El prestigioso diario The Washington Post publicó una noticia, de la que se hicieron eco grandes medios españoles, en la que denunciaba que la compañía farmacéutica Pfizer no había continuado investigando una posible cura para el Alzheimer con el medicamento Enbrel, un medicamento para la artritis reumatoide, y había ocultado sus prometedores resultados porque la patente estaba a punto de caducar. Rápidamente las redes sociales se llenaron de comentarios de indignación contra el laboratorio. La historia tenía todos los componentes de una novela de intriga con aires de conspiración: una gran farma que antepone intereses económicos al bienestar de los enfermos y que oculta los resultados. Sin embargo, la realidad era muy diferente.

En primer lugar, los resultados no se habían ocultado. La compañía dio a un investigador la información para que pudiera pedir una subvención y realizar su propia investigación sobre el tema. Cuando el grupo independiente que debía otorgar las subvenciones vio los datos decidió rechazarla porque no le parecieron significativos. Lo mismo han valorado expertos independientes tras publicarse el artículo, los resultados no eran tan prometedores. Cualquiera que conozca el proceso de investigación de un fármaco sabe que la gran mayoría de investigaciones preliminares no llegan siquiera a probarse en seres humanos porque no superan las pruebas mínimas de seguridad y eficacia. A pesar de eso, medios de todo el mundo replicaron el dato que dio The Washington Post de que Enbrel podría reducir el riesgo de Alzheimer en un 64 por ciento.

Tampoco tenía sentido la afirmación del medio de que se dejó de investigar porque iba a caducar la patente. El medicamento tendría que haber sufrido modificaciones para penetrar en el cerebro y eso supone una nueva patente. El potencial beneficio sería inmenso.

“La gran mayoría de investigaciones preliminares no llegan a probarse en seres humanos porque no superan las pruebas mínimas de seguridad y eficacia”

Con todo, la ola de indignación contra el laboratorio se extendió sin freno por las redes sociales. Poco a poco algunos investigadores fueron poniendo las cosas en su sitio pero el daño a la reputación ya estaba hecho. Ante este tipo de desinformaciones los laboratorios están limitados en su capacidad de respuesta, por cuestiones legales y de imagen, mientras que las sociedades científicas y organizaciones colegiales suelen permanecer calladas y si dan alguna contestación es al cabo de días. Es por ello por lo que nació #SaludsinBulos, para que los profesionales sanitarios pudieran dar una respuesta coordinada frente a la desinformación.

Una de las líneas en las que estamos trabajando es un sistema de alertas frente a los bulos sobre medicamentos. Así, en el pasado Hackathon de Salud, el mayor maratón de programación en salud en español, se crearon dos retos para buscar soluciones tecnológicas que ayudaran en este sentido: el Reto Sandoz #MedicamentosSinBulos, y el Reto Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (MSCBS) #VacunassinBulos. Se presentaron propuestas para rastrear la información sobre medicamentos y vacunas en la Red y sistemas de alertas, algunas conectadas a nuestra plataforma, para avisar a los profesionales sanitarios tanto del bulo como de su respuesta.

El ganador del Reto Sandoz fue Buscador de lotes de medicamentos, un proyecto del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM). La aplicación está conectada a la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) y permite al usuario buscar información sobre cualquier medicamento de la oficina de farmacia y comprobar si hay algún bulo sobre él o alguna alerta sanitaria que afecte a su lote.

Por otra parte, el proyecto Avatar se adjudicó el Reto MSCBS. Se trata de una iniciativa de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), en colaboración con las asociaciones de pacientes, que pretende identificar aquellas condiciones o conductas que pueden aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad prevenible mediante vacunación.