Con el temor de contraer la enfermedad o el desconocimiento de la evolución de la misma, nos encontramos con cambios significativos en nuestra vida diaria, como puede ser el tener que adquirir conocimientos y formación sobre cómo cuidar a un paciente aislado en casa.

El miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales a amenazas reales o percibidas y, en ocasiones, cuando nos enfrentamos a la incertidumbre o a lo desconocido.

Si alguien está enfermo, debemos mantener la calma y quedarnos en casa y seguir las últimas pautas para tratar el nuevo coronavirus.

Existen varias recomendaciones para aquellos que cuidan a sus seres queridos infectados con COVID-19.

Debemos asumir que tiene o puede tener COVID-19

Estamos inmersos en la segunda ola de la pandemia con un repunte en ascenso de casos, por ello si alguien en casa muestra sintomatología, es mejor que pensemos que es un posible caso positivo COVID-19, de ese modo tomaremos las medidas preventivas anticipadamente.

Aunque la organización de cada hogar es diferente, es importante designar como cuidador una persona sana, que no tenga factores de riesgo y sea capaz de desempeñar la función de cuidador.

Aunque solo sea un caso sospechoso y no esté confirmado por una prueba diagnóstica, debe permanecer aislado.

Formación e información al cuidador y al paciente

Es necesario que el paciente y el cuidador adquieran una formación sobre el escenario que tienen en casa. Debe consultar con el médico los signos de alarma que tiene la enfermedad y cualquiera otra condición médica para que sepan cuando deben acudir a un hospital.

Cada paciente desarrolla la enfermedad de diferente manera por ello es necesaria toda la información y formación posible.

El cuidador debe observar al paciente en todo momento, y además hacerle preguntas clave, sobre todo si presenta un síntoma importante, como puede ser la falta de aire.

¿Te sientes bien? ¿Sientes que te falta el aire? ¿Tienes dificultar al respirar?

Observar su actividad diaria, si le falta el aire al sentarse o levantar de la cama, si le falta el aire al ir al baño o a buscar un café. Estos son síntomas claros de que debe acudir a un hospital.

Los principales signos de alarma que requieren servicios médicos de urgencia inmediata son:

  • Dificultad para respirar
  • Dolor o presión en el pecho
  • Confusión
  • Incapacidad de despertarse o permanecer despierto.
  • Coloración azulada en los labios o en el rostro.

Aislamiento en casa

En muchos casos, el paciente no requiere hospitalización, pero sí “aislamiento domiciliario”.

Por ello debemos preparar nuestro domicilio para ello, delimitando un área de aislamiento.

“Recomendable una habitación ventilada con baño propio”.

Debemos mantenerla ventilada lo máximo posible con la puerta cerrada, y evitar las distancias menores a dos metros y mantener la mascarilla con su cuidador.

Disponer de un teléfono en la habitación para comunicarse, evitando así salir de ella, así como disponer de productos higiénicos (mascarillas, productos de higiene de manos, cubo de desechos preferiblemente a pedal, etcétera).

Así como limitar las visitas al área de asilamiento, siendo solo permitido el paso al cuidador.

Es importante saber que la persona responsable de los cuidados del paciente será considerada como contacto estrecho y deberá realizar cuarentena domiciliaria durante 10 días.
Debiendo realizar autovigilancia de posibles síntomas.

El cuidador debe mantener unas medidas de prevención de manera insoslayable.

Utilización de mascarilla siempre que compartan espacio, lavarse las manos siempre a la salida del contacto, aunque haya usado guantes.

Mantener una limpieza a diario de las superficies que se tocan a menudo, baño e inodoro con bayetas desechables y lejía (una parte de lejía al 5% por 50 partes de agua).

La bolsa de desechos de la habitación, se cierra y se introduce en una segunda bolsa, en la cual desecharemos los guantes y mascarilla del cuidador y todo ello se meterá en una tercera bolsa que ira al contenedor.
En este caso, no se puede realizar separación por reciclaje.

Se recomienda realizar el lavado de ropa a 60 – 90º y dejarla secar bien, así como el lavado de platos en lavavajillas o a temperaturas elevadas.

Si el espacio de su domicilio es limitado y no dispone de habitación con baño propio, cuando el paciente salga de su zona de aislamiento debe llevar mascarilla y guantes.

Y se debe desinfectar el baño antes del uso por otros convivientes de la casa, así como no se debe compartir utensilios de cocina o baño (vasos, platos, cubiertos, toallas, etcétera).

Área de aislamiento confortable

Debemos intentar que el tiempo de aislamiento del paciente sea lo más cómodo posible para que no tenga que salir de la habitación y no entre en un estado de soledad y tristeza.

Preparar un kit básico de cosas (revistas, periódicos, libros, aparatos electrónicos, radio, televisión, etcétera). Ofreciéndole apoyo emocional por que el aislamiento es difícil y solitario.

El aislamiento puede influir negativamente en su estado de ánimo, favoreciendo ciertos estados depresivos.

La diminución significativa de las actividades y rutinas diarias cotidianas, una baja estimulación sensorial y una disminución del contacto social puede alterar el sistema anímico de las personas, sobre todo de nuestros mayores.

Un enemigo del aislamiento es la inactividad. Por ello es necesario realizar una planificación de tareas a realizar cada día. Aunque sean actividades menores, el objetivo es evitar la inactividad que puede desembocar en un bajo estado de ánimo.

Es idóneo llevar unas rutinas diarias como respetar el horario al levantarse, de irse a dormir, de las comidas, entre otras cuestiones.

Y, sobre todo, evitar la exposición excesiva de información sobre el coronavirus. Está bien mantenerse informado, pero hay que elegir medios de comunicación contrastados y reservar unos momentos concretos para hacerlo. Es necesario y recomendable saber desconectar de las noticias.

Para gestionar el aislamiento y reducir la angustia, es recomendable pensar que es una situación puntual, que, a pesar de su importancia, pasará.

Tanto el cuidador como el paciente debe mantener la paciencia y ver que es un hecho temporal.

Debemos evitar cerrarnos en uno mismo ante las circunstancias, y mantener contacto regular con los amigos y familiares ya sea por teléfono o videollamada.

Mantener la mente ocupada también es un ejercicio físico, que hace que las personas se muevan y circule la sangre.

En conclusión, a todos nos lleva un tiempo adaptarnos a nuevas realidades. Y este escenario de crear un hospital de campaña en nuestros hogares es una nueva fuente de aprendizaje, superación, y trabajo en equipo de todos los convivientes de la casa para conseguir un objetivo común “la salud de nuestros seres queridos”.

El ser humano tiene una gran capacidad para afrontar nuevas situaciones, buscando siempre el bienestar común.

Rita Rodríguez Fernández