Recientemente hemos publicado un informe sobre la realidad de las actividad y demanda de las intervenciones quirúrgicas en España.

Desde el primer momento que en el año 2020, como consecuencia de la irrupción traumática en nuestras vidas y en nuestra Sanidad de la pandemia, hemos puesto todo nuestro empeño en conocer el impacto de la misma en las dinámicas de la demanda y de la actividad.

Inicialmente centramos todo nuestro esfuerzo en conocer la demanda no satisfecha, bajo la hipótesis ya demostrada de que la lista de espera conocida no es más que la punta del iceberg de la inmensa cantidad de pacientes que están pendiente de su casa ser visto por un profesional sanitario y, por tanto, de un diagnóstico y por supuesto de un tratamiento. Ejercicio que seguimos realizando.

Después de abordar recientemente el análisis de las consultas de especialidades, y con anterioridad la atención primaria, tocaba ahora analizar la actividad quirúrgica, que es uno de los grandes problemas percibidos tanto por los profesionales sanitarios, como por los gestores, los políticos, como por el conjunto de la sociedad.

Sin duda, la actividad quirúrgica pública, que incluye la que se realiza tanto en centros públicos como en centros privados dedicados a prestar servicio público tiende a crecer, si bien hay un impacto importante en el momento de la pandemia que ha dejado tras de sí 1,41 millones de cirugías sin realizar. Intervenciones que, sumadas a lista de espera estructural, superan los 2,1 millones de personas que estarían pendientes de resolver su problema de salud.

Es obvio que el mismo número de pacientes en espera puede ser más o menos preocupante si la capacidad de asistencia es mayor o menor.

Por tanto, el indicador del número de personas en lista de espera se queda corto para dimensionar el problema asistencial y hay que buscar otro en el cual se relacione este dato con la capacidad de respuesta y considere también las intervenciones quirúrgicas acumuladas por efecto de la pandemia.

En esa línea, hemos desarrollado en el marco del Proyecto Venturi el índice de presión de la demanda no resuelta. En los años 2020 y 2021 se ha estimado como capacidad de respuesta la estimación de intervenciones quirúrgicas que deberían haberse realizado si no hubiese impactado la pandemia en los quirófanos dedicados a la actividad pública con independencia decisión públicos o privados.

Con esos parámetros, la presión de la demanda no resuelta se ha multiplicado por tres en dos años, llegando a suponer el 56,89%. Es decir, que para normalizar la situación habría que incrementar la actividad quirúrgica en un 50%, sí quisiera normalizarse en un solo año.

La observación de este dato nos lleva a hacernos otras preguntas. La siguiente cuestión a abordar es en qué medida puede el sistema sanitario incrementar su actividad quirúrgica para resolver este problema. Con ese fin hemos procedido a realizar un análisis histórico para indagar sobre las holguras del sistema sanitario. Pues si bien es cierto que la actividad asistencial crece año a año en el periodo estudiado, lo hace a un promedio de poco más de 45.000 intervenciones anuales. Con crecimientos máximos de poco más de 108.000 intervenciones (del año 2016 al 2017), pero también con años que esa actividad se ha contraído en más de 10.000 intervenciones quirúrgicas anuales (entre el año 2011 y 2012), la actividad acumulada de 2,12 intervenciones quirúrgicas (actividad no resuelta más lista de espera estructural) son del todo inasumibles para el sistema. Llevaría entre 9 y 20 años poner al día la actividad asistencial. Si en vez de a hablar de intervenciones quirúrgicas ponemos estas dimensiones en número de personas que están pendientes de resolver su problema de salud, nos ayude a ver mejor la gravedad de las situación que tenemos que afrontar y resolver entre todos.