Nos adentramos en un nuevo año, este 2022 que sin duda nos va a aportar incertidumbres a la vez que retos y oportunidades, de entrada lo comenzamos con la continuidad de la pandemia producida por el SARS CoV2 (COVID-19) en su variante Ómicron; el riesgo de Flurona o lo que es lo mismo la suma del virus de la gripe y de la COVID en un mismo individuo y cómo no, las previsiones relativas al clima que nos pueden llevar a situaciones parecidas a la borrasca profunda “Filomena” o a inundaciones provocadas por las grandes avenidas de agua.

En este contexto es en el que se hace relevante el cumplimiento de la agenda 2030, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y de todo lo que signifique velar por nuestro planeta y nuestro medioambiente, una vez que, si no, la necesidad de buscar nuevos caladeros en el espacio en los que poder habitar en el futuro se va a hacer realidad incluso antes de lo que imaginamos. Así lo manifestaba Stephen Hawking: “No tenemos futuro si no colonizamos el espacio”, comentó el gran físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico, quien participó en el proyecto Breakthrough Starshot cuyo objetivo es desarrollar un sistema de propulsión para viajes interestelares.

En tanto en cuanto esta previsión y sus recomendaciones se hacen o no realidad, lo que sí es cierto es que entre tanto hemos de tratar de dejar el mejor legado de sostenibilidad a las generaciones futuras y para ello sin duda que es importante persistir con tesón en aquellas materias que pueden permitir desarrollar un mundo globalizado más sostenible, lo más amigable posible con la vida en su más amplia expresión.

En este contexto los criterios e indicadores que emanan de una gestión ética y socialmente responsable se convierten en prioritarios tanto para las organizaciones como para las personas. Fruto de esta aproximación algunas de las áreas sobre las que trabajar se podrían resumir en un decálogo que creo que puede contribuir a construir un planeta más sostenible aprovechando las oportunidades y afrontando los grandes retos que nos ofrece la globalización, un hecho que es ya insoslayable.

  • Mejorar la cultura social y la responsabilidad individual como semilla de la responsabilidad social colectiva.

Es importante impulsar la sensibilización de la sociedad en su conjunto en todas las materias y áreas que implica e impactan en la génesis de un mundo más sostenible para todas las generaciones, presentes y futuras, eliminando las barreras y fomentando las grandes oportunidades que surgen de una actuación adecuada sustentada en valores.

  • Protección del medioambiente y de los ecosistemas naturales por encima de toda consideración.

Impacto medioambiental sobre la salud. Pacto por la sostenibilidad y el clima. Estrategia de biodiversidad. Ciudades y desarrollo rural (España vacía) sostenibles. Todos ellos, forman parte de una estrategia imprescindible de cuidado y protección del medioambiente para evitar las consecuencias de un calentamiento global que tan solo trae consigo desastres, devastación, empobrecimiento y profundización en las asimetrías y desigualdades sociales. La desgravación fiscal de inversiones en materia de sostenibilidad medioambiental y biodiversidad es un elemento clave.

  • HH alineados con los principios más exigentes de la RSE una vez que son motor de sostenibilidad y compromiso social.

Si pensamos en organizaciones y empresas, el área de Recursos Humanos se sitúa en el core, en el centro de toda estrategia de gestión ética y socialmente responsable, eje de sostenibilidad una vez que las personas constituyen el principal foco en materia de sostenibilidad, gestión ética y responsabilidad social. No puede haber un compromiso real sostenible si no se tiene muy en cuenta este aspecto en materias como la conciliación de la vida personal y profesional, las políticas y estrategias de inclusión y diversidad, la formación continuada, el desarrollo de carrera profesional, el fomento e impulso del voluntariado corporativo entre otras. No dejar atrás a nadie en materia de empleo y eliminar barreras en los extremos etarios: jóvenes y mayores es fundamental.

  • Buen gobierno corporativo y buenas prácticas de gestión en su relación con las administraciones y con los accionistas.

Es fundamental que las organizaciones y empresas desarrollen las mejores prácticas en este contexto para evitar situaciones nada deseables de corrupción en su más amplio sentido. Articular una política estricta de transparencia y relaciones honestas con todos los grupos de interés o stakeholders es clave y para ello el impulso de los códigos de conducta, buenas prácticas y las unidades de supervisión son esenciales.

  • Buenas prácticas comerciales y exigencia de que se cumplan los principios de la RSE.

La atención hacia clientes, proveedores es clave y en el caso de la cadena de suministro es fundamental implicarlos e involucrarlos en el fomento e impulso de las políticas y estrategias de responsabilidad social, y la mejor forma de hacerlo es exigiendo a la hora de su contratación acreditaciones, reconocimientos y certificaciones que garanticen este aspecto. De la misma forma la transparencia y honestidad en las relaciones con los competidores es también un elemento clave de sostenibilidad y gestión ética y socialmente responsable.

  • Inversión sostenible, impulso, reconocimiento y bonificación a este tipo de inversiones financieras.

Este aspecto es muy importante, por ello la promoción y reconocimiento de toda inversión sostenible, en empresas que trabajan y velan por la sostenibilidad desde un punto de vista global, desde su gestión interna ética y socialmente responsable acreditada debe ser reconocida por las administraciones en forma de retornos y beneficios fiscales. En este sentido es clave fomentar los índices bursátiles de sostenibilidad como el Dow Jones Sustainability Index, el FTSE4Good Index y otros como el MSCI Global Sustainability Index, el CDP, Euronext Vigeo Index Eurozone y Europe 120, el Ethibel Sustainability Excellence Europe o el Global STOXX Global ESG.

  • Acción social, compromiso con las necesidades más urgentes y perentorias del ser humano.

Es importante que las organizaciones y empresas sean sensibles a las situaciones y entornos más desfavorecidos, bien sea que estén ubicados en el propio país o en otros periféricos. Es importante recordar que acción social significa actuaciones de largo recorrido, inversiones estratégicas y que al poder ser impliquen también a organizaciones del tercer sector o instituciones nacionales o internacionales de reconocida solvencia y prestigio. Apostar por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y por la agenda 2030 es una buena forma de manifestar el compromiso adquirido en esta materia.

Un buen ejemplo de este apartado lo escenifica el Proyecto NAPO, una iniciativa colaborativa multidisciplinar, coparticipada por diferentes instituciones y organismos públicos y privados que tiene la misión y el objetivo de “acercar la medicina especializada a los habitantes de zonas recónditas de la Amazonía Peruana gracias al trabajo de la Fundación EHAS que ha contado con la tecnología de GMV”. Esta iniciativa permite el acceso a servicios de salud especializada y de calidad a más de 21.000 habitantes mediante la tecnología de medicina no presencial de GMV y gracias a la Red de Salud de Napo (dependiente de la Dirección Regional de Salud de Loreto y del Ministerio de Salud de Perú). La Fundación EHAS es una institución vinculada a la investigación para el desarrollo, entre sus objetivos figura mejorar el sistema público de atención de salud en zonas rurales de países en desarrollo aplicando las tecnologías de la información y las comunicaciones. GMV se ha sumado a este objetivo aportando su plataforma de medicina no presencial Antari HomeCare. La Embajada de España en Perú, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Banco de Desarrollo de América Latina, la Universidad Politécnica de Madrid y la Comunidad de Madrid sustentan el citado Proyecto NAPO.

  • Fomento e impulso de la Innovación Responsable.

La innovación responsable es el pilar fundamental sobre el que se sustenta el nuevo modelo de crecimiento económico, constituye un elemento esencial de aquellas organizaciones que tienen como expresión final en sus estrategias y objetivos no solo a la propia sostenibilidad económico-financiera, sino la búsqueda a ultranza de la mejora de su competitividad a través de la transferencia tecnológica e intelectual, gestión del conocimiento en red e internacionalización como base estratégica de su propio desarrollo. El equilibrio entre la esencia y valores del ser humano y los beneficios que aporta la ciencia y la tecnología es clave.

  • Acreditación y certificación de las buenas prácticas en materia de sostenibilidad y RSE.

La única forma de mejorar es medir y para ello además de aplicar los indicadores internacionales de GRI (Global Reporting Initiative) en materia de sostenibilidad es muy importante para las organizaciones y empresas de cualquier ámbito, naturaleza y condición el acceder a certificaciones y acreditaciones relacionadas con la sostenibilidad, la responsabilidad social y la gestión ética: SGE-21, ISO 26000, ISO 14000, ISO 45001, AA-1000, SA-8000, United Nations Global Compact, etcétera.

  • Comunicación proactiva de las buenas prácticas en materia de RSE en sus diferentes dimensiones: económica, medioambiental y social.

En este sentido es muy importante la comunicación reglada de las acciones de sostenibilidad acometidas por las organizaciones y empresas, y la mejor forma de hacerlo es a través de las memorias anuales de sostenibilidad en base a indicadores establecidos por GRI (Global Reporting Initiative) organización independiente cuya misión es “brindar el más alto nivel de transparencia para los impactos organizacionales en la economía, el medio ambiente y las personas”.

Para finalizar esta reflexión, tras el paso de esta pandemia que comentaba al principio se hace patente de forma nítida la “levedad del ser humano”, estamos en manos de la naturaleza, un entorno medioambiental sobre el que constantemente estamos incidiendo y agrediendo, y como toda acción tiene su respuesta, la que estamos recibiendo llega en forma de desastres naturales que nos afectan de una forma directa bien a nuestra salud, a nuestra propia integridad o al propio entorno y ecosistema en el que vivimos.

Solo a través de una concienciación global del problema mediante el abordaje decidido de las enormes asimetrías sociales y las grandes brechas sociodemográficas que continuamos generando es como podremos revertir una situación que de otra forma puede llegar a un punto de no retorno más o menos lejano. En definitiva, tenemos la obligación de dejar a las generaciones futuras un planeta suficiente, sostenible, viable, garante y capaz de continuar fomentando la vida y cuidando de ella y eso, sin duda, es responsabilidad de todos.