Las primeras Enfermeras de Práctica Avanzada (EPA) surgen en Estados Unidos alrededor de los años 70 con el nombre de Advance Practice Registered Nurse (1). Inicialmente sus ámbitos de actuación eran matrona, anestesista, clínica y de atención directa. El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), en un reciente informe (2) indica que una enfermera de práctica avanzada (EPA) es una enfermera generalista o especializada que ha adquirido, mediante formación de grado adicional la base de conocimiento experto, habilidades para la toma de decisiones complejas y competencias clínicas para la práctica avanzada de la enfermería cuyas características están modeladas por el contexto en el que se acredita para ejercer (adaptado del CIE, 2008).

Una vez surge en EE. UU, la EPA va desarrollándose en otros países como Canadá, Inglaterra, Suecia, Holanda, Irlanda, etc. En España es a partir de 2002 cuando inician su andadura en Andalucía y posteriormente en otras comunidades como el País Vasco o Cataluña, fundamentalmente con Enfermeras Gestoras de Casos, ampliando poco a poco su implementación en otras comunidades y con otro tipo de competencias avanzadas (1) .

La Práctica Avanzada Enfermera se refiere a servicios e intervenciones de salud potenciados y ampliados que dispensan enfermeras que, con capacidad avanzada, influyen en los resultados clínicos de salud y prestan servicios sanitarios directos a personas, familias y comunidades (2).

La EPA ha sido desarrollada para dar respuesta a las nuevas demandas de atención en diferentes circunstancias y ámbitos asistenciales, con un perfil diferenciado de competencias ampliadas respecto a la formación del grado en Enfermería (2-4) .

El CIE recoge en su informe otros aspectos como la formación de la EPA, la naturaleza de su práctica profesional y otros mecanismos que cada país debe implantar para regular su ejercicio profesional. Recoge también el derecho en el ejercicio de la EPA a diagnosticar, su autoridad para recetar medicamentos, para instaurar tratamientos, para derivar pacientes a otros profesionales y a hospitales (2).

La investigación acerca de los resultados de la EPA es ya amplia y contundente y ha demostrado reducir el número de hospitalizaciones de personas con procesos crónicos y sus reingresos, mejorar su calidad de vida, su experiencia y la de su entorno, hay un mejor control de la enfermedad, menos aparición de complicaciones e impacta en un menor consumo de recursos sanitarios (2, 4-7).

“Los resultados de la EPA han demostrado que reducen el número de hospitalizaciones de personas con procesos crónicos y sus reingresos, mejorar su calidad de vida, su experiencia y la de su entorno, hay un mejor control de la enfermedad, menos aparición de complicaciones e impacta en un menor consumo de recursos sanitarios”

 

Sin embargo, en España a pesar de toda esta evidencia y de haber ya muchas enfermeras asumiendo roles de Práctica Avanzada y de su desarrollo en Andalucía, continuamos en ausencia de una regulación Ministerial y definición del marco del ejercicio profesional (5) .

Ya en el año 2003, cuando se publica la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias (LOPS) en su artículo 36 hace referencia a los Diplomas de Acreditación y Diplomas de Acreditación Avanzada, que constituiría el marco legislativo para el desarrollo de la EPA. Posteriormente, en 2015 se publica el Real Decreto 639/2015, de 10 de julio, por el que se regulan los Diplomas de Acreditación y los Diplomas de Acreditación Avanzada y desgraciadamente en el año 2022 continúa sin hacerse realidad esta fórmula para conseguir un desarrollo formal de la EPA.

Desde hace años y de forma reiterada muchos profesionales se preguntan el por qué de este hecho y analizan las barreras que impiden su desarrollo (6,7).

El último informe del CIE, al que hemos hecho referencia (2), analiza aquellas cuestiones de índole nacional que influyen en el desarrollo de la EPA. Señala el acceso a un nivel adecuado de formación de las enfermeras para el desarrollo de la práctica avanzada, la situación nacional de la profesión enfermera y la viabilidad de introducir una nueva figura o nivel de enfermería.

Respecto al nivel formativo de las enfermeras, España es reconocida mundialmente por la excelencia en su formación y con la entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior, el acceso a estudios de Máster y Doctorado. Es decir, las enfermeras tienen una buena formación de grado y opciones de llegar al máximo nivel académico, al igual que el resto de disciplinas. Y respecto a la formación específica para asumir roles de práctica avanzada, hay ya una amplia oferta de postgrados, nivel Máster, específicos en este ámbito. Este aspecto del nivel formativo, por tanto, no puede considerarse un problema en nuestro país para el desarrollo de la EPA.

En cuanto al segundo punto que señala el informe, la situación nacional de la profesión enfermera, aquí ya si podemos identificar problemas importantes y que pueden estar relacionados con el inmovilismo que se vive en nuestro país en cuanto al desarrollo de las enfermeras.  Todos conocemos ya la escasez crónica de enfermeras en las instituciones sanitarias, el abandono progresivo de la profesión y la fuga a otros países en busca de mejores condiciones laborales, mayor reconocimiento profesional a todos los niveles y mayor capacidad de desarrollo. A poco que se reflexione sobre el tema, se podría comprender que el desarrollo de la EPA en España constituiría un incentivo para las enfermeras y por tanto un atractivo que mejoraría en parte la situación actual.

Y, por último, en cuanto a la viabilidad de introducir una nueva figura o nivel de enfermería, se han analizado e identificado la distribución de competencias avanzadas en enfermeras Especialistas y Enfermeras de Práctica Avanzada en España (8). Este estudio concluye que ambas tienen diferentes competencias. Por ello y puesto que ambas han demostrado a través de diferentes estudios el impacto positivo de su trabajo, lo interesante y más favorecedor para los ciudadanos es que ambas convivan sin que exista ningún tipo de controversia al respecto. Como indican Gutiérrez-Rodriguez et al:  la existencia de distintos roles y niveles competenciales en la profesión enfermera no debería convertirse en un problema, sino que precisamente es un nicho de oportunidades para hacer frente a los grandes desafíos que la sociedad actual plantea a los servicios de salud. De hecho, así está siendo con las EPAs que ya desarrollan su trabajo como tal y las enfermeras especialistas vía EIR.

Distinto es lo que ocurre con las susceptibilidades que esto levanta en otras profesiones, que lo viven como amenaza y su desconocimiento de la aportación de las EPAs.

Es urgente que después de 19 años, desde la publicación de la LOPS y de recoger expresamente que las Administraciones sanitarias públicas pueden expedir Diplomas de Acreditación y Diplomas de Acreditación Avanzada, para certificar el nivel de formación alcanzado por un profesional en un área funcional específica de una determinada profesión o especialidad, en función de las actividades de formación continuada acreditada desarrolladas por el interesado en el área funcional correspondiente, lo hagan efectivo y cuente con este marco regulador para el desarrollo de la EPA.

Bibliografía:

  1. Fernández-Lasquetty Blanc B. Gestión de Cuidados de Enfermería. Salusplay Editorial, editor. Bilbao; 2018.
  2. Schober M et all. Directrices de Enfermería de Práctica Avanzada 2020. Consejo Internacional de Enfermeras. 2020.
  3. Gutiérrez-Rodríguez L, García Mayor S, Cuesta Lozano D, Burgos-Fuentes E, Rodríguez-Gómez S, Sastre-Fullana P, et al. Competences of specialist nurses and advanced practice nurses. Enfermería Clínica (English Edition) [Internet]. 2019 Nov 1 [cited 2022 Feb 2];29(6):328–35. Available from: https://www.elsevier.es/en-revista-enfermeria-clinica-english-edition–435-articulo-competences-specialist-nurses-advanced-practice-S2445147919300992.
  4. Galiana-Camacho T, Gómez-Salgado J, García-Iglesias JJ, Fernández-García D. Enfermería de práctica avanzada en la atención urgente, una propuesta de cambio: Revisión sistemática. Revista Española de Salud Pública [Internet]. 2020 Oct 26 [cited 2022 Feb 3];92:e201809065. Available from: www.msc.es/resp.
  5. SanMartín-Rodríguez L, Soto-Ruiz N, Escalada-Hernández P. Formación de las enfermeras de práctica avanzada: perspectiva internacional. Enfermería Clínica [Internet]. 2019 [cited 2022 Feb 2];29(2):125–30. Available from: https://www.elsevier.es/es-revista-enfermeria-clinica-35-pdf-S1130862118302122
  6. Morales Asencio J. Barreras para la implementación de modelos de práctica avanzada en España . Metas de Enfermería [Internet]. 2012 [cited 2022 Feb 3];26–32. Available from: https://www.enfermeria21.com/revistas/metas/articulo/80341/barreras-para-la-implementacion-de-modelos-de-practica-avanzada-en-espana/
  7. Médica FE, Gual ( A, Gual A, Pallarés L. Instrumentos geniales: diplomas de acreditación y diplomas de acreditación avanzada. FEM: Revista de la Fundación Educación Médica [Internet]. 2017 [cited 2022 Feb 3];20(5):209–12. Available from: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2014-98322017000500001&lng=es&nrm=iso&tlng=es
  8. Gutiérrez-Rodríguez L, García Mayor S, Cuesta Lozano D, Burgos-Fuentes E, Rodríguez-Gómez S, Sastre-Fullana P, et al. Competences of specialist nurses and advanced practice nurses. Enfermería Clínica (English Edition). 2019 Nov 1;29(6):328–35.