Recientemente ha sido presentado el Plan De Humanización del Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA), que tiene como objetivo impulsar el desarrollo de Estrategias de Humanización que respeten la dignidad de las personas y sus derechos, que incorporen lo que realmente tiene valor para el paciente y su familia, y unas condiciones de trabajo adecuadas para sus profesionales.

Según información del propio SSPA, este plan fomentará la escucha y la participación, facilitando un entorno confortable, en un marco ético, de equidad y de excelencia en la atención. El Plan se enfoca a una atención segura y eficiente, facilitando la continuidad asistencial y la agilidad en la atención, así como el reconocimiento profesional, fomentando valores de respeto y responsabilidad social en todos sus grupos de interés, e implicándoles en la toma de decisiones compartidas. Sus elementos esenciales son: accesibilidad, personalización, compromiso con la calidad, corresponsabilidad y la cultura de la Humanización.

Celebro desde este espacio un nuevo Plan que no parte de cero porque aglutinará múltiples iniciativas que ya se venían desarrollando en Andalucía y que viene a sumarse a otros planes estratégicos de Humanización ya vigentes en otras comunidades autónomas, desarrollados con más o menos profundidad. Una gran noticia, sin lugar a dudas.

No se puede humanizar sin humanos, la formación en habilidades de humanización resulta imprescindible en esta cambio de paradigma

En mi opinión, el éxito en esta aventura dependerá de varios factores:

En primer lugar, escuchar a las partes implicadas se antoja fundamental para la transformación de la realidad hacia un modelo centrado en las personas. Es urgente y necesario pasar del paternalismo clásico a la transversalidad y la participación ciudadana, porque es una demanda social.

En segundo lugar, cualquier apuesta deberá razonablemente contar con la correspondiente partida presupuestaria, puesto que en esto de la H no todo va de empatía o escucha activa. Al igual que no se puede humanizar sin humanos, la formación en habilidades de humanización (comunicación, relación de ayuda, acompañamiento en el proceso de morir, cultivo de la compasión) resulta imprescindible en esta cambio de paradigma. El rediseño de múltiples espacios que han quedado obsoletos tampoco será factible solo a base de bonitas palabras.
En tercer lugar, es capital enfocar en los profesionales sanitarios. Somos igual de protagonistas que pacientes o familiares, y nuestra situación actual es de enfermedad crítica. Ninguna empresa en su sano juicio mantendría al 50% de su plantilla con malas condiciones laborales o en riesgo de burn-out, y por desgracia, la realidad es que los sistemas sanitarios a nivel mundial no cuidan al que cuida.

Para terminar y como decíamos en post previos, sin método no hay paraíso. Medir, planear, verificar y evaluar serán herramientas clave si queremos y creemos verdaderamente un cambio de cultura hacia la humanización.

Será bueno para todos si nos lo tomamos en serio. Deseo de todo corazón que las palabras se conviertan en hechos, y que no se las lleve el viento.