Bueno, este título usa una antiquísima técnica de marketing de llamar la atención que, casi siempre, resulta exitosa, pero que, a veces, defrauda al lector, porque su imaginación crece más rápidamente de lo que el autor ha sido capaz de plasmar en unas letras.

Además, ya las calles de Madrid están llenas de iluminación navideña y quería dar una nota festiva y alegre, más que estrictamente rigurosa con este artículo. Por favor, perdonadme la licencia, porque mezclaré algo de humor, de cultura y, por supuesto, de gestión sanitaria.

Y me atrevo a escribirlo en momentos tan difíciles como ahora, donde un beso en la boca entre dos personas de distinto sexo puede ser placentero, involuntario y también, cada vez más, delictivo, debiéndose incluso acudir, para su determinación, a expertos peritos en lectura de labios. Y, sin embargo, paradójicamente, se pone de moda, cada vez más, la expresión “darse un pico” desde todos los medios de difusión.

Pero ¡atención a este beso!, es el verdadero origen de este artículo.

De siempre, y hasta ahora, salvo que alguien diga lo contrario (que lo dirán), un beso “boca a boca” ha significado una transmisión de energía positiva o negativa.

Porque ejemplos de besos criticables, negativos o, al menos, extraños, hay muchos.

El líder Tenzin Gyatso, más conocido como el Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz, besó recientemente en la boca a un niño en una ceremonia que él mismo presidía, y el video recorrió el mundo causando indignación en las redes sociales porque, incluso, también le pidió que le «chupara» la lengua, o el que se dieron los presidentes de la URSS y el de Alemania Oriental (Leonid Brezhnev y Erick Honecker, en 1979), del mismo sexo, cuando cayó el muro y es un icono del arte mural expuesto en Berlín al aire libre y reproducido en mil souvenirs turísticos.

Cuando A. Lavoisier (siglo XVIII) dijo que “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”, olvidaba añadir la certeza de que, en cada transformación, se produce una degradación de la misma, que la hace menos útil para el aprovechamiento en nuestro beneficio, por lo que necesitamos generar energía constantemente. Esto es una realidad aplastante.

Aunque no se utilizara la denominación actual, hubo un momento, cuando Dios creó a Adán, en el que Alguien Supremo ordenó el inicio de ese proceso de generación de energía a través de las primeras uniones sentimentales entre dicho primer habitante de la historia y Eva en el Paraíso terrenal, y ello dura hasta nuestros días. Y no la gestionaron demasiado mal (no olvidemos que esta energía es la obtenida de fuentes naturales).

Porque quizás la fuente principal (entre otras), e irremplazable, de energía y, por consiguiente, salud, en el ser humano, es el sexo y así lo demuestra la historia.

Ya en la antigua cultura china se consideraba el deseo sexual como una necesidad física innata, como el hambre, la sed o el descanso. Los filósofos chinos pensaban que la satisfacción de los deseos físicos debía estar regida por reglas y rituales sociales para maximizar el placer y minimizar la ansiedad en su búsqueda.

‘Los hospitales continúan evolucionando y priorizando la sostenibilidad. Incorporar energía solar a sus redes eléctricas se convierte en un paso lógico’

Quizás fue por eso que, en ningún momento, fue tomado como un inconveniente; por el contrario, creían que para lograr la perfección física y espiritual no era necesario reprimirlo, sino aprender a usarlo en beneficio propio. Así surgió la necesidad de instruirse en cómo tener relaciones sexuales sanas.

Los textos médicos de aquella época detallaban el beneficio mutuo de la unión sexual ya que representaba la analogía del Yin y el Yang (¡atención, las energías positivas y negativas!) en el cuerpo, llegando a considerar al celibato peligroso para la salud. Ya aparece la energía reflejada como tal.

Los primeros manuscritos al respecto datan del año 168 a. C. Se hicieron durante la dinastía Han del Oeste (206 a.C.-6 d. C.), y se encontraron en 1973 en las tumbas de Mawangdui en Changsha, Hunan. Constan de siete documentos sobre El arte de nutrir la vida o técnicas de longevidad (Yangsheng) que incluyen los primeros 3 manuales sexuales conocidos, cuyo objetivo era promover la práctica sexual para mantener la salud, la longevidad y cultivar la vida espiritual. En consecuencia, la energía, aunque todavía, por aquel entonces, esta palabra aún no se conocía.

Pero New Medical Economics es una revista de gestión y, hasta ahora, solo hemos citado a esta práctica muy escasamente.

Vamos ahora a relacionar el sexo, como primer productor histórico de energía de la humanidad con el concepto moderno de energía renovable, y así justificaremos la fuerte relación entre ambos términos expresados en el título de este artículo.

Los alimentos y las emociones, por ejemplo, pueden alterar el desempeño sexual humano, pero también el nivel de exposición al sol. Específicamente, a la radiación ultravioleta de la luz solar que, según investigadores de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, aumenta la pasión romántica en los seres humanos, según se publicó recientemente en la revista Cell Reports.

Este tipo de investigaciones ya se habían realizado previamente en modelos con animales, donde también ocurrió un aumento en los niveles hormonales de las hembras, prolongando su época de celo. Además, la atracción entre machos y hembras fue mayor y ambos estuvieron interesados en tener relaciones sexuales.

Recuerdo, anecdóticamente, el desastre económico que supuso para el presupuesto del CSIC en los estabularios, hace como diez años, cortar temporalmente la calefacción por restricciones. El frío no animaba a la reproducción entre las ratas.

Y es que la evolución ha sido entendida como un equivalente en la naturaleza del progreso humano. No es coincidencia que las teorías de Charles Darwin hayan sido producidas en un tiempo histórico paralelo al de la Revolución Industrial en Europa.

El ser humano, a través de la tecnología, ha buscado alcanzar la eficiencia de la naturaleza, conceptualizándose a sí mismo a través de las ciencias como una máquina: piénsese en la neurología de principios del siglo XX, que veía cada parte del cerebro humano como una pieza asociada a una función.

Hoy sabemos, en cambio, que la memoria y otras funciones cognitivas involucran la relación entre varias zonas del cerebro en su conjunto.

La energía es imprescindible. Empecemos, al revés de lo habitual, por el Tercer Mundo que, ante sus necesidades perentorias nos puede servir mucho mejor de ejemplo inicial.

Hay que partir de la base de que ninguna mujer debería dar a luz en la oscuridad. No se debería llevar a cabo ninguna intervención quirúrgica a la luz de una vela. Ningún niño debería dejarse a merced de las enfermedades por no poder refrigerar las vacunas. Durante demasiado tiempo, la falta de un suministro seguro de energía ha impedido a las poblaciones de comunidades remotas y rurales acceder a la atención sanitaria que necesitaban, cuando la necesitaban.

En un momento en el que la carrera por universalizar el acceso a la energía coge ritmo, existen ya cinco maneras en que la energía renovable puede ayudar a proteger la atención sanitaria de calidad para las personas más pobres del mundo:

Provisión de acceso. Las clínicas sanitarias, los pabellones de maternidad, los quirófanos y los almacenes y laboratorios médicos dependen de la electricidad para refrigerar los medicamentos, encender las luces, esterilizar el equipo y utilizar aparatos médicos que salvan vidas. Un suministro de energía intermitente o poco fiable implica poner vidas en riesgo, sin poder hacer nada por evitarlo.

Garantía de acceso. Para poder ofrecer una atención sanitaria de calidad, se necesita una fuente de energía fiable. Por ejemplo, es esencial mantener la cadena de frío para las vacunas y los medicamentos, y para ello se requiere refrigeración, cámaras frigoríficas y sistemas de tecnologías de la información para la gestión de existencias.

Reducción de costes. El uso de la energía solar permite que los centros de salud ahorren un dinero que pueden reinvertir en apoyar otros programas de salud prioritarios.

Fomento de la resiliencia. La energía solar contribuye también a crear sistemas de salud más resilientes. Un suministro de energía estable garantiza que los sistemas esenciales de gestión de los programas sanitarios puedan funcionar de manera eficaz. Unos sistemas que permiten introducir y analizar datos de manera ininterrumpida y contribuyen a facilitar la eficiencia y la precisión de la cuantificación y distribución de medicamentos, el seguimiento de los pacientes y la supervisión del funcionamiento global del sistema de salud.

La estabilidad en el suministro que proporciona la energía solar ayuda también al sector sanitario a resistir los efectos perjudiciales del cambio climático, como los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías y otras crisis que afectan al suministro de energía tradicional.

Además, la producción de electricidad mediante energía solar, en lugar de utilizar combustibles fósiles, puede reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo de dióxido de carbono y metano, dos de los gases que más contribuyen al calentamiento global y al deterioro de la calidad del aire y lograr una notable reducción de la huella de carbono del sector sanitario.

Y todo ello es válido llevándolo a nuestro mundo desarrollado.

Los hospitales recurren cada vez más a fuentes de energía renovables, tales como la energía solar. La incorporación de energía solar a las redes eléctricas de los hospitales no solo promueve la sostenibilidad, sino que también ofrece numerosos beneficios.

La energía solar ha experimentado un crecimiento notable en varios sectores y los hospitales no son una excepción. La industria de la salud, al ser uno de los mayores consumidores de energía, ha reconocido la necesidad de cambiar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles. Aquí hay algunos puntos clave a considerar con respecto al aumento de la energía solar en los hospitales:

En 2020, el sector de la salud representó el 8% de las emisiones totales de carbono en los Estados Unidos, lo que indica una necesidad apremiante de alternativas sostenibles.

El costo de los paneles solares ha disminuido significativamente a lo largo de los años, lo que los convierte en una opción asequible para los hospitales.

La adopción de energía solar en hospitales tiene el potencial de reducir los costos operativos y aumentar la eficiencia energética.

La integración de la energía solar en las redes eléctricas de los hospitales ofrece varias ventajas que van más allá de la sostenibilidad. Exploremos algunos de estos beneficios.

La energía solar permite a los hospitales generar su propia electricidad, reduciendo su dependencia de proveedores de electricidad externos.

Como resultado, los hospitales pueden reducir significativamente sus costos de energía y asignar esos ahorros a la atención al paciente y otros servicios esenciales.

Los sistemas de energía solar con capacidad de almacenamiento de energía permiten a los hospitales tener una fuente de energía de respaldo confiable durante interrupciones de la red o emergencias. Esto garantiza operaciones ininterrumpidas y servicios de cuidados críticos, incluso durante cortes de energía, mejorando así la resiliencia de las instalaciones de atención médica.

Más allá del ahorro de costos, la incorporación de energía solar aborda las preocupaciones ambientales asociadas con las fuentes de energía tradicionales. Al reducir las emisiones de carbono, los hospitales pueden contribuir a crear un entorno más limpio y saludable para los pacientes, el personal y la comunidad circundante.

La energía solar está revolucionando la industria de la salud al promover la sostenibilidad y ofrecer numerosos beneficios a los hospitales tales como:

Los hospitales pueden reducir significativamente los costos de energía generando su propia electricidad mediante energía solar.

Los sistemas de energía solar mejoran la resiliencia de las instalaciones sanitarias al proporcionar energía de respaldo durante las interrupciones.

Los hospitales que funcionan con energía solar contribuyen a un medio ambiente más limpio al reducir las emisiones de carbono.

Estos hospitales pueden servir como modelos a seguir, inspirando a otros a adoptar opciones de energía renovable y comprometerse con sus comunidades en materia de sostenibilidad.

A medida que los hospitales continúan evolucionando y priorizando la sostenibilidad, incorporar energía solar a sus redes eléctricas se convierte en un paso lógico. Las ventajas que ofrece la energía solar no solo contribuyen a los resultados del hospital, sino que también los posicionan como líderes en gestión ambiental. Con una mayor conciencia y avances tecnológicos, podemos esperar ver un aumento significativo en el número de centros de salud que funcionan con energía solar, lo que nos acercará a un futuro más verde y saludable.