El incremento de la demanda de los servicios sanitarios, motivado por la mayor percepción por los ciudadanos del valor de la salud, por el envejecimiento de la población y por el aumento de la capacidad de detección de enfermedades.

Las listas de espera son las válvulas de escape ante la presión de un sistema que no da más de sí ante el avance de nuevas patologías entre las que la COVID-19 llegó para tensar aún más las cuerdas.

Hay escasez de profesionales. En muchos casos mal pagados. En el caso de la Atención Primaria con un alto grado de temporalidad y con una saturación de pacientes.

Las listas de espera son los resortes que permiten que el sistema no se colapse, pero que tiene graves consecuencias, como el retraso de los diagnósticos tempranos y el posible agravamiento de las enfermedades cuyo tratamiento posterior será de mucho mayor coste y cuyos resultados en salud serán mucho peores. Además, las listas de espera, sobre todo en Primaria y en pruebas diagnósticas, suponen un alto grado de insatisfacción de los pacientes.

Para minorarlas hay que poner a trabajar todos los recursos, con quirófanos abiertos mañana y tarde, sin olvidar la hasta ahora fructífera colaboración público-privada permitiría descongestionar todo el sistema sanitario y reducir dichas listas de espera.

Pero eso no es suficiente. La pandemia ha puesto de relieve la preocupante falta de enfermeros y médicos de todas las especialidades. No hace mucho, declaraba el anterior gerente del Servicio Andaluz de Salud que en varios hospitales andaluces había quirófanos cerrados por falta de profesionales, que había equipos radiológicos infrautilizados por falta de radiólogos, etc. Sé que hoy el consejero andaluz y todo su equipo trabajan con ahínco y transparencia para solucionar estos problemas. Hoy, la pandemia ha puesto de relieve la muy preocupante falta de médicos en casi todas las especialidades, y de enfermeros también. Un problema de difícil solución al que hay que plantarle cara y actuar con coraje y determinación.

La pandemia de la COVID-19 ha supuesto un bloqueo de la Atención Primaria que todavía no se ha podido enmendar, lo que dificulta su papel como puerta de entrada al sistema sanitario, fundamentalmente por el alto grado de temporalidad laboral de muchos de sus profesionales y por la progresiva saturación de pacientes. Es necesaria una justa estabilidad en los contratos de los profesionales, en muchos casos muy mal pagados.

Algunos servicios médicos y quirúrgicos habrán visto aliviadas sus listas de espera, pero esto es debido a que los pacientes se han retraído por miedo al contagio a ir a los hospitales y a los centros sanitarios. Cuando el miedo se supere, todos llegarán de golpe y, lo que es peor, con las patologías más desarrolladas y los tratamientos más complejos y costosos. Según un estudio reciente, Cirugía Oral y Maxilofacial, traumatología, oftalmología y neurocirugía, han sido las especialidades quirúrgicas son más afectadas por las listas de espera, lo que lleva a prever que el año que viene será necesario encajar una avalancha de prótesis, mientras que, en la actualidad, con menos recambios e intervenciones de cristalino, habrá más dolor y peor visión, respectivamente. Mientras tanto, otras como las afines a la oncología y las cardiovasculares son las mas pequeñas -incluso han disminuido- pero que serán las más afectadas en la etapa post COVID.

Es necesaria una justa estabilidad en los contratos de los profesionales, en muchos casos muy mal pagados

Como resultado de la pandemia, se pasó de realizar 25.000 operaciones a la semana, a una cifra oscilante entre las 6.000 y las 7.000, fenómeno que se atenuó entre olas, pero que ahora se sitúa en una cantidad de 15.000, todavía alejada de los datos de 2019.

Según doctor Constantino Fondevila, jefe ser servicio de cirugía digestiva del Hospital Clínic de Barcelona, mostró su preocupación por los pacientes de apendicitis y afecciones del tracto biliar que parecen haber desaparecido de las estadísticas, a juzgar por el desplome de las asistencias a urgencias y las admisiones. ve un ahorro en gasto sanitario, que, sin duda, vendrá incrementado, cuando los pacientes reaparezcan con sus patologías no atendidas a lo largo de más de un año. dado que el embudo se produjo en las fases previas de consulta externa y petición de pruebas diagnósticas, por lo que augura que la mortalidad esperable se deberá a la patología y el trasplante urgentes, con mayor importancia de los tumores que se hayan vuelto irresecables.

José Manuel Domínguez, coordinador quirúrgico del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, calcula en 6.000 cirugías menos las habidas a causa de la pandemia; aun disponiendo de quirófanos libres, también se bloqueó la actividad trasplantadora por falta de espacios limpios suficientes. También señaló la ausencia de 2.000 pacientes en la lista de espera quirúrgica por renuncias voluntarias o por suspensión de intervenciones benignas. Un momento en que se producían infartos “como los de antes”, porque la gente no se atrevía a acudir a las urgencias.

Ahora el problema es recuperar al paciente agudo que está en la base del iceberg y que es la que no se ve, un grueso de la población sin diagnóstico establecido que requerirá la mayor exquisitez de los equipos asistenciales para asignar las camas hospitalarias con el mayor de los tinos. Ahora la preocupación ha de ocuparse del afloramiento de la patología oculta todos estos meses, lo que supondrá un engrosamiento de listas de espera, de momento, contenida.

Como señala Mario Mingo, tras la vacunación para la COVID-19, las listas de espera constituirán la prioridad sanitaria nacional, para que se pueda recuperar la normalidad en las consultas externas, las pruebas diagnósticas y las deseables tasas de cirugías. ¿Seremos capaces de resolver este problema, que ya venía siendo crónico? ¿Si antes no lo fuimos, seremos capaces de serlo ahora?

Finalmente, un apunte: Creo que, en la Comunidad de Madrid, se debería utilizar el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal para liberar a la mayor parte de hospitales de la actividad COVID-19. ¿No es razonable tener hospitales especializados y hospitales “limpios”? También en otras CCAA se puede destinar el hospital o los hospitales más idóneos como “Hospitales COVID”. De esa manera se evitarían los dobles circuitos, la diferenciación de zonas limpias y, sobre todo, el temor de los pacientes a acudir a las consultas externas, a las pruebas diagnósticas y someterse a las intervenciones quirúrgicas. Tendríamos “Hospitales limpios del COVID 19” donde los pacientes podrían acudir sin miedo al contagio. Hay que gestionar bien la red, no solo los hospitales. Y este consejo es para siempre y para todo. Mas allá del COVID.

 

Ignacio Para Rodríguez-Santana