“Hay que concienciar a gestores y decisores políticos que la obesidad es una patología relevante y costosa”

Especialista en Endocrinología y Nutrición, desde 1998, Gema Frühbeck forma parte del Equipo Multidisciplinar de Diagnóstico y Tratamiento de la Obesidad de la Clínica Universidad de Navarra. Ha recibido diversas distinciones nacionales e internacionales por su trabajo en el terreno de la obesidad y nutrición, la última la del Premio Instituto Danone por su gran trayectoria científica.

¿Cuáles diría que son los grandes hitos en el ámbito de la nutrición de los últimos años?

En los últimos años se ha conseguido disminuir el hambre en el mundo. Sin embargo, aunque todavía hay países en los que el hambre es evidente, en la actualidad, en la transición nutricional mundial es la primera vez en la que el exceso de peso predomina sobre el hambre tanto en países desarrollados como en desarrollo.

En mi campo de especialización, el conocer la naturaleza del tejido adiposo ha supuesto uno de los grandes hitos; el descubrimiento de que el tejido adiposo es capaz de sintetizar y secretar múltiples hormonas y factores que regulan procesos biológicos muy diversos, así como las distintas características de los distintos depósitos de grasa ha supuesto una auténtica revolución.

Parece que la sociedad está cada vez más preocupada por la salud que la de hace unas décadas, ¿es una percepción real?

En la actualidad, la preocupación por la salud personal no es el único foco. La sostenibilidad de nuestra dieta y del sistema alimentario también entran dentro de las líneas de acción de los profesionales de la salud y de la sociedad en general.

También preocupa cada vez más el envejecimiento saludable y en este contexto, contamos con múltiples desafíos, marcado por la fragmentación de la sociedad, que exige un gran ejercicio de responsabilidad al sector de la investigación, la ciencia y la innovación como motores de crecimiento y cambio.

Sin embargo, seguimos viendo cómo la obesidad es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos, ¿qué hace falta según usted para poder bajar las cifras actuales de esta enfermedad?

La mayor parte de las personas no son conscientes de la importancia que tiene la obesidad sobre la salud. Simplemente piensan que se trata de un exceso de kilos, pero la realidad es que el exceso de adiposidad disfuncional tiene repercusión a nivel mecánico, orgánico, metabólico y psicológico. Es importante convencer a los políticos de que la obesidad cuesta mucho por los costes tanto directos como indirectos que supone la propia enfermedad y el absentismo laboral que provoca; quizás así podamos cambiar cosas. Porque está claro que se necesita un cambio global, tenemos profesiones mucho más sedentarias, además por nuestra dedicación laboral comemos rápido y precocinado. El estrés con el que vivimos nos lleva a tomar alimentos de forma compulsiva. Sin olvidar que en tiempos de crisis la prevalencia de obesidad aumenta porque la comida rápida suele ser más barata.

La investigación es necesaria para sensibilizar a nuestros gestores y decisores políticos sobre la obesidad como patología relevante y costosa para las personas que la padecen, así como para el sistema sanitario y la sociedad, en general.

¿Cuáles son las patologías o riesgos más frecuentes asociados a la obesidad?

A pesar del reconocimiento de la obesidad como un grave problema de salud pública por su riesgo aumentado bien conocido de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, trastornos respiratorios, apnea obstructiva del sueño y ciertas formas de cáncer, entre otros, está demostrado que es extraordinariamente difícil detener esta pandemia. Estrictamente hablando, la obesidad no se refiere a un exceso de peso o una relación peso / altura. De hecho, la Organización Mundial de la Salud define obesidad como un estado de aumento del tejido adiposo de magnitud suficiente para producir efectos adversos.

Globalmente, el sobrepeso en adultos acompaña al 44% de los casos de diabetes, al 23% de las enfermedades coronarias y entre el 7-41% de ciertos tipos de cáncer. A esto hay que añadir que una de las consecuencias de la obesidad es el desarrollo del Síndrome Metabólico (SM), ya que el riesgo relativo de desarrollar resistencia insulínica, diabetes, dislipemias, hígado graso, hipertensión y patología coronaria está muy aumentado en las personas con obesidad. En España alrededor del 60% de la población adulta y más de un cuarto de la población infantil presenta problemas de sobrepeso u obesidad.

¿En qué aspectos afecta de manera diferente a hombres y mujeres?

Alrededor del 13 % de la población adulta mundial (un 11 % de los hombres y un 15 % de las mujeres) eran obesos, y un 38 % de los hombres y un 40 % de las mujeres tenían sobrepeso. La prevalencia de sobrepeso es más alta en hombres que en mujeres, mientras que la prevalencia de obesidad es mayor en las mujeres que en los hombres. El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Constitucionalmente, las mujeres tienen más grasa que los hombres. Los puntos de corte para sobrepeso se cifran en >25% para varones y > 35% para mujeres. También existen diferencias en la distribución de la grasa, en los varones se observa un mayor acúmulo de grasa visceral, mientras que en las mujeres suele ser habitualmente de predominio glúteo-femoral.

¿Cómo puede saber una persona si ha superado el umbral de lo que debería considerarse un peso ‘saludable’?

Lo ideal es analizar la composición corporal. En el estudio que hemos realizado en la Cínica Universidad de Navarra hemos demostrado que por índice de masa corporal uno puede ser delgado o con ligero sobrepeso y, en cambio, por su porcentaje de grasa corporal, ser una persona con obesidad. De hecho, un 29% de los pacientes que consideramos delgados por IMC serían personas con obesidad en cuanto a su porcentaje de grasa corporal.

Mientras que en el caso de sobrepeso, en realidad el 80% sufren obesidad por exceso de grasa. Una persona con IMC de 22, que se englobaría dentro de la normalidad, puede tener (en el caso de ser una mujer) un porcentaje de grasa corporal de 40% en cuyo caso sería realmente una persona obesa. ¿Por qué es esto importante? Porque ese exceso de adiposidad se ha comprobado que se asocia a un perfil de riesgo cardiometabólico aumentado, es decir, esta persona va a tener más facilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, hipertensión, o alteraciones metabólicas como puede ser diabetes tipo 2 o dislipemias, etc.

Dado que no en todos los centros se puede analizar la composición corporal, en nuestros estudios de la Clínica Universitaria de Navarra, hemos publicado una ecuación predictora, el CUN-BAE, que tiene en cuenta el género, la edad, el peso y la altura, para estimar la adiposidad corporal en personas sedentarias.

Si hubiera que empezar por un primer paso, ¿en qué debería fijarse una persona que quiere acabar con su obesidad?

Una de las cuestiones importantes es transmitir que se trata de adoptar hábitos saludables de por vida. No se trata de bajar 4 kilos en una semana, sino de adquirir hábitos que podamos mantener a largo plazo. Una dieta equilibrada, ligeramente hipocalórica acompañada de actividad física adaptada a las características fisiopatológicas de la persona serán fundamentales. Además, debemos tener una buena higiene del sueño y aprender a gestionar el estrés. Para ello, lo mejor es ponerse en manos de profesionales que sepan identificar las posibles enfermedades asociadas que ha producido la obesidad y que nos preparen un plan integral a corto, medio y largo plazo.

¿A qué otros retos se enfrentan los profesionales de la nutrición en la actualidad?

Tenemos el objetivo de desarrollar innovadores procedimientos diagnósticos y terapéuticos. Nuestro reto actual es realmente poder poner en práctica la medicina de precisión en todas sus facetas, es decir, optimizar el diagnóstico, tratamiento y prevención a las características específicas de cada individuo para maximizar los beneficios y minimizar los efectos adversos.

La creciente evidencia científica sobre la relación entre dieta y salud ha suscitado el interés en los principales factores de riesgo, en especial los relacionados con las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y los niveles elevados de colesterol plasmático.

Los investigadores y profesionales de la nutrición, podemos influir favorablemente en la génesis de las enfermedades crónicas, la calidad de vida, las potencialidades físicas e intelectuales y la longevidad. Nuestras principales prioridades son identificar y evaluar problemas nutricionales de la comunidad y en diseñar, organizar, implementar y evaluar programas de intervención nutricional.

¿Cómo comemos los españoles actualmente?

A tenor de las cifras de prevalencia de sobrepeso y obesidad actuales, parece que no lo estamos haciendo especialmente bien. Sin duda, la sociedad ha cambiado radicalmente y no resulta tan sencilla llevar una alimentación saludable en el contexto de una vida ajetreada, por una parte, pero sedentaria en lo que al ocio y el tiempo libre se refiere. Por otra parte, también hay que indicar que se observa una gran polarización en la población con un sector muy concienciado y otro que no es realmente consciente de la importancia que tiene la obesidad sobre la salud. Simplemente piensan que se trata de un exceso de kilos, pero la realidad es que el exceso de adiposidad disfuncional tiene repercusión a nivel mecánico, orgánico, metabólico y psicológico.

Es importante convencer a los políticos de que la obesidad cuesta mucho por los costes tanto directos como indirectos que supone la propia enfermedad y el absentismo laboral que provoca; quizás así podamos cambiar cosas. Porque está claro que se necesita un cambio global, tenemos profesiones mucho más sedentarias, además por nuestra dedicación laboral comemos rápido y precocinado. El estrés con el que vivimos nos lleva a tomar alimentos de forma compulsiva. Sin olvidar que en tiempos de crisis la prevalencia de obesidad aumenta porque la comida rápida suele ser más barata.

Estamos viendo que, a nivel nacional, el mercado de los nutracéuticos está ganando terreno, ¿cómo lo ve usted desde su perspectiva como científica?

Es fundamental ofrecer una formación en profundidad a los profesionales sanitarios sobre todos los aspectos relacionados con la nutrición de cara a que puedan y sepan aconsejar adecuadamente sobre una alimentación saludable.

También hay que concienciar a los médicos, que solemos tratar la hipertensión y la diabetes con pastillas, pero el problema de base, que frecuentemente está relacionado con el exceso de adiposidad no lo atajamos de forma tan contundente. Algunas veces tampoco se insiste en el cambio del estilo de vida y los pacientes.

¿Qué opina de la incursión de figuras referentes en redes sociales como prescriptoras sin formación académica en el terreno de la nutrición?

Mientras los prescriptores de contenido relacionado con la nutrición se basen en datos rigurosos y científicamente comprobados, no debería haber problema.

Es importante que la población recurra a profesionales de la salud debidamente acreditados.  Por ello, se debe desarrollar un pensamiento crítico, analizando las fuentes y contrastando la información, para no ser vulnerables ante determinados argumentos que puedan resultar falsos.

¿En qué líneas de investigación está trabajando actualmente?

Dentro del ámbito de la nutrición clínica y la investigación aplicada, actualmente estoy centrada en el estudio de la fisiopatología y mecanismos de la obesidad, concretamente en los factores periféricos del control del peso corporal y la adipobiología, en su vertiente hormonal e inflamatoria.