Si hubiera una píldora que hubiera demostrado reducir el dolor crónico un 20%, mejorar la movilidad un 25% y reducir la ansiedad en un 25%, y sin ningún efecto secundario se prescribiría en todas las consultas. Pues bien, esa solución existe y, además, es gratis. Se llama comunicación eficaz pero no tiene forma de pastilla y está ausente de la mayoría de las consultas.

Una comunicación clínica de calidad, además de mejorar la satisfacción del paciente y la adherencia a los tratamientos, tiene efectos directos sobre numerosos indicadores de salud, según el primer Consenso para mejorar la comunicación clínica en dolor crónico, impulsado por el Instituto #SaludsinBulos y elaborado con la participación de una veintena de representantes de sociedades científicas, colegios profesionales y asociaciones de pacientes. En cambio, una mala comunicación con el paciente repercute en la morbimortalidad, la adherencia terapéutica, el burnout del profesional sanitario, el gasto asistencial y las denuncias por mala praxis.

En el caso del dolor, la comunicación es incluso más importante que en otras situaciones, ya que, según los autores, a menudo, el profesional sanitario no sabe lidiar con las expectativas equivocadas del enfermo y que proceden muchas veces de internet, las redes sociales o el entorno, en donde la desinformación es muy frecuente, sobre todo procedente de pseudoterapias que se aprovechan de la desesperación del paciente. Ante ello, los expertos recomiendan promover un acuerdo sobre los objetivos terapéuticos a conseguir y proporcionar recursos fiables en los que ampliar la información y obtener apoyo, como el proporcionado por las asociaciones de pacientes.

La saturación asistencial dificulta una comunicación humana y de calidad, pero no la impide

La saturación asistencial dificulta una comunicación humana y de calidad, pero no la impide. Son cuatro los ejes de una comunicación clínica eficaz: humanización, escucha activa, información veraz y comprensión, según la evidencia analizada. Y todo ello comienza antes de la propia consulta. Profesionales sanitarios y pacientes reconocen en el consenso que la mala preparación de la entrevista clínica es un problema que afecta a la eficacia asistencial: “no hay un conocimiento mutuo ni el profesional sabe nada sobre las necesidades del paciente antes de la consulta”. Como posibles soluciones, el envío previo y posterior de formularios ayuda a aclarar las ideas de cara a la consulta y es fundamental que el paciente acuda acompañado por una persona de confianza cuando lo necesite. Ello es especialmente clave en la teleconsulta, en la que la comprensión y la escucha activa se resienten o incluso pueden llegar a esfumarse si la comunicación tiene lugar exclusivamente por teléfono, algo que los autores aconsejan solo para entrevistas rutinarias de seguimiento.

En lo que se refiere a la consulta de la Unidad de Dolor, el consenso señala la importancia de crear un ambiente favorable y tranquilo, fomentando la escucha activa, mostrando empatía y siempre creyendo en el dolor que manifiesta el paciente. Se le deberá ofrecer una información clara, adaptada a su nivel de comprensión y ajustada a expectativas reales en cuanto a los resultados del tratamiento. Esto permite una relación entre profesional sanitario y paciente basada en la confianza que mejora los resultados terapéuticos y reduce el riesgo de recurrir a pseudoterapias.

El documento también incide en la importancia de trabajar de forma multidisciplinar para mejorar la comunicación clínica en dolor y de idear estrategias de comunicación conjuntas para que los mensajes sean claros y lleguen tanto al enfermo como a su entorno cercano para que sepa qué esperar y qué pasos debe seguir. Parece una obviedad recordarlo, pero en la práctica se tiende a olvidar que el paciente es solo uno, con independencia del nivel asistencial en el que se encuentre, y los profesionales sanitarios que le atienden deben estar comunicados entre sí.

El Consenso sobre la comunicación clínica en dolor ha contado con la participación de representantes de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (SEMDOR), la Sociedad Española del Dolor (SED), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la Asociación Española de Enfermería Comunitaria (AEC), el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), el Foro Español de Pacientes y la Fundación Sine Dolore.