Gabriel Heras la Calle, Facultativo especializado en Medicina Intensiva en el Hospital de Torrejón. Creador y Director del Proyecto HU-CI

 

Gabriel Heras la Calle es Licenciado en medicina y Cirugía por la Universidad de Alcalá en 2001. Intensivista desde 2002, el Dr. Heras ha pasado por diferentes hospitales como el Severo Ochoa, donde hizo la residencia, por la Fundación Alcorcón, por La Paz y por Son Llaztzer, entre otros, y actualmente trabaja en el Hospital Universitario de Torrejón. Además, lleva más de 6 años dirigiendo el Proyecto HU-CI, humanizando los cuidados intensivos. En esta entrevista para New Medical Economics ha hecho balance de cómo ha vivido la situación del COVID-19 en su Hospital y ha explicado la evolución de su proyecto HU-CI.

 

Como facultativo especializado en medicina intensiva del Hospital de Torrejón, uno de los primeros focos de la COVID-19 en Madrid, ¿cómo ha sido trabajar durante esta pandemia?

Como en todos lados, una auténtica locura. Pero además empezó antes que en ningún otro sitio. El 27 de febrero de 2020 diagnosticamos al primer paciente en la UCI, con lo que cuando la pandemia se empezaba a extender por Madrid, nosotros ya llevábamos más de dos semanas de dudosa ventaja al resto.

¿Habéis tenido refuerzos de otros especialistas pertenecientes a otras comunidades autónomas?

Inicialmente costó muchísimo conseguir refuerzos de hasta nuestra propia Comunidad Autónoma: venir a ayudarnos no parecía el plan más apetecible para nadie. Finalmente y gracias a pertenecer al grupo Ribera Salud, llegaron compañeros de refuerzo desde Vigo, Alicante y Torrevieja. Además, logramos suplementar la plantilla con tres intensivista más gracias a un llamamiento a través de las redes sociales de Proyecto HU-CI.

¿Cuál es la situación actual?

Cuando has trabajado a más del 220% de capacidad, estar ahora la 180% podría parecer mucho, pero hay que sumarle todo el desgaste físico y emocional que lleva acumulada la plantilla. Hay muchas menos llamadas desde Urgencias o planta por pacientes con clínica compatible con coronavirus, pero los que tenemos en UCI tienen estancias muy prolongadas y cuesta muchísimo darles el alta. Además, están empezando a llegar pacientes habituales con otras patologías, y se están reabriendo de forma progresiva los quirófanos. Por todo ello, en las UCI no hay prácticamente tregua.

Hemos podido leer, que ha sido uno de los muchos profesionales sanitarios contagiados por la COVID-19. ¿Cómo se encuentra?

Así es. Comencé con febrícula, mialgias y tos persistente que me obligaron a realizarme la PCR el 26 de marzo. Al día siguiente me notificaron el resultado y permanecí aislado durante 14 días. Por suerte, la PCR de control salió negativa y me reincorporé el 13 de abril a la segunda parte de un partido que parece que va a prórroga y penalties.

¿Cuál cree que ha sido el principal motivo para que tantos profesionales sanitarios hayan tenido la enfermedad?

Una exposición muy continuada con unos medios no adecuados en todos y cada uno de los momentos; y laxitud y cambios en las recomendaciones ministeriales, quizás por la dificultad de adquirir los EPI, cuando el pico asistencial fue el más alto.

Además de médico intensivista es el director y creador del Proyecto HU-CI, ¿en qué consiste este proyecto?

Se trata de un proyecto de investigación internacional para la humanización de las Unidades de Cuidados Intensivos y la Sanidad en general hacia un modelo más amable y centrado en la dignidad de todos los protagonistas: pacientes, familias y profesionales.

¿Cómo se concreta el proyecto HU-CI, qué actividades se realizan?, ¿cuántos profesionales están implicados?

Somos un proyecto de escucha, y escuchando a todos los actores diseñamos líneas de investigación centradas en pacientes, familias y profesionales.

¿Cómo se humaniza la UCI?

Flexibilizando los horarios de visita y fomentando la participación de las familias en los cuidados; mejorando la comunicación entre todos; asegurando el bienestar del paciente; cuidando de los profesionales; previniendo, detectando y manejando las secuelas de ingresar en la UCI; cambiando las estructuras y arquitecturas hacia un modelo humanizado y por último, implementando acciones de mejora y naturalización del proceso de morir. Actualmente el grupo de investigación lo componen 28 personas entre los que hay pacientes, familias y profesionales sanitarios y no sanitarios.

¿Cómo ha evolucionado el proyecto en estos más de 6 años que lleva de andadura?

El proyecto ha crecido exponencialmente, y actualmente cuenta con presencia en más de 25 países y más de 100.000 personas convencidas de que este es el camino hacia la transformación de la realidad a un modelo excelente y centrado en el ser humano. Más de 100 artículos científicos en revistas de impacto, la participación fundamental en el Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid, nuestro Manual de Buenas Prácticas de Humanización, un máster de Humanización de la Asistencia Sanitaria con la Universitat de Barcelona, dos expertos con la Universidad de Alcalá, una plataforma de formación en habilidades de humanización con más de 10.000 alumnos, y un proceso de Certificación de las UCI en esas buenas prácticas de humanización de la mano de AENOR.

¿Cree que se respetan en las UCI los derechos de los pacientes y de las familias?

No, ni de las pacientes, ni de las familias ni de los profesionales. Hemos de transformar el modelo desde el paternalismo clásico a la autonomía participativa, y hemos de hacerlo entre todos.

¿Considera que los familiares participan de alguna manera en la toma de decisiones, respecto al tratamiento y los cuidados de los pacientes?

Históricamente no, pero en eso estamos. Las familias son parte fundamental aunque históricamente se hayan quedado detrás del cartel de “NO PASAR”. Los familiares son compañeros en el cuidado, una extensión más del paciente y quienes simplemente por el hecho de estar, ya están cuidando y por lo tanto, curando. Los profesionales hemos de fomentar su inclusión y participación.

¿Considera proactiva la actitud de los profesionales que trabajan en las UCI a cambios organizativos, relacionados con la humanización?

SÍ, y creo que la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto que todo el trabajo que veníamos realizando tenía sentido. Igual que volverán los abrazos, volverán las UCI abiertas y otras muchas de las 160 medidas propuestas en nuestro Manual de Buenas Prácticas e implementadas en la mayoría de UCI de España y de América Latina.

¿Cómo contempla su proyecto el derecho de los pacientes a morir dignamente?

Como una necesidad, y que consta de 23 buenas prácticas concretas en los siguientes dominios: protocolización de cuidados al final de la vida, soporte de síntomas físicos, acompañamiento en situaciones al final de la vida, soporte a las necesidades y preferencias emocionales y espirituales, protocolo de limitación de tratamientos de soporte vital, implicación multidisciplinar en la decisión y desarrollo de medidas de limitación de tratamientos de soporte vital.

Nadie tiene porqué morir solo, algo que ha sido quizás lo más devastador de esta pandemia y ha de hacernos reflexionar como personas y como sociedad.