Dr. Alfredo Carrato Mena, vicepresidente de la Fundación ECO, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid)

Experto en oncología médica, el Dr. Alfredo Carrato ha dedicado y sigue dedicando su vida profesional a intentar ganarle terreno al cáncer. Comenzó en el Hospital de Elche al acabar la carrera de Medicina donde puso en marcha el servicio de Oncología Médica, allí estuvo trabajando 20 años y en 2008 volvió a Madrid para quedarse y dirigir el Servicio de Oncología del Hospital Universitario Ramón y Cajal. También es vicepresidente de la Fundación ECO, cuyo objetivo es que todos los hospitales que atienden a pacientes oncológicos tengan la máxima calidad posible. Además, el Dr. Carrato piensa que el conocimiento tiene que ser transmitido y por ello cuenta con más de tres décadas de experiencia docente, actualmente es catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares.

¿Qué le llevó a estudiar medicina y desde cuándo supo que quería dedicarse a ella?

Soy hijo de médico y en mi casa siempre ha estado presente la medicina; siempre ha sido una de las carreras que he tenido en la cabeza. Bien es verdad que todavía no estaba lo suficientemente convenido y maduro porque pensaba en hacer arquitectura también, pero finalmente me decanté por la medicina. Era una profesión con una carga de humanidad y de reto científico tremenda. Arquitectura también era muy creativa y a mí se me daban muy bien las matemáticas, muy de futuro y me hubiese gustado hacer las dos, pero solo pude hacer una.

¿Por qué eligió la Oncología como especialidad?

En el momento en que yo entré a la Facultad de Medicina a finales de los 60 el cáncer era sinónimo de muerte y aquello era una asignatura pendiente porque cada vez había más personas que se morían por esta enfermedad en porcentajes de muertes en la sociedad, y como a mí me gustan los retos y tenía toda la vida por delante para pelear, me incorporé a la oncología. En el año 75, cuando acabé mi carrera de medicina no existía la especialidad de oncología, entonces empecé mi residencia de medicina interna en ese año, y en el 78-79 nació la oncología médica como especialidad, yo ya estaba acabando medicina interna y lo que hice fue irme a Estados Unidos. Estuve tres años allí haciendo un fellowship de oncología en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSK) y seguí la trayectoria.

Aunque es salmantino de nacimiento, estudió en Madrid y posteriormente trabajó durante más de 20 años en el Hospital de Elche, donde puso en marcha el servicio de Oncología Médica. ¿Cómo recuerda esa etapa de su vida?

La etapa de Salamanca es muy vaga, pero la recuerdo con mucho cariño. Es una ciudad encantadora y allí estuve solo 6 años, de ahí tengo recuerdos de la niñez. Mi padre era profesor de la Universidad, era histólogo y anatomopatólogo y fue decano de la facultad de medicina. En los años 50 quiso poner el inglés como asignatura dentro de medicina y los estudiantes se manifestaban delante de mi casa.

Luego estudié la carrera en Madrid, donde me trasladé con toda mi familia, en la Complutense, e hice mi residencia en el Hospital Clínico San Carlos, de allí me fui al mar, porque soy un apasionado, miré dónde había plazas disponibles y en Alicante había una: de 37 personas, la saqué yo. Allí no había servicio de oncología montado y tuve que hacerlo desde cero. Fue un servicio de oncología que se prestigió a nivel nacional e internacional por su implicación en la investigación clínica y traslacional y en la docencia MIR y de Grado porque iba de la mano de la Universidad de Alicante y de la Miguel Hernández. Primero fui profesor titular y luego catedrático, y a la par iba creciendo dentro del organigrama asistencial a jefe de servicio incrementando la cartera de servicios, las oportunidades para el paciente y la plantilla asistencial. Como daba clases a los alumnos y tenía 120 cada año, había mucha gente que se enamoraba de la oncología porque yo siempre la he enseñado con pasión y tengo el honor de haber tenido residentes que han tenido el número 15 o 30 de MIR y que en vez de irse a los mejores hospitales de Madrid se venían a Alicante a hacer la oncología en nuestro servicio. Hemos tenido un programa de investigación también muy potente en Elche. Ha sido una de las etapas más felices de mi vida porque indudablemente no solo creé ese servicio, que ha sido un orgullo para mí y el mérito lo tienen también todos sus constituyentes, sino porque allí también tuve a mis hijos y me casé con mi mujer que siempre han sido muy relevantes y un gran estímulo en mi proyecto vital. Tengo allí muchos amigos y he disfrutado mucho de la vida.

En septiembre de 2008 dejó el Hospital Universitario de Elche para incorporarse al Ramón y Cajal de Madrid, ¿qué le motivó a tomar esta decisión?

Yo ya era catedrático, jefe de servicio, tenía mi situación bastante estabilizada pero siempre tenía retos por delante. Había un gran hospital en Madrid que era el Ramón y Cajal que no tenía jefe de servicio, las posibilidades de incrementar la calidad y la cantidad de la investigación existían y coincidió en que uno de mis hijos ya estudiaba arquitectura en Madrid y llevaba dos años solo y mi otro hijo más pequeño al año siguiente también se venía a Madrid a estudiar, entonces mi mujer propuso venirnos a Madrid la familia al completo.

Me encontré un servicio de 8-9 personas de plantilla, ahora somos 23, había 8 residentes y ahora hay 15. Tenemos una investigación de primera línea, no solo a nivel clínico sino también a nivel traslacional, de laboratorio, estamos reconocidos por todos los grupos internacionales con los que colaboramos; es un poco como el broche a tu carrera. Esto de que los retos están hechos para mí es una realidad, me peleo para que los pacientes con cáncer, sobre todo de páncreas, se curen.
El Instituto de Investigación Sanitaria Ramón y Cajal, en el que el núcleo fundamental es el hospital, cuenta con 3 universidades: la de Alcalá, la Complutense y la Autónoma. Yo soy el director de todo el Instituto de Investigación desde hace 4 años, y tiene una productividad de cerca de 900 artículos al año, lo cual quiere decir que cada día se publican de 2 a 3 artículos científicos en revistas internacionales con un factor de impacto medio de 4, que está muy bien. Hay cerca de un millar de investigadores, lleva mucho trabajo y le daré el testigo a quien sea más competente, e intentaré cumplir, mientras me dure la responsabilidad, lo mejor que pueda como en cualquier sitio que he estado.

Usted fue profesor de la Universidad de Alicante y de la Universidad Miguel Hernández, y ahora lo es de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares, como catedrático. Más de tres décadas de experiencia docente. ¿Qué le aporta la docencia que no lo haga el ejercicio de la profesión?

Me aporta cercanía, la diferencia generacional que tenemos, el punto de vista que tienen ellos y que tengo yo, estoy cerca de la realidad y pasando el testigo a quien va a llevar el futuro de la sociedad. Es algo que a mí me enriquece, me ayuda a darle sentido a mi vida porque estoy sembrando en personas que van a continuar con ese ánimo romántico de pelear por el conocimiento, por ganarle terreno a la enfermedad, por beneficiar a los pacientes…todas estas cosas intento transmitirlas y aprendo mucho de ellos.

La docencia también te obliga a estar actualizado, a estar al día; no hay especialidad más dinámica que la oncología, donde se están continuamente incorporando estrategias, conocimientos… y tengo la obligación como responsable de esa asignatura de transmitir lo mejor a mis alumnos.
Además, creo que es fundamental que el que sabe de un oficio lo transmita a los demás; el conocimiento no se puede quedar para uno mismo, es una obligación que tengo.

También es vicepresidente de la Fundación ECO, ¿qué objetivos tiene la Fundación?

Excelencia y calidad de la oncología, la calidad es nuestro marchamo. El objetivo es que todos los hospitales que atienden a pacientes oncológicos tengan la máxima calidad posible. Intervienen muchos factores en este contexto, pues el paciente está dependiendo de los servicios centrales, de la farmacia, de enfermería, de oncología, de muchísimas cosas.

Desde la Fundación ECO estuvimos documentándonos, a nivel internacional, quién había desarrollado programas para acreditar en calidad a los hospitales. Vimos que la Sociedad Americana de Oncología (ASCO), que es una sociedad de la que yo soy miembro desde hace más de 30 años y con la que he colaborado en múltiples proyectos como guías internacionales, o el proyecto de acreditación de calidad a hospitales, ya la tienen implementada desde hace más de una década y los mejores hospitales americanos están acreditados por la Sociedad Americana de Oncología en su vertiente de calidad (QOPI: quality oncology practice initiative). Esta acreditación ASCO-QOPI la quisimos traer a España y “nos tiramos al charco” tres hospitales: 2 de Valencia (el Clínico y el IVO) y el Ramón y Cajal; les dijimos que nos queríamos acreditar y ellos nos pusieron las condiciones para ello, nosotros metimos los datos de 300-400 historias clínicas que teníamos en una web anonimizados, estos datos tenían que dar un nivel de corte del 75% para poder aspirar a que te auditasen, cumplimos los tres y entonces vino un equipo de EEUU que estuvo 2-3 días en el hospital. Auditaron los servicios de farmacia, de oncología médica, de enfermería y el hospital de día, en definitiva, hicieron una auditoria exhaustiva. Lo pasamos satisfactoriamente y nos acreditaron en el año 2017 a los tres hospitales en el contexto del Congreso Internacional de la ESMO (Sociedad Europea de Oncología) que tuvo lugar en Madrid.

Con el ejemplo entonces, ya se han acreditado otros hospitales como el HUCA en Oviedo, el de Santiago de Compostela (CHUS), y la Fundación Jiménez Díaz que recibió su acreditación en un Simposio Internacional de calidad en oncología, que tuvo lugar los días 14 y 15 de diciembre. Acudieron más de 200 profesionales incluyendo las autoridades americanas de ASCO y de QOPI. El evento fue muy productivo con charlas y debates y se entregaron las acreditaciones. Es más, nos han habilitado a nosotros para poder ser auditores y que ellos no tengan que venir de EEUU, siempre bajo su criterio y siempre con el visto bueno final que lo tiene la ASCO-QOPI.

Tenemos muchísimos proyectos en ese sentido, con los pacientes, con los profesionales y con las instituciones sanitarias. Estamos también comprometidos con las guías clínicas, nos parece una herramienta fundamental para que todo el mundo tenga un mínimo de desviación asistencial. Hemos colaborado con las guías NCCN, elaboradas por los hospitales de mayor prestigio de EEUU, que contienen unos algoritmos fáciles de visualizar en cada situación clínica, y son las guías más consultadas del mundo con millones de ellas diarias. Nos parecieron tan actualizadas y relevantes que lo que hemos hecho ha sido colaborar con NCCN para hacer una versión española de estas guías. No es una traducción es una adaptación a la realidad de España, porque aquí hay medicamentos aprobados para una indicación que no están aprobados en EE. UU. y al revés. Una guía se puede actualizar 7 u 8 veces cada año. Están disponibles en la página web www.nccn.org .
Estamos comprometidos con que todo el mundo esté al día de la innovación, de la metodología de enseñar y de investigar adecuadamente y con calidad. Estamos contentos con el desarrollo de este proyecto de la Fundación ECO que lleva 10 años de continuo crecimiento y que aúna a los hospitales más punteros de España.

Estoy muy convencido e involucrado en el desarrollo de la calidad asistencial en oncología.
¿Cuál cree que es el futuro de la oncología médica?

La oncología es un sueño, yo creo que nadie sabrá realmente cómo va a ser la oncología médica dentro de 10 o 15 años, esto es brutal y evoluciona rápida y favorablemente. Si ahora estamos maravillados con la reciente aparición de la inmunoterapia, van a aparecer tratamientos personalizados que van a impedir la progresión de la enfermedad tumoral y van a cronificarla, como ha sucedido con el VIH o con otras patologías que antes provocaban la muerte. Es más difícil, porque el VIH viene de fuera y es un virus y esto es una enfermedad que sale de dentro del propio organismo, que está hecho de tu propio material genético, que aprende a evadir el sistema inmune y hay que pelear contra eso sin hacer daño al organismo. Es un gran reto, tenemos mucho camino por recorrer pero cada vez estamos más cerca, le vamos ganando terreno a la enfermedad y ahora estamos intentando sacar partido con el análisis de grandes bases de datos, sobre todo para patologías de escasa incidencia o de un tipo tumoral determinado, son enfermedades raras que en cada hospital va a haber 5 o 6 casos de esa enfermedad al año y creo que lo más importante es que explotemos el conocimiento de todos los casos que existan, por lo menos en la Comunidad de Madrid que tenemos el mismo paraguas sanitario y podemos centralizar el conocimiento y todos aprender de la experiencia que se tiene en ese campo donde no hay una frecuencia tan grande como puede haber en el cáncer de colon o en el cáncer de mama.

Esto nos va a ayudar, yo creo que Madrid se va a transformar en el sentido organizativo en un núcleo donde van a colaborar todos los hospitales entre sí y vamos a intentar explotar todo este conocimiento para que cualquier paciente esté donde esté tenga acceso al mejor de los tratamientos en el hospital que hayamos decidido que debe de estar. Hace falta un apoyo institucional para que esto salga adelante, acabamos de iniciar ahora una legislatura y quedan 4 años por delante y es el momento de dar pasos en ese sentido. Espero que esta iniciativa optimice la asistencia y revolucione la investigación en cáncer y haga de Madrid un núcleo de atracción, de inversión por parte de los grandes inversores y de la industria farmacéutica, para que aporten fondos para la investigación, en el desarrollo de la lucha contra el cáncer…
Como coordinador del estudio INTRO puesto en marcha por la Fundación ECO, ¿cómo valora la aplicación de la investigación traslacional a la práctica clínica en los centros hospitalarios españoles? ¿Cómo podría mejorarse?

Es fundamental, no tiene sentido que no haya comunicación entre todos los agentes que componen un proyecto de investigación. Tenemos que estar todos debajo del mismo tejado y hablar unos con otros, conocer los problemas de cada uno para poder ayudarnos. Esto se investiga en el laboratorio y lo tienen que hacer con muestras tumorales de pacientes no de ratones, de las personas que tienen el problema para que se den respuestas a las preguntas que tenemos, de por qué este tumor es tan agresivo, por qué este tumor se cura, por qué uno responde y otro no … y por eso tendríamos que tener un espacio común que no puede ser otro que el hospital, que es donde están los enfermos y su historial clínico. La Administración tiene que entender que la investigación es parte sustancial de la asistencia porque la ayuda a mejorar su calidad y la impulsa a lograr unos resultados muchísimo mejores. El desarrollo de la investigación en un hospital es una oportunidad para el paciente y tenemos que entender la investigación así. La sociedad debe de comprender el valor añadido que tiene la investigación para que nosotros podamos ganarle terreno a la enfermedad y procurarle mejor salud y calidad de vida a los pacientes.

Antes, el tener un cáncer parecía que era un estigma y la gente lo ocultaba, y estas cosas aún existen. Con el ensayo clínico pasa lo mismo, parece que van a experimentar con un humano y eso no es así. Antes de llegar un fármaco al ensayo clínico pasan 10 años en que se ha experimentado en cultivos celulares, en modelos preclínicos de animales, … donde se ha establecido la dosis, la toxicidad, la eficacia, la tolerancia y hemos llegado a un punto en que pensamos que el fármaco puede incrementar la eficacia en el tratamiento de un determinado tipo de tumor y vamos a emplearlo para ver si es cierta la hipótesis que tenemos porque se nos curan los ratones con cáncer de páncreas en el laboratorio y queremos ver si esto lo podemos transponer a los humanos. Hay pacientes con muy buen estado general que agotan los fármacos comercializados para su tumor. Su participación en un ensayo clínico con un nuevo fármaco que no está comercializado puede que le beneficie y que dicho fármaco se convierta en el nuevo tratamiento estándar. Este valor añadido tiene que ser visible a la población general, hay que desvirtuar todos los tabúes existentes porque el que investiga trabaja no una sino tres veces. Los resultados de la investigación son los que nos hace ser una sociedad cada vez más avanzada y tener cada vez más oportunidades para cualquiera de las enfermedades oncológicas.

Nosotros ponemos en perspectiva lo que se está haciendo en el mundo, que es concentrar las patologías. Es importante tener suficiente casuística para avanzar en el conocimiento del comportamiento del tumor y el diseño de soluciones terapéuticas. Los nuevos fármacos se van a estudiar con una ética y una metodología rigurosas, y no puedo decir que todos se vayan a beneficiar porque no todos acaban teniendo el éxito que se les presupone, pero sí que de ahí saldrán lo que será el futuro del tratamiento de esos tumores. El trabajar en un centro de prestigio y tener la opción de ofrecer a los pacientes esa oportunidad además de que entren fondos y tecnología puntera gratis a un hospital público es una oportunidad única para todos. La cantidad de millones de euros que se ahorra un hospital que investiga es tremenda. Nosotros, si no investigásemos, la factura de farmacia sería 6 millones más cada año.

¿Cuáles son los proyectos de la Fundación ECO a corto y largo plazo?

Para el próximo año ya tenemos programados muchos proyectos. El 10 de marzo de 2020 llevaremos a cabo el VIII Foro ECO 2020, bajo el lema “El proceso regulatorio en España, retos para la oncología». Para ese mismo mes tenemos previsto realizar una Jornada de Cáncer de Pulmón. El 7 de julio haremos una jornada sobre Biomarcadores en Oncología. En el segundo semestre de 2020 desarrollaremos un simposio con ASCO. Tenemos un plan estratégico que durará hasta el 2025 con el objetivo de cambiar el paradigma en el tratamiento del cáncer. En 2020 también desarrollaremos el Título de Experto en Inmunoterapia para farmacéuticos de hospital. Haremos la primera edición de un Título Universitario de Experto en Enfermería Oncológica. Continuaremos con la labor del grupo de trabajo llamado ONCOVALOR, para medir la relación permanente coste-beneficio de las terapias oncológicas, al igual que ECO HORIZON SCANNING, que trata de anticiparse a la innovación.

Además, tenemos en marcha varios estudios como el del impacto en los hospitales del SNS de la evolución del tratamiento del cáncer y sobre la calidad de la asistencia oncológica en España.
Llevaremos a cabo un ciclo de encuentros sobre necesidades no clínicas del paciente oncológico y seguiremos desarrollando los programas de certificación y capacitación de equipos: ECO Academy for Excellence.
Fruto de la estrecha colaboración con la ASCO, la Fundación ECO organiza para 2020 un programa de mentorización de residentes de oncología o adjuntos jóvenes españoles, con profesionales de reconocido prestigio de hospitales norteamericanos.
También ofrecemos estancias en centros de excelencia, y tenemos en marcha el Estudio PRO-ECO, que sirve para medir el impacto en los resultados clínicos y la calidad de vida de los pacientes de un sistema de monitorización y seguimiento online de los síntomas asociados con el tratamiento de cáncer.

Y, por último, hemos desarrollado un proyecto piloto en España: Moovcare. Una herramienta que sirve para demostrar la mejora en la calidad de vida de los pacientes con cáncer de pulmón y ofrecer a los hospitales soluciones innovadoras que ayuden a mejorar su calidad asistencial y repercuta en mejores resultados para los pacientes con cáncer de pulmón.