cuál es ese centro de trabajo? ¿su domicilio? Y ¿cuándo teletrabaja desde otro lugar según sus preferencias? ¿cómo hacemos para controlar la ergonomía de ese teletrabajo? ¿En qué momentos acotamos la jornada de trabajo? ¿qué ocurrirá ahora con la regulación del trabajo nocturno? ¿y si el trabajador prefiere trabajar en la tranquilidad de la noche y emplear el día para su ocio? ¿debemos regular su libertad de elección y de conciliación?

“El metaverso presenta ventajas en el ámbito de la salud”

Los físicos nos muestran que el espacio y el tiempo conforman un sistema asombrosamente complejo de comprender. Nos dicen que el espacio no es más que vacío y que el tiempo simplemente transcurre sin cesar o que puede transcurrir más deprisa o mas despacio según la perspectiva del observador. Fue Albert Einstein quien lo vio a principios del siglo pasado y formulo su teoría de la relatividad general. Hoy en día, la física cuántica nos habla de agujeros negros, de distorsión del espacio, de singularidades donde la línea del tiempo de la materia termina, nos hablan de que el propio espacio-tiempo deja de existir. Y aquí nos hayamos nosotros, intentando encajar nuestros clásicos conceptos de espacio y tiempo en regulaciones y entornos donde ya no existen, en verdaderos agujeros negros de la normativa laboral.

En nuestro sector, las relaciones laborales estuvieron reguladas por el Estatuto Marco, única norma preconstitucional vigente, junto al código penal militar, hasta 2003. Tardamos 30 años en actualizarlo.  El  Estatuto de los Trabajadores es de 1980. Se nos hacen mayores ya ambos. Llevamos demasiado tiempo implantándoles prótesis que vayan paliando sus achaques. Ahora estamos pensando en incorporar los conceptos de espacio virtual en nuestros principales marcos de relaciones laborales. Así, sin más, no dejará de ser otra prótesis mal colocada que seguro que nos da más de un quebradero de cabeza.

El metaverso, como ya lo ha hecho el teletrabajo, diluye por completo los conceptos de espacio y tiempo. El dónde y el cuándo trabajamos deja de tener sentido y, sin embargo, nos empeñamos en seguir legislando, regulando en base a ese cuándo y ese dónde. ¿No deberíamos  mejor centrarnos en el qué se trabaja y en el porqué hacerlo de determinado modo?

De lo que no me cabe duda es de que vamos tarde, llegamos tarde y no sabemos a dónde ir, me temo que mal camino llevamos.