La llamada transición epidemiológica es un hecho. La población vive más años y tiene problemas de salud crónicos que están marcando la necesidad de desarrollar nuevos enfoques en la prestación de los servicios de salud. Es por ello, que existe una necesidad real de diseñar procesos asistenciales integrados donde se incluya la esfera del ámbito comunitario como una realidad en la continuidad asistencial. Pero además, a esto se unen otros factores sociales que pocas veces se tienen en cuenta en estos diseños cuando se mira al mundo rural, el factor de la despoblación y la desaparición de la familia tradicional que suponen un elemento importante de la protección de cuidado dependiente de las personas.

Las enfermeras comunitarias, de una manera casi invisible, llevan décadas dando soporte a las necesidades de cuidados de las personas en el mundo rural. Esto lo hacen diseñando intervenciones que palien, en parte las necesidades de autocuidado de las personas de los pueblos, de lo que hoy se llama España Vaciada, donde hay enfermeras y enfermeros realizando innovación organizativa sin que nadie sea capaz de detenerse para preguntarles y aprender de sus iniciativas, de los errores y por supuesto, de sus aciertos.

Ante estos dos factores, despoblación y ausencia de la familia tradicional,  dice  Yolanda Raquel Lapeña, enfermera familiar y comunitaria rural en Deza, en la provincia de Soria, “es momento de reflexionar y pensar en otras propuestas que garanticen a las personas en sus pueblos un apoyo a sus necesidades básicas, que les permitan permanecer en su entorno, con su proyecto personal, pero también, con el apoyo que se necesita para mantener una calidad de vida suficiente y una salud mantenida con los elementos de seguridad”.  Es en este marco, donde las enfermeras comunitarias del ámbito rural pueden jugar un papel relevante para las comunidades en las que trabajan, siendo líderes de proyectos donde la solidaridad resulte el elemento esencial para garantizar el autocuidado en cada comunidad en concreto.

En el Plan de Medidas del Gobierno frente al Reto Demográfico (PMRD), publicado en 2021, se plantean medidas sobre salud, incluidas en el eje 8 del PMRD (bienestar social y economía de los cuidados) se habla allí de estrategias integrales de atención a condiciones de salud frecuentes y específicas. Se propone el objetivo de promover hábitos saludables, el envejecimiento activo y mejorar la calidad de vida en la cronicidad.  Si bien, no se dice nada del cómo hacerlo, y desde luego, no se pone en valor el potencial que aportan las enfermeras familiares y comunitarias del mundo rural para el desarrollo de este objetivo.

En este documento también se plantea que “La estructura del sistema nacional de salud, señala a la Atención Primaria como el eje sobre el que gira la red integrada de servicios de salud en el territorio y le confiere las características de máxima proximidad y accesibilidad para los ciudadanos”.

Es en este punto donde las enfermeras familiares y comunitarias, al igual que sucede en otros países del mundo como Suecia, Dinamarca, Bolivia, etc., adquieren mayor relevancia con su aportación a la supervisión, gestión y apoyo a la salud de los ciudadanos que se encuentran en lugares aislados o en el ámbito rural, mediante la implementación de proyectos que potencien la sustitución, la capacitación y el apoyo en el autocuidado de la salud.

Internacionalmente se da valor a su conocimiento, sus competencias y sus costes, lo que hace de este perfil profesional, el de los enfermeros y enfermeras de atención familiar y comunitaria, que sea el profesional seleccionado en el liderazgo de estrategias de salud en el ámbito aislado y rural, como un elemento estratégico para garantizar la sostenibilidad del sistema y garantizar la prestación de este tipo de servicios de una manera realmente eficaz y eficiente.

La Atención Primaria de Salud (APS), y concretamente las enfermeras familiares y comunitarias, desarrollan gran parte de la asistencia y de la atención en el hogar de las personas en el medio rural, teniendo en cuenta las características individuales del paciente, su familia y su entorno, reservándose así, los hospitales para los procedimientos altamente especializados. Esto supone visibilizar su actuación como importante, porque por un lado, aporta elementos de seguridad ante la fragilidad y la vulnerabilidad, y por otro, trata de sumar valor al desarrollo del envejecimiento saludable, prestando un marco de seguridad en situaciones de convalecencia, ante los déficits de autocuidados en salud de las personas que han requerido ingresos hospitalarios.

En el Informe de Consejo Económico Rural, Informe 02|2021 por un Medio Rural Vivo y Sostenible, se dice que la realidad sociodemográfica de las zonas rurales, está marcada por el fuerte peso en la población de los segmentos de edad más avanzada, y por tanto, por la mayor importancia de la morbilidad crónica y los problemas de dependencia. Es por todo ello, que aconsejan realizar un mayor esfuerzo en términos de coordinación sociosanitaria, asegurando la continuidad asistencial. Y por tanto, es en este apartado, donde nuevamente parece que falta la consulta a la experiencia de las enfermeras familiares y comunitarias del ámbito rural, quienes podrían aportar el conocimiento y vivencias de las necesidades reales de los ciudadanos y de su experiencia, supondría dar cobertura a esas necesidades, que de otra manera, volverían a quedar relegadas a un segundo plano en la atención sanitaria poblacional.

Lo que, sí es cierto, es que parece más necesario que nunca, adaptar las acciones y el desarrollo de los nuevos servicios sanitarios a la realidad del ámbito rural, planteando, cómo el entorno, influye y cómo existen otras maneras de desarrollar las prestaciones, más adaptados a la realidad del mundo rural, y desde luego, no con las mismas propuestas de solución del mundo urbano. Puesto que sabemos que no ha funcionado tan bien como se esperaba, se hace indispensable realizar otras propuestas de innovación organizativa.

El ámbito rural en España, es por tanto,  donde viven mayor porcentaje de personas de edad más avanzada, y donde la cercanía de los profesionales de la salud adquiere una importancia añadida. Se requiere de proximidad y de confianza, aspectos que son claves en la práctica de las enfermeras familiares y comunitarias, con el desarrollo del concepto de la presencia cuidadora de dichos profesionales como base de su práctica asistencial, y esto lleva a su vez, a que los elementos de cercanía y proximidad sirvan para facilitar el acceso al sistema a muchas personas con problemas de movilidad o de realización de su autocuidado, por falta de conocimiento y de apoyo en la gestión de sus problemas de salud.

En opinión del Consejo Económico Rural, la APS, es el eje de la atención y los cuidados de la salud que debe asegurar la continuidad con los otros niveles, en especial con la atención especializada o los servicios sociales. Y por ello, requiere de un refuerzo de la dimensión de los recursos humanos en todo el sistema, y en especial en las zonas rurales. Sin duda, clonar modelos de atención no parece la mejor solución, parece que si se enfocasen a las necesidades reales, seguramente se encontrarían alternativas diferentes al aumento de los recursos humanos más especializados, y es ahí donde las enfermeras familiares y comunitarias pueden jugar un rol relevante para una adecuada cobertura de servicios orientados al bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos.

Dicho documento propone que “el refuerzo de la Atención Primaria debería traducirse también en una potenciación de la dimensión preventiva del sistema de salud en las zonas rurales, lo que mejoraría las perspectivas vitales de la población, una mayor calidad de vida y una menor incidencia de las discapacidades y la dependencia”. Sin duda, es en este enfoque donde las enfermeras familiares y comunitarias tienen su papel y mayor recorrido de innovación y desarrollo organizativo.

Por su parte,  el documento del  Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Marco Estratégico para la APS de abril 2019, habla de Estrategias y Objetivos del Marco Estratégico para la APS y de las propuestas que se hacen podemos destacar dos donde los proyectos de las enfermeras familiares y comunitarias rurales están alineados, por un lado, la Estrategia D: “Reforzar la orientación comunitaria, la promoción de la salud y prevención en APS”, y por otro, la Estrategia E: “Potenciar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación”.

En ninguno de los documentos consultados, se habla del papel que pueden desarrollar las enfermeras familiares y comunitarias del mundo rural, por sus competencias especificas y aportación innovadora a favor de la calidad de vida de los vecinos de los pueblos de España mediante la promoción y el entrenamiento en el autocuidado. Sin embargo, hubiese sido deseable consultar a estas enfermeras y enfermeros  para  plantear alternativas transformadoras en este ámbito, y así, aprovechar la experiencia de décadas trabajando en el mundo rural, conociendo su potencial y aprovechando el magnífico conocimiento tácito de los profesionales enfermeros que han desarrollado en sus pueblos, servicios orientados a la mejora de los autocuidados de sus vecinos, lo que ha redundado, sin ninguna duda, en la mejora de su autogestión y la calidad de vida de los habitantes del mundo rural.

En esta línea, y sin la necesidad que nadie les haga propuestas desde el nivel meso o la macro gestión, son las enfermeras y enfermeros familiares y comunitarios, los que en el mundo rural lideran proyectos de innovación desde su práctica como líderes en la promoción del autocuidado individual y comunitario.

Solo quiero en este artículo dar una pincelada y una llamada de atención a quienes están preocupados por la salud de las personas que se encuentran en los pueblos de España, a estos planificadores, a los gestores que no saben que existen enfermeras familiares y comunitarias trabajando de manera activa para los habitantes de sus pueblos, es a los que sugiero que les consulten para poder responder de manera eficaz a lo que las personas necesitan.

Me gustaría nombrar el proyecto que lidera Yolanda Raquel Lapeña, denominado: “Red de autocuidado vecinal: Marca Deza”, proyecto en el que Yolanda, enfermera familiar y comunitaria de un pueblo de Soria me ha invitado a participar y que gracias a las tecnologías de la información y comunicación puedo apoyar desde Madrid.

Se trata de un proyecto basado en el concepto de autocuidado introducido por la enfermera Dorotea Orem en 1969 y hace referencia a las conductas que existen en situaciones concretas de la vida, dirigidas por las personas hacia sí mismas, hacia los demás o hacia su entorno, con el propósito de regular los factores que afectan a su propio desarrollo y funcionamiento, en beneficio de su vida, salud o bienestar. Dicha autora, asume el autocuidado como la responsabilidad de cada individuo para el fomento, conservación y cuidado de su propia salud.

Además, esta autora habla del “déficit de autocuidado y cómo en esta situación, la persona puede requerir ayuda que proceda de diferentes fuentes, incluyendo las intervenciones de familiares, amigos y profesionales enfermeros”. Ella lo denominó como “agentes de autocuidado”.

En esta misma línea, a nivel de comunidades de personas que forman una población, es necesario destacar la figura de la enfermera familiar y comunitaria como agencia de autocuidado desarrollada en su totalidad, pues cuenta con los conocimientos profundos tanto de las persona, familias y grupos, como de las interacciones que se producen entre ellos. Desde su posición, conoce la comunidad en la que prestan sus servicios, los recursos disponibles, las diferentes maneras de interactuar entre sus miembros y es capaz de dar una respuesta óptima a las nuevas demandas en salud, que se van produciendo y están generando nuevas maneras de adaptación al medio, y al proceso de afrontamiento de los problemas de salud que precisan de una nueva planificación, gestión y prestación de cuidados enfermeros más eficaces y eficientes hacia los individuos, familias y comunidades.

En su proyecto, Yolanda ha realizado un estudio de las necesidades y visto el auténtico valor de la comunidad, la cultura para los ciudadanos de un determinado territorio, en su caso, del pueblo de Deza, en Soria. Su proyecto está basado en entrenar en el autocuidado y en el dar y recibir.

Este proyecto se apoya en elementos culturales que se han construido históricamente y han facilitado la construcción de referentes de identidad, que hacen que las personas se sientan partícipes de una comunidad particular, tales como: el lugar donde se nace, las relaciones familiares y sociales asociadas al desarrollo como persona, las referencias territoriales, de paisajes, las labores desempeñadas para el mantenimiento familiar, de la salud, el entorno escolar, o los niveles de religiosidad.

Todo ello, proporciona a los individuos, cierto nivel de cohesión social y un sentido de pertenencia a un sitio y a un colectivo específico que da sentido a la forma en que interpretan y generan sus representaciones como grupo.

En este proyecto, la enfermera familiar y comunitaria, ha buscado los elementos motivadores y beneficiosos que para la comunidad suponen los proyectos modernizadores o dinamizadores que se quieren llevar a cabo dentro de la misma. Entre ellos, promueve las relaciones personales y humanas dentro de las comunidades o pueblos como pilares fundamentales para desarrollar proyectos con y para sus habitantes. Es un proyecto de dar y recibir, y sistematiza la solidaridad.

Este proyecto de creación de una Red de Autocuidado Vecinal: Marca Deza, es un ejemplo de compromiso de las enfermeras y enfermeros familiares y comunitarios con los ciudadanos, con las personas y con su entorno. En breve, se presentará alguna de las actividades de esta Red, en su pueblo y seguro que les encanta que los lectores de nuestra columna, se acerquen para conocer esta iniciativa y reconocer la labor de los enfermeras y enfermeros del mundo rural comprometidas con su pueblo y la salud de sus habitantes. Os mantendré informados.

Carmen Ferrer Arnedo, Servicios de Atención al Paciente del Hospital Central de Cruz Roja de Madrid y Directora Ejecutiva del Master de Humanización de la UEM/Fundación CURARTE

Yolanda Raquel Lapeña Moñux, Gerencia de Asistencia Sanitaria de Soria