La concepción de este taller es eminentemente holística y transpersonal, donde se aborda la metáfora del héroe como buscador a través de estas cuatro facetas entendidas como recursos propios (algunos más desarrollados que otros), que son inseparables (aunque metodológicamente las trabajemos como cuatro componentes) y que aspiran a la armonía de la persona entera y completa.

La dinámica grupal es fundamental en esta experiencia, así como diversas herramientas expresivas: pintura, escritura, movimiento y danza, rolplaying, meditación, etc. que serán vías de experimentación y autodescubrimiento.

El espíritu dionisíaco de la gestalt se trasluce en su notoria creatividad. Una creatividad que se sustenta en la libertad interior y en la confianza en el impulso. Su «moralidad organísmica» integra el caos y la embriaguez con la deliberación y el control (su aspecto apolíneo) y aquí radica, según Claudio Naranjo, la esencia de la terapia como arte:

Los sistemas subyacentes de la psicoterapia, con sus reglas, técnicas y rituales, están en contra de la psicoterapia como arte… La enseñanza de la gestalt es que no hay reglas: solo toma de conciencia. Atención y espontaneidad, o mejor aún: percatarse y naturalidad. La naturalidad no es impulsividad, sino algo que Fritz tuvo la intuición de estipular como una síntesis de espontaneidad y deliberación. Una espontaneidad controlada: hay mucho de eso en el arte zen… una importante síntesis y lo más fundamental de la psicoterapia como arte (1989, p. 221).

Desde hace muchos años vengo trabajando en la búsqueda de esta síntesis a través de diversos caminos: integrar la producción creativa (sin reglas, sin censuras) con la evaluación y selectividad posterior (donde prima la deliberación), sistematizar la intuición, despenalizar lo neurótico y rescatar su aspecto artístico…

Jung fue el primero en hablar de la liberación de las potencialidades reprimidas. Rank consideraba esto mismo como una función de la voluntad, a la manera nietzscheana, y hablaba de tres tipos: el normal (que acepta la voluntad mayoritaria), el neurótico (que ni se identifica con la mayoría ni soporta el aislamiento) y el artista creador (que se afirma en su autonomía). El artista representa la más elevada creación de la voluntad y del espíritu combinados. El objetivo terapéutico sería afirmar la voluntad del neurótico, no tanto para adaptarlo a la «normalidad» sino para aspirar al arte. Esto no lo dice así de claro, pero se sobreentiende en su crítica a Freud, porque no deja lugar para la creación positiva, sólo para la adaptación social (o sublimación de los instintos biológicos). El artista creador no puede ser comprendido a la luz de la teoría freudiana, dice Rank, o como afirma E. Fromm, los actos libres y espontáneos «son siempre fenómenos de abundancia. Y la de Freud es una psicología de la escasez» (El miedo a la libertad). El artista creador de Rank es un sinónimo del héroe de todas las leyendas.

Naranjo cuenta la anécdota que le escuchó a Gregory Bateson: narró en una ocasión los comienzos de la cibernética en la Universidad de Illinois. Un equipo de técnicos habían alimentado la máquina con todos los datos necesarios para determinar si las computadoras podían ser humanas, lo que constituía el mayor desafío para la inteligencia artificial. Cuando tuviera toda la información, la computadora sería capaz de decir qué era un hombre. Tras meses de trabajo, la máquina respondió y la clave estaba en las primeras palabras:

«Permítanme que les cuente una historia…». En palabras de Claudio: «¿Acaso existe una manera más humana de intentar un acercamiento? ¿Por qué nos olvidamos de la narrativa cuando la sabiduría tradicional de muchas culturas se manifiesta a través de leyendas?». Así es, las historias de Gilgameshy de Ulises, los mitos grecolatinos, las leyendas bíblicas, etc., son mapas del proceso interior. Su aspecto metafórico y simbólico me han venido estimulando desde principios de los ochenta y ha tomado forma de taller terapéutico con este nombre de las Cuatro Caras del Héroe, inspirado en Joseph Campbell.

Las cuatro caras del héroe

Campbell reinterpretó en «El héroe de las mil caras», la figura mitológica del héroe en diferentes culturas, haciendo una lectura metafórica del proceso que podemos llamar terapéutico o de búsqueda, ya que el héroe moderno no es otro que el buscador. Como veremos, la aventura del héroe, ya sea presentada con las vastas, casi oceánicas imágenes de Oriente, o en las vigorosas narraciones de los griegos, o en las majestuosas leyendas de la Biblia, normalmente sigue el modelo de la unidad nuclear ya descrita: una separación del mundo, la penetración en alguna fuente de poder, y un regreso a la vida para vivirla con más sentido… En todas partes, sin que importe la esfera de los intereses (religión, política o personal), los actos verdaderamente creadores están representados como aquellos que derivan de una especie de muerte con respecto al mundo y lo que sucede en el intervalo de la existencia del héroe, hasta que éste regresa como quien vuelve a nacer, engrandecido y lleno de fuerza creadora, hasta que es aceptado unánimemente por la especie humana. Paul Rebillot nombró de manera similar su esquema de trabajo en los años sesenta, esta vez desde el enfoque de la psicología humanista, denominándolo «El viaje del héroe», y ha habido otras muchas aportaciones en torno a este «arquetipo«. Una de las más hermosas es la exégesis de Claudio Naranjo de los cuentos infantiles de nuestro tiempo: El niño divino y el héroe (Sirio, Málaga, 1994).

Mi trabajo empezó siendo un enfoque gestáltico de la creatividad, enfatizando lo que tienen de artístico y creativo las técnicas gestálticas, así como una concepción de la creatividad que no tuviera que ver con el «Arte» en mayúsculas ni con el estereotipo de la originalidad a toda costa, sino con la esencia gestáltica de ser uno mismo. Michel Katzeff me inspiró los oficios mitológicos como cuatro expresiones del héroe que me ayudó a completar el círculo y sentirlo simbólicamente coherente y cerrado. Albert Rams fue otro interlocutor impagable en el desarrollo de este esquema, algunas de cuyas variables surgieron de colaboraciones muy fructíferas entre ambos. Por último, Claudio Naranjo me enseñó a:

Los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire, con que los primeros filósofos trataron de explicar el universo.

La visión holística de la gestalt que concibe al ser humano como la interrelación de cuerpo (sensación), emoción, intelecto y espiritualidad.

Los cuatro oficios mitológicos: agricultor, navegante, guerrero y guía, en los que me apoyo arquetípicamente para explorar cuatro aspectos del individuo (a la manera de las polaridades gestálticas) con los que jugar creativamente.

El trabajo energético con los cuatro primeros chakras, según los describe Antonio Asín.

Los mecanismos neuróticos de los que ya hemos hablado y su reconversión creativa en términos de tradición, conocimiento, disciplina y trascendencia. Organizado todo ello dentro de una experiencia vivencial, en grupo intensivo, haciendo un recorrido de autodescubrimiento por estas cuatro caras del héroe o aspectos individuales a la vez que universales.

Esquema resultante

1. SENSACIÓN: lo corporal, lo kinestésico…
Elemento: tierra (sólido).
Oficio: agricultor o artesano.
Chakra: Muladhara.

2. EMOCIÓN: mundo afectivo, sentimientos…
Elemento: agua (líquido).
Oficio: navegante o comerciante.
Chakra: Svadhisthana.

3. INTELECTO: mundo mental.
Elemento: fuego (radiónico).
Oficio: guerrero o cazador.
Chakra: Manipura.

4. ESPIRITUALIDAD: lo trascendente, intuitivo.
Elemento: aire (gaseoso).
Oficio: guía o sacerdote.
Chakra: Anahata.

También podríamos establecer relación entre los tres primeros ítems y lo que Gurdjieff llama el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui, faltando aquí el cuarto componente transpersonal, que no es sino la síntesis de los anteriores.

El sentido de este esquema no es más que proporcionar un hilo conductor a la experiencia, así como proponer una fuente de estímulos analógicos y creativos, un entramado sobre el que ir abordando la vivencia puntual del grupo.

A grandes rasgos, el abordaje creativo del «AGRICULTOR» (Tierra/sensación), se basa en el desarrollo de la capacidad de sentir lo obvio, de amplificar la conciencia corporal, así como la percepción del entorno desde la posición de arraigamiento, de auto-apoyo (Muladhara significa precisamente «raíz«); el sentido común sería aquí definitivo: lo que yo soy, lo que yo tengo, lo que yo hago (artesano), así como el respeto y aceptación del ciclo de la naturaleza y del ciclo organísmico, inseparables desde la visión gestáltica pero en pugna desde la voluntariedad neurótica. Aquello de «no empujar el río, que fluye solo», se corresponde con esta actitud del agricultor que hace lo suyo y deja el resto en manos de «dios«, desarrollando una paciencia antiegoica (no confundir con resignación) y una confianza en la naturaleza. Del mecanismo neurótico de la introyección rescatamos aquí su aspecto creativo, la tradición, del que ya hemos hablado y que está tomado en el mismo sentido en que Jung hablaba de inconsciente colectivo: como representación de la sabiduría del tiempo.

Podemos hacer una revisión creativa de las raíces y los orígenes, recuperando la sabiduría heredada más allá de actitudes reactivas, como el aprendiz de artesano que respeta el saber tradicional. Dado el énfasis gestáltico en el presente, este aspecto rescata algo del pasado en su sentido más fructífero.

El abordaje creativo del «NAVEGANTE» (agua/emoción) desarrolla la capacidad del gusto (en el más amplio sentido de la palabra), el riesgo de viajar, de explorar nuevas cosas, de navegar hacia dentro de uno mismo y de intercambiar con lo de fuera (comerciante); Svadhisthana es el centro sexual, conectado con la exploración del deseo y de la sensualidad. La curiosidad y el déficit son los motores para salir a buscar afuera lo que nos falta. La proyección se convierte en conocimiento tras hacer el camino de reapropiársela, siempre a posteriori. Como señala Naranjo: «No es bueno creer que el pájaro azul está en nuestro patio trasero, necesitamos buscarlo hasta que lleguemos a conocerlo por completo», lo cual señala el proceso paradójico del viaje. Este enfoque creativo de la proyección como conocimiento supone reconocer tanto nuestras carencias como nuestras mercancías para poder comerciar (al estilo del tradicional trueque) con el otro. La situación grupal favorece el juego de espejos y la abundancia de pantallas donde proyectar. Cada viajero, al conocer otras tierras y otras gentes, acaba encontrándose consigo mismo como nos recuerdan tantas aventuras literarias.

El abordaje creativo del «GUERRERO» (fuego/intelecto) desarrolla la conciencia de estar alerta y el sentido de la impecabilidad de nuestros actos. El chakra Manipura rige el sentido de la vista, y, por extensión, la clarividencia mental, la sustancia ígnea que resplandece y penetra todas las cosas. En este sentido asocio fuego e intelecto, al contrario de la tradición esotérica que relaciona el fuego con lo espiritual y el aire con lo mental. La retroflexión se convierte aquí en disciplina para disolver la tendencia egóica a la distracción y a la inconsciencia así como para desarrollar la fortaleza interior ante las pruebas de la vida. El guerrero se disciplina en la atención, en la observación neutral del mundo, en el desapego de la emoción (sin reprimirla), en el sostenimiento esforzado de la tarea… aspectos todos ellos que complementan la fluidez del oficio anterior.

El abordaje creativo del «GUÍA» (aire/espiritualidad) desarrolla la conciencia trascendente, la desidentificación con el ego como autoconcepto, a través de la superación de los dualismos disociadores; el chakra Anahata rige el centro físico y místico del hombre, la conciencia del yo vital (Atman). Confluir es una fijación neurótica de algo sano y natural en todos nosotros: la trascendencia, la entrega en otras manos más grandes que nos da una visión menos estrecha de las situaciones y nos permite vivencias amorosas, artísticas y contemplativas de otra cualidad interior. Este oficio remite al concepto de guía interno que muchos enfoques humanistas y transpersonales visualizan como el viejo sabio que nos aconseja desde un lugar no condicionado de nosotros mismos y que Perls nombraba como sabiduría organísmica (autorregulación) a la que abandonarse confiadamente.

Toda esta reflexión simbólica se plasma en un trabajo grupal experiencial, utilizando sistemáticamente herramientas de la arte-terapia (pintura, escritura, arcilla…) de la danza y el movimiento, de la música y la voz…, de forma que la vivencia del cuerpo se amplíe y afine, la emoción encuentre cauces más fluidos para expresarse y el intelecto desarrolle vías analógicas que liberen el potencial poético-intuitivo. La espiritualidad no es algo separado sino la síntesis de lo anterior, el aroma y la armonía que impregnan los momentos de completud, a veces a través de la meditación y las ceremonias, a veces en la acción más insignificante y en la relación con los otros.

Referencias

216 C, Naranjo, op. cit., p. 90.
217 J. Campbell, El héroe de las mil caras Fondo de Cultura Económica, México, 1959, pp. 39-40.
218 La de éxito más reciente, El héroe interior, de Carol Pearson, Libro Guía, Madrid, 1991.
219 A. Asín, Tantra, Ed. Analecta, Madrid, 1980.
220 C. Naranjo, op. cit., p. 48.

 

Paco Peñarrubia
Psicólogo por la Universidad Complutense de Madrid y uno de los introductores de la Terapia Gestalt en España