El suicidio es una de las principales causas de muerte entre los adultos jóvenes, convirtiéndose en un problema grave.

El suicidio se convierte en la primera causa de muerte de niños, adolescentes y adultos jóvenes de 15 a 24 años.

La mayoría de los niños y adolescentes que intentan suicidarse tienen un trastorno de salud mental importante, generalmente depresión.

Entre los niños más pequeños, los intentos de suicidio suelen ser impulsivos.

Pueden estar asociados con sentimientos de:

  • Tristeza
  • Confusión.
  • Enojo
  • Problemas de atención.
  • Hiperactividad

Entre los adolescentes, los intentos de suicidio pueden estar asociados con sentimientos de:

  • Estrés.
  • Inseguridad
  • Presión para tener éxito.
  • Incertidumbre financiera.
  • Decepción y pérdida.

Para algunos adolescentes, el suicidio puede parecer una solución a sus problemas.

La depresión y los sentimientos suicidas son trastornos mentales tratables. El niño o adolescente necesita que su enfermedad sea reconocida y diagnosticada y tratada adecuadamente con un plan de tratamiento integral.

Los pensamientos sobre el suicidio y los intentos de suicidio a menudo se asocian con la depresión. Además de la depresión, otros factores de riesgo incluyen:

  • Antecedentes familiares de intentos de suicidio.
  • Exposición a la violencia
  • Impulsividad.
  • Comportamiento agresivo o disruptivo.
  • Acceso a armas de fuego.
  • Intimidación.
  • Sentimientos de desesperanza o impotencia.
  • Pérdida aguda o rechazo.

Los niños y adolescentes que piensan en el suicidio pueden hacer declaraciones o comentarios abiertamente suicidas como, «Ojalá estuviera muerto» o «No seré un problema para ti por mucho más tiempo». Otras señales de advertencia asociadas con el suicidio pueden incluir:

  • Cambios en los hábitos alimenticios o de sueño.
  • Tristeza frecuente o generalizada.
  • Retirada de amigos, familiares y actividades regulares.
  • Quejas frecuentes sobre síntomas físicos a menudo relacionados con las emociones, como dolores de estómago, dolores de cabeza, fatiga, etc.
  • Disminución de la calidad del trabajo escolar.
  • Preocupación por la muerte y el morir.
  • No importarles las actividades que le solía importar.

Los jóvenes que están pensando en suicidarse también pueden dejar de planificar o hablar sobre el futuro. Pueden comenzar a regalar posesiones importantes.

¿Cómo podemos saber si nuestros hijos tienen pensamientos suicidas?

Las personas a menudo se sienten incómodas al hablar sobre el suicidio. Sin embargo, puede ser útil preguntarle a su hijo o adolescente si está deprimido o si está pensando en suicidarse. Ejemplos específicos de tales preguntas incluyen:

  • ¿Te sientes triste o deprimido?
  • ¿Estás pensando en hacerte daño o suicidarte?
  • ¿Ha pensado alguna vez en hacerse daño o suicidarse?

En lugar de poner pensamientos en la cabeza de su hijo, estas preguntas pueden brindarle la seguridad de que alguien se preocupa y le dará a su hijo la oportunidad de hablar sobre los problemas.

Los padres, maestros y amigos siempre deben pecar de precaución y seguridad. Cualquier niño o adolescente con pensamientos o planes suicidas debe ser evaluado inmediatamente por un profesional de salud mental capacitado y cualificado.

Si mi hijo tiene tendencias suicidas, ¿Qué sucede después?

El profesional de salud mental que evalúa a su hijo debe trabajar con usted y su hijo para adquirir el tratamiento adecuado. El tratamiento puede incluir hospitalización psiquiátrica como paciente interno, hospitalización parcial / programa diurno, psicoterapia ambulatoria, terapia domiciliaria, medicación psiquiátrica o alguna combinación de los anteriores.

¿Cómo prevenir el suicidio?

Puede prevenir el suicidio si está atento a las señales de advertencia mencionadas anteriormente. También puede prevenir el suicidio preguntando al respecto. Los estudios demuestran que las personas no empiezan a pensar en el suicidio solo porque alguien le pregunta al respecto. Si sospecha que su hijo o adolescente tiene tendencias suicidas, dígale que está preocupado y que desea ayudarlo.

¿Cuál es la perspectiva a largo plazo para un niño con tendencias suicidas?

Con la ayuda adecuada, un niño con tendencias suicidas puede recuperarse por completo y vivir una vida plenamente productiva.

Conclusión

La pandemia ha deteriorado gravemente la salud mental y duplicado las urgencias psiquiátricas.

Convirtiendo el suicidio en la primera causa de muerte entre jóvenes españoles.

Pese a lo alarmante de las cifras, el estigma social y el miedo al efecto imitación han provocado que hablar de suicidio se haya convertido en un tabú.

De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría (AEP), este tipo de atención en menores se ha duplicado desde el inicio de la pandemia, lo que se ha traducido en un agravamiento de los trastornos de conducta alimentaria y un aumento de los casos de ansiedad, alteraciones obsesivo-compulsivas, depresión, autolesiones e intentos de suicido en adolescentes.

La Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI) de la organización de pediatras argumenta que la avalancha de noticias negativas, unida a los ritmos irregulares del sueño, menoscaba la salud mental de los menores.

Si el problema es grave, las soluciones escasean. En España hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, una tasa muy inferior a la de los 18 países de la Unión Europea.

En cuanto a psiquiatras, hay 9,69 especialistas por 100.000.

Las intervenciones comunitarias en jóvenes, mayores y minorías étnicas, el trabajo con las actitudes prejuiciosas de los profesionales de la salud y los tabúes existentes hacia el suicidio, así como la formación respecto al tópico y las señales de alerta, la implicación de los medios de comunicación y el fomento de las actividades investigadores en la línea de la prevención son medidas que podrían contribuir de forma positiva en la reducción de esta preocupante problemática.

Rita Rodríguez Fernández