Más de la mitad de las personas mayores de 65 años presentan más de 1 patología crónica, lo que lleva consigo frecuentemente a la polimedicación de los pacientes, con los consiguientes riesgos de incompatibilidades, errores de medicación, a sumar efectos adversos, peor adherencia, mayor coste sanitario, etc., todo ello, en un entorno social cada vez más envejecido que acumula con la edad patologías crónicas, cierta disfuncionalidad y dependencia, afectación emocional en mayor o menor medida; y soledad en muchos casos, entre otros condicionantes.

Las medidas higiénico-dietéticas (ejercicio, ingesta, sueño, control del peso y de ciertos hábitos como fumar, etc.) no solo tienen un importante papel en la prevención y autocuidado, sino que lo siguen siendo una vez diagnosticada la enfermedad.

La artrosis es una enfermedad degenerativa del cartílago, hueso subcondral y partes blandas del área articular, que afecta principalmente a las manos, rodillas, caderas y columna vertebral; y la osteoporosis es el deterioro cuanti y cualitativo del hueso, que lleva frecuentemente a la fractura por fragilidad; siendo síntomas característicos de ambas, el dolor y la limitación de movimiento, lo que condiciona la autonomía e incluso se suele acompañar de fatiga por no dormir bien y afectación emocional, que puede llegar a ser extremo y tan indeseables como el deseo de suicidio.

En una encuesta mundial de percepción del paciente con artrosis promovido desde el “OA Patients Task Force” y liderado por OAFI (Osteoarthritis Foundation International), se reveló que dichos pacientes con artrosis, presentan comorbilidades en el 86% de los casos, siendo en más del 40%, dos o más diferentes patologías.

Algunas de estas patologías concomitantes guardan una íntima relación con la artrosis como el dolor crónico, la obesidad, diabetes, la osteoporosis, artritis, la insuficiencia venosa crónica, la fatiga, la afectación emocional, etc.; y otras coexisten por coincidir parecidos factores de riesgo, como la edad avanzada (patología cardiovascular, procesos oncológicos, etc.), género (más casos en el femenino), etc.

‘La mayoría de los pacientes con artrosis expresaron su interés en obtener acceso a tratamientos no farmacológicos’

Todo ello, hace insistir en el importante papel que juegan los tratamientos no farmacológicos y, de hecho, en la encuesta internacional anteriormente mencionada, la mayoría de los pacientes con artrosis expresaron su interés en obtener acceso a tratamientos no farmacológicos, pues paradójicamente a lo que señala el buen sentido, es frecuente la dificultad a su acceso y falta de cobertura en el Sistema Nacional de Salud.

Terapias biofísicas como la temperatura son bien conocidas desde la antigüedad y la medicina tradicional, siendo aplicadas en uno u otro sentido (frío o calor) en todos los hogares, al resultar efectivas y muy sencillas de emplear.

El calor produce vasodilatación lo que a su vez aumenta el suministro de oxígeno y nutrientes, así como la eliminación de dióxido de carbono y desechos; estimulando el metabolismo y la regeneración y acelerando la cicatrización. Además, a nivel articular, aumenta la extensibilidad del colágeno y alivia la rigidez y contracturas, acelera la absorción de hematomas y edema, reduce los espasmos musculares y mitiga el dolor persistente o crónico y muy especialmente el muscular (mialgia), tendinopatías, epicondilitis y epitrocleitis, entre muchas otras lesiones. De hecho, es también recomendable, previa a la actividad física para prevenir lesiones.

Mismo fundamento tiene la medicina hiperbárica que suministra oxígeno a una presión alta para aumentar su concentración en sangre, produciendo un efecto antiinflamatorio y analgésico generalizado y acelerando los procesos de recuperación.

Distinguimos dos tipos de termoterapia, la superficial aplicando compresas húmedas-calientes, la parafina, la hidroterapia, los baños de contraste, infrarrojos y las ortesis térmicas que alivian y protegen la articulación; y la profunda, generada por ultrasonido terapéutico y las ondas cortas y microondas.

En sentido contrario, la crioterapia o aplicación de frío, resulta vasoconstrictora reduciendo el caudal de sangre, mitigando procesos inflamatorios, hecho que contribuye a disminuir el dolor agudo, además de actuar sobre las raíces nerviosas sensitivas. Tiene utilidad por ello ante lesiones agudas (esguinces, luxaciones, tendinopatías, roturas fibrilares, etc.), sobrecarga tras una actividad física de alta intensidad y traumatismos, entre otros; debiéndose aplicar en los primeros minutos tras la lesión y no más allá de las 72 horas.

Ambas acciones tienen una aplicación terapéutica clara, que si bien no en todos los casos tiene carácter curativo si lo puede ser sintomatológico, mejorando la calidad de vida de la persona.

La fisioterapia mejora la movilidad de las articulaciones y puede hacer uso de estas terapias biofísicas e incluso alternarlas o unir, como es al calor y el efecto sinérgico, de la postura y de la vibración, como en el caso de la andulación, donde ondas mecánicas de baja frecuencia y amplitud moduladas de forma estocástica para evitar el “acostumbramiento”, actúan biofísicamente a cinco niveles: transfiriendo energía a las células, produciendo un efecto gate-control interfiriendo la transmisión de la sensación dolorosa, relajando los tejidos, así como estimulando la circulación sanguínea y linfática.

La manera de usar las terapias de frío y calor, evitando las temperaturas extremas, es limitarlo a 10 o 20 minutos, varias veces al día; y bajo la supervisión experta, resultan muy seguras; y a diferencia de numerosos fármacos antiinflamatorios o analgésicos, no se acompaña de efectos secundarios ni adversos, siendo en todo caso compatible con la medicación, haciendo innecesario o acortando terapias farmacológicas menos seguras, siendo aplicable a un amplio rango de pacientes independientemente de su género y edad, mejorando la artrosis, dolor, rigidez  y muchas de las comorbilidades que la acompañan como el retorno venoso en piernas, la fatiga, etc. ; justificándose su empleo tanto en momento de crisis como de forma preventiva.

Si estás interesado en saber más sobre salud articular o necesitas nuestra ayuda como organización de pacientes, estamos a tu disposición en OAFI (Osteoarthritis Foundation Interntional) https://www.oafifoundation.com/, con sede en Barcelona, c/ Tuset, 19 · 3º 2ª; teléfono: 931 594 015 y correo electrónico: rsc@oafifoundation.com.

 

Jose Luis Baquero Úbeda