En 1965, el cofundador de Intel, Gordon Moore, predijo que el número de transistores en un chip se duplicaráa aproximadamente cada dos aaños, con un aumento mínimo en el coste.
Estamos en el año 2023 y la Ley de Moore sigue estando más viva que nunca.

Durante estos días en un Foro de Davos celebrado en la ciudad Suiza con participación de más de 2.500 líderes mundiales, una de las ponencias que más han despertado interés, curiosidad y expectación ha sido la presentación del fabricante de robótica Boston Dynamics sobre cuáles son las nuevas capacidades del robot humanoide Atlas.
Entre las nuevas capacidades de este robot están la de recoger objetos, transportarlos, lanzarlos, empaquetarlos y colocarlos de una manera perfectamente ordenada.

Pero lo más inquietante de esta presentación es la declaración posterior sobre el compromiso adquirido con otras empresas del sector de robótica diciendo “no armaremos a nuestros robots de uso general, ni tampoco el software avanzado, y no apoyaremos a otros que lo hagan”.

Sería curioso observar a los líderes mundiales empresariales, esbozando una sonrisa poco ostentosa, pero pensando en el gran negocio que podrían aportarles los nuevos avances en robótica, porque la tecnología se compra, pero los compromisos y los principios se debaten en función del negocio.

Ya lo decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”.

Al mismo tiempo de esta presentación el gigante tecnológico Google acaba de anunciar que va a despedir a unos 12.000 trabajadores, por primera vez en su historia y que va a afectar a todas las áreas de negocio de su empresa matriz Alphabet, y que esto no se detendrá aquí.

De la misma manera, Microsoft también ha anunciado su primer recorte drástico de 10.000 puestos de trabajo, al que se han ido anunciando en los últimos meses, Amazon anunció que sumará a los 10.000 realizados en el año 2022 otros 18.000 a nivel mundial, al que se suman Meta que despidió a 11.000 trabajadores; Salesforce, que echó a 7.000 o Twitter, que se deshizo de 3.700 prácticamente el 50% de su plantilla y sigue recortando.

El cambio de paradigma en el mundo laboral no solamente está afectado por la robotización de los trabajos, sino que va más allá de la transformación y evolución de los nuevos elementos productivos que permiten producir más, con menor coste y sobre todo desarrollos más rápidos de los que podíamos imaginar apenas hace cinco años.

No solamente debemos pensar en los robots como elementos mecánicos que obedecen órdenes previamente programadas, eso sería un error.

El desarrollo de la Inteligencia Artificial está superando en bastantes campos la capacidad humana a la hora de realizar determinadas tareas en la rapidez y en la eficacia debido a los avances cada vez innovadores.

«El cambio de paradigma en el mundo laboral no solamente está afectado por la robotización de los trabajos»

Aquí es donde viene el gran reto: “Robots que actúan como seres humanos y a los cuales se les puede añadir Inteligencia Artificial”.

Estos ya no son juguetes de niños, que saltan y hablan, esto es mucho más serio.

De hecho, el escritor de ficción Isaac Asimov en el año 1941, teniendo una visión de cómo podría ser el futuro, se aventuró a acuñar las tres leyes de la robótica para establecer la relación entre los robots y el ser humano:

La primera ley se asegura que ningún robot haga daño a ningún ser humano, ni por inacción permitirá que ningún ser humano sufra daño.

La segunda hace referencia la obligación por parte del robot de cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.
La tercera, que el robot proteja su propia existencia en la medida que esta protección no entre en conflicto con las normas anteriores.

Tan solo unos pocos años después en 1945, A. Einstein (se le considera el padre de la bomba atómica), pero su objetivo no era ese, sino de buscar una mejor generación de energía que mejorara el desarrollo de la humanidad, de hecho, manifestó, después de la explosión de la primera bomba atómica sobre Hiroshima. “ … Me arrepiento mucho…creo que fue una gran desgracia”.

Obviamente y sobe todo en la sociedad actual con los conflictos que estamos viviendo en el mundo, a nadie se le oculta que las intenciones de Asimov eran un canto de sirena a la humanidad de que los líderes mundiales asistentes a Davos iban a cambiar la sonrisa por una medio carcajada al recordar las leyes del futurólogo.

La inteligencia artificial, la robótica, los algoritmos o el aprendizaje basado en redes neuronales están dictando el camino de la sociedad para los próximos años, no solamente en su evolución, sino también en su involución.

Destrucción de empleos y creación de otros nuevos de distinto orden y contenido.

Grandes empresas que desaparezcan y que se conviertan en pequeñas unidades locales, que a su vez creen redes de cooperación y servicio, como tejidos de malla, fáciles de romper, pero difíciles de destruir.

Pero en todo este proceso de transformación, es muy difícil articular o regular de una manera única, ética y moral sobre el funcionamiento algorítmico de los robots, porque los intereses de muchos de los asistentes a Davos, son completamente distintos entre ellos y por supuesto entre el resto de la humanidad.

Seguramente entre estas personas también se encuentran aquellas que han tomado las decisiones de reducir empleos en Google, Microsoft, Twitter, Amazon, etc. y aquellas otras que aportan armamento robótico y armamentístico a quien mejor se lo recompense.

Posiblemente no todo sea negativo, de hecho, hace dos décadas aproximadamente el investigador Gianmarco Veruggio, acuñó el término de ROBOÉTICA, como la necesidad de equilibrar y hace una simbiosis del ROBOT y la ÉTICA, como la mejor vía para que los seres humanos seamos capaces de a través de la ética, utilizar los grandes avances en la robótica para tener un mundo mejor.

A Aristóteles se le considera el padre de la Ética, como disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, y su estudio pretende descubrir qué hay detrás de la forma de ser y de actuar del ser humano, al tiempo que trata de establecer reglas de lo qué es “bueno” y lo qué es “malo”.

Sería muy interesante que los foros mundiales de líderes donde debaten de economía, robots, empleos, poder y tantas cosas interesantes, comenzaran por establecer los principios sobre la ética y sus consecuencias en los avances futuros, porque como decía J.M. Serrat “…juegan con cosas que no tienen repuesto”, es decir, con nosotros.